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España España · Shangri-la. Andalucía
Voto de Maggie Smee:
2
Aventuras. Drama Narra la historia de Moisés (Christian Bale), un hombre de extraordinario valor que desafió al faraón Ramsés (Joel Edgerton) y liberó a 600.000 esclavos, que protagonizaron una épica y peligrosa huida a través de Egipto en busca de la Tierra Prometida. (FILMAFFINITY)
6 de diciembre de 2014
20 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ridley Scott, un hombre que pudo convertirse dentro del mundo del cine en un dios con títulos ya míticos, empezó desde hace tiempo su particular éxodo al mundo de los mediocres al alternar estas con películas fallidas, incluso alguna que otra mala. Atrás quedaron sus mayores logros, poco queda hoy día de esa inspiración y gracias a esa estela que aún permanece, sigue siendo un nombre vendible. Sin mencionar a ser posible ninguna de sus otras obras, para qué despistarnos más, y ciñéndonos concretamente a “Exodus: Dioses y reyes” diremos para resumir, que se trata de una mala película. Pocos son los momentos bien llevados, pocas son las escenas rotundas que resulten espectaculares, como breves son las escenas del antiguo Egipto con colorines preciosos que me esperaba de él. Y muchos son los momentos plúmbeos, farragosos, mal contados, hay excesivas escenas rodadas en "noche americana", más que en un espagueti western, y cuenta con diálogos de desigual fortuna, todo ello acentuado por unos personajes mal descritos y unas elipsis tremendas junto a una casi omisión a todo lo perteneciente al tema “divino”. Se habla de fe pero no hay alma, no hay conflicto abierto de religiones ni conflictos internos, aunque sí algunas dudas intelectuales y muchas batallitas o peleas. Un guión inesperadamente malo, porque ante un gran presupuesto era lo primero que tendría que estar bien, además porque han contado con guionistas célebres para su elaboración, y menos mal que la historia nos la sabíamos, porque si no nos hubiéramos perdido antes de llegar al final.
Sus intentos por llevarnos en sus escenas bélicas al cine japonés, sobre todo en los planos más abiertos donde se juegan con contrastes, su montaje, su fotografía o la acertada música de Alberto Iglesias siguen las exigencias de la producción y sus convencionalismos, pero caen en saco roto, son mero envoltorio por un Scott que ha confiado más, de nuevo, en su apariencia que en currarse su esqueleto. Weaver y Kingsley aparecen poco, hablan menos y espero que hayan cobrado más que nunca, son mero gancho comercial. El resto hace lo que puede, sobre todo Bale, pero son intentos vanos. Finalmente la película cansa, y aún a pesar de los estruendos de los efectos de sonido, imagino que a algún que otro espectador igual hasta echará una cabezada, sobre todo si la ve cómodamente en su casa. Y todo esto me hace temblar ante este nuevo género bíblico descafeinado, muy digitalizado pero carente de ingenio en el que se continuará adaptando o produciendo remakes (ya anunciados como el de “Ben- Hur”) que presumiblemente seguirán esta línea más cercana al videojuego que al cine épico clásico, con personajes que son casi caricaturas de cartón piedra. Y precisamente en ese cine clásico, que tanto utilizaba el cartón piedra, como por ejemplo De Mille, fuera en blanco y negro o en color, y que es despreciado por algunos en la actualidad, era mucho más concreto en sus intenciones, sus personajes tenían más carne y sus objetivos eran más concretos, sus magnificencias y despliegue de medios o masas aún deslumbra, y lo más importante, había talento. Esta clase de productos no me dejan poso, me dejan mal sabor y tengo claro que nunca más los querría volver a ver, ni siquiera zapeando.
Maggie Smee
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