La fiebre del Oscar que ganó Bardem por No Country For Old Men y la excelente Le Scaphandre et le Papillon me hicieron lanzarme a ver esta película a la que tenía dada de lado por mi desconocimiento sobre el personaje y cierto escepticismo sobre su director, Julian Schnabel. Si bien no esperaba, pese a las dos grandes referencias, encontrarme una película excelente, tampoco pensé que sería un ejercicio tan fallido de acercamiento a la figura del personaje principal.

Lo cierto es que apenas alcanzamos a conocer a Reinaldo Arenas, a pesar de los esfuerzos de Schnabel y Bardem; cuando termina el film, uno no sabría reconocer a Arenas o describir su personalidad. La acción, que nos describe la Cuba que vivió el escritor, desde la niñez hasta la madurez, hasta alcanzar el desenlace neoyorkino, no gira en ningún momento en torno a la personalidad de Arenas. No conocemos sus pensamientos, ni sus sentires. Conocemos todo lo que gira a su alrededor, las distintas etapas y lugares por los que pasó, pero poco más. Como si Arenas fuera un guía turístico que nos enseña multitud de lugares y cuya vida personal e íntima desconocemos.

A parte de las carencias del guión, el metraje resulta excesivo y en determinados momentos la narración se estanca hasta perder el interés, a pesar del buen trabajo de Bardem.