Largometraje centrado en la relación entre el afamado astrofísico Ed Phoerum (Jeremy Irons), y Amy Ryan (Olga Kurylenko), una brillante ex estudiante universitaria suya, quien trabaja como doble de acción. Este nexo entre ambos se ve turbado en algún momento, situación que Phoerum tenía en mente por lo que deja una gran cantidad de correspondencia para su pareja.

Nueva obra del extraordinario director Giuseppe Tornatore, quien como de costumbre escribe y dirige su film, una obra que está lejos de ser redonda, todo lo contrario, está llena de momentos insatisfactorios. ¿Qué sucede con Tornatore? Se muestra desgastado, casi como sus propios personajes, parece una parodia de sí mismo.

La trama en ningún momento resulta convincente, nunca se siente empatía por la relación, lo cual hace que todo lo que sucede tenga poco sentido o interés. Ryan resulta un personaje lamentable, con un pasado que nunca se hurga de forma detallada y por ende, nunca se “siente” el mal estado y la dependencia que esta tiene para con este hombre, es triste, a eso hay que agregarle una actuación igual de mala de Kurylenko.

La idea de la película no es mala, pero la ejecución es paupérrima, la monotonía es constante, hay buenas y poéticas secuencias, diálogos bellos, pero todo esto se pierde en la monotonía constante de trabajo, monotonía que incluso se siente en la musicalización del gigantesco Ennio Morricone, los secundarios, o hay que decirlo, todo el elenco está lamentable.

Personalmente es un poco triste escribir esas líneas, siendo un acérrimo fan de este director, pero tampoco se puede negar que por mucho es lo más malo (en realidad, lo único malo) que he logrado ver de él, a falta de visualizar únicamente Baaria (2009) y L'uomo delle stelle (El hombre de las estrellas, 1995). Claro, sin duda alguna estaré esperando el documental que está realizando alrededor de la figura del ya mencionado Ennio Morricone.