A finales de mayo ví esta película en Málaga. Había leído que se trataba de una comedia de gran éxito en Italia. Disponía de algunas horas antes de volver y consideré que no me vendría mal reir un poco.
Al dia siguiente le conté a un amigo mi experiencia con "un italiano en Noruega" y le describí grosso modo la historia, incluyendo algunos de sus gags. Fue sorprendente: pareció divertirse con mi resumen, cuando a mi la película me había parecido una vulgaridad trufada de sal gruesa, un amasijo de tópicos sobre los funcionarios italianos y sobre las diferentes idiosincrasias del norte y del sur, noruegos e italianos respectivamente,

¿Cómo pudieron parecerle graciosos mis comentarios de la película, por muy condescendiente que fuese conmigo con su whisky en la mano, cuando además soy malísimo contando chistes?. Quizá su risa era la prueba de que la idea de la película, incluso su guión, se aguantaban mucho mejor y más consistentemente que su traslación en imágenes, de resultado chabacano incluso siendo benevolente.

Lo cierto es que por mucha similitud que exista entre los estereotipos de los españoles y los italianos y sobre la visión común que aún se mantiene sobre el funcionariato, hay algo en el film con lo que no conseguimos empatizar en la península, ya sea a causa de los actores (no me gustaron) o por la falta de identificación con los referentes que se muestran (no solo Noruega parece muy lejana, sino la propia Italia) . Así pues doy fe que aunque esta película haya arrasado en Italia, entre las quince o veinte personas que me acompañaban en la sala no pude oir la más leva risa, ni siquiera en las escenas supuestamente más hilarantes.