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Voto de Francisco:
9
7,6
26.243
Drama
María (Ana Fernández) malvive en un oscuro apartamento de un barrio miserable, trabaja eventualmente como chica de la limpieza y, casi con cuarenta años, descubre que está embarazada de un hombre que no la ama. Su soledad es tan grande que sólo encuentra consuelo en la bebida. Su madre (María Galiana), que ha consumido su vida al lado de un hombre violento e intolerante, no tiene ni siquiera el consuelo de tenerla cerca. Con motivo del ... [+]
23 de octubre de 2008
35 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces me pregunto cómo podría observar a la mujer que habita en la profundidad de mi Andalucía, que herida perennemente sabe sobreponerse a los obstáculos que los necios no dejan de mostrarle. Ensimismadas con todo aquello que no suponga su persona, recapacitando en lo más profundo de su ser sin más razón que el destino por cumplir. Me atrevo a decir que me crié entre estas Venus del machismo por cojones, al compás de una protección que no contempla el enardecimiento del afán por una libertad individual. Subrayar que día tras día ellas me brindaron gran parte de su vida y sobre todo me concedieron la hegemonía de su angustia. Gracias, gracias a las que saben que son.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Así pues, esta película es la descripción más cercana a todos los sentimientos que hibernan por no sé que rendija del alma mía, a pesar de que mi admirado Benito nos la trajese ambientada en un Madrid que apesta a señorío.
Ese “huele a macho” de un cabrón permanentemente postrado en el cinismo de su rol. Ese señor cosmopolita del Norte educado por la bondad. Esa Galiana con un reconocimiento tardío, como el sueño de la mujer de la que os hablo, pero al fin reconocida. Esa muchacha exiliada por el capullo que sólo quiso seguir siendo un capullo. Y ese final en el que al fin llegó la paz para sus almas. Bendita película, estilo sublime de sencillez. Éste es el cine que ésta mi mujer, supo parir.
Ese “huele a macho” de un cabrón permanentemente postrado en el cinismo de su rol. Ese señor cosmopolita del Norte educado por la bondad. Esa Galiana con un reconocimiento tardío, como el sueño de la mujer de la que os hablo, pero al fin reconocida. Esa muchacha exiliada por el capullo que sólo quiso seguir siendo un capullo. Y ese final en el que al fin llegó la paz para sus almas. Bendita película, estilo sublime de sencillez. Éste es el cine que ésta mi mujer, supo parir.