Adelante, compren esta magnífica Road movie de Robert Rodríguez y llévense de regalo una película de vampiros con tufo a serie B que despertará sus instintos más primitivos y ochenteros cinematográficamente hablando.

Cuesta mucho encontrar una película tan peculiar, que distinga tan exagerádamente dos géneros que no tienen nada que ver. Para colmo, Rodríguez pasa de un género al otro en una milésima de segundo. Cuidado, que con un pestañeo un poco más largo de lo normal puede que incluso te pierdas al comprobar como una travesía hacia la frontera de México se transforma en una película de vampiros.

La Teta Enroscada es lo que cambia todo, incluso los actores y hasta los efectos especiales, que parecen adaptarse al nuevo rol de la película en cuanto se adentran en el peculiar local. Mientras que en la primera parte encontrábamos a un Clooney sorprendentemente bueno en conjunción con Tarantino y unos secundarios que rozaban el sobresaliente, todos parecen cambiar sus actuaciones hacia la parodia y a la vez homenaje al género de terror de los años 80. Esto no es malo, ni mucho menos, porque realmente se percibe como un cambio voluntario, y muchas veces es más díficil hacer de tonto que serlo.
En cuanto a los efectos, podemos ver alguna explosión en la primera parte de la película muy bien lograda. Dichos efectos también mutan en cuanto se entra a la Teta Enroscada, con vampiros que explotan como si lanzaran bombas de humo y caracterizaciones muy pobres dignas de la época dorada del terror comercial.

Todo al servicio del homenaje. La verdad es que pareciera como si a Robert Rodríguez se le acabara la road movie sin esperarlo y dijera "bueno, el tiempo que queda lo voy a dedicar a hacer un homenaje a la serie B", y así lo consigue, pero además se encuentra con un efecto que no esperaba, que los amantes de la serie B atraídos por este título también disfrutaron la primera parte de road movie. No hubiera sido extraño encontrar muchas críticas que criticaran el hecho de que la acción llega tarde, pero no ha sido así, e incluso la parte vampírica se hace más larga que la introductoria road movie de 50 minutos de duración. Cuando quieres darte cuenta ya has atravesado la frontera y estás rodeado de bailarinas y siendo salpicado por botellazos de tequila.

Una de esas películas con un humor especial que corre a cargo de todos los elementos que están involucrados, desde el director a los actores, pasando por los propios efectos especiales. Es tan buena que sirve para pasar el rato y para meterse en profundidad en ella.