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Voto de Isaac Paskual:
5
Thriller. Intriga Camiel Borgman llama a la puerta de la casa de una familia burguesa que vive en una apacible zona residencial. ¿Quién es Borgman? ¿Un sueño, un demonio, una alegoría o la encarnación de nuestros miedos? (FILMAFFINITY)
29 de mayo de 2017
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“Borgman” es una película que me recuerda, irremediablemente, a “Holy motors” (Léos Carax, 2012), y es que ambas cintas tienen muchos puntos en común. Las dos se llevaron el premio a mejor película en el Festival de Sitges, ambas representan a la vertiente del cine europeo más inclasificable, las dos son puzzles de difícil solución, ambas sirven para mantener un acalorado debate a su finalización... Aunque he de admitir que hay una diferencia que resulta definitoria, a pesar de su extrañeza la de Alex Van Warmerdam es de más grato recuerdo que aquel compendio de chorradas como pianos que fue la de Léos Carax. Y eso, queridos cinéfilos, es una gran diferencia.
“Borgman”, más que una película, es una experiencia; y sin la necesidad del 3D o de invenciones similares. Intentar explicar el argumento de la cinta del holandés Alex Van Warmerdam seria tan infructuoso como innecesario, básicamente porque entre su premisa inicial y su verdadera trama hay un enorme abismo. Una cosa hay que reconocerle a “Borgman”, a pesar de lo insólito del argumento, este atrapa sin muchos problemas al espectador mediante una historia que es una mezcla entre el cine de: Michael Haneke, David Cronenberg y Denis Villeneuve. Sí que es cierto que en el film la línea que separa lo absurdo de lo creíble es tan fina que muchos espectadores posiblemente la crucen sin pretenderlo continuamente, pero supongo que es un inconveniente que el realizador tenía asumido desde la escritura del guion.
Otra de las características de “Borgman” es el ser como un libro de crucigramas sin soluciones, cada espectador tendrá que aportar las suyas, llegando a la conclusión de que puede haber miles de ellas diferentes. Esa cualidad puede tomarse como vicio o como virtud, inclinándome yo más por lo primero. Plantear enigmas y dejarlos a interpretación del espectador esta bien, pero hasta cierto punto. Yo llegué al desenlace del film perdido en un mar de dudas del que, a día de hoy, aún no he salido. A mí el séptimo arte me parece un entretenimiento sencillo, y convertirlo en un jeroglífico nunca ha sido de mi agrado; “Borgman” es un jeroglífico de dificultad altísima, y eso me dejó con mal sabor de boca al final.
En definitiva, “Borgman” es una película tan sorprendente como desesperante que no me ha dado ni frio ni calor, me ha dejado tibio. Aprecio sus virtudes al igual que veo sus defectos, y eso me deja con sensaciones encontradas respecto a ella.
Isaac Paskual
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