Creo que si la película se extiende más se cae por completo. Es una frase sentenciosa, lo sé, pero es la sensación que deja un filme al que le faltó mayor profundidad para no caer en un juego perdido desde el comienzo en el que ya sabemos lo que va a pasar. Aquí el problema no es la educación, el problema ha sido un guió completamente cliché en el que el tema ya parece tocado una y otra vez en diferentes escenarios: la educación es pésima, hay que reformarla.
Se abona el valor actoral de Maggie Gyllenhaal, muy tenaz en su papel de madre que quiere loe mejor para su hija, al menos algo distinto de lo que ella misma había recibido en su infancia. Las cosas deben cambiarse, ese es el eslogan.
De resto, Viola Davis pasa sin pena ni gloria y ni qué decir de la siempre bella Holly Hunter, es como si ella no hubiera estado en esta película.