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España España · Valencia
Voto de Talladal:
5
Bélico. Acción. Comedia Segunda Guerra Mundial (1939-1945). En la Francia ocupada por los alemanes, Shosanna Dreyfus (Mélanie Laurent) presencia la ejecución de su familia por orden del coronel Hans Landa (Christoph Waltz). Después de huir a París, adopta una nueva identidad como propietaria de un cine. En otro lugar de Europa, el teniente Aldo Raine (Brad Pitt) adiestra a un grupo de soldados judíos ("The Basterds") para atacar objetivos concretos. Los ... [+]
21 de septiembre de 2009
45 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Arreglar cuentas con el pasado adverso es una de las funciones del arte. Ya Ramsés II nos refirió en Abu Simbel su victoria en Qadesh ante los hitita, cuando parece que lo que ocurrió realmente fue todo lo contrario. Quentin Tarantino se ensaña con unos seres humanos a los que el discurso políticamente correcto vigente considera como males absolutos, escoria, seres dañinos, basura eliminable, nazis, violadores, maltratadores de animales y de mujeres, en definitiva, categorías antisociales que han perdido el estatus humano y que, como alimañas, deben, a poder ser, morir sufriendo por sus pecados inexpiables. Contemos, pues, con el maniqueísmo como postulado argumental. Y es que se hace necesario tal simplismo moral, ya que Quentin Tarantino es un director abocado a suscitarnos emociones plenificadoras, no por ello edificantes, y en esta pelicúla le toca el turno a la venganza. Una venganza retrospectiva que salda las cuentas con el pasado en una trama de historia-ficción en donde todo es al revés de cómo nos lo han contado: Los judíos son los que se ensañan con los nazis, Hitler no se suicida, el Holocausto no se producirá jamás.
Para contar esta antihistoria que eclosiona en su media hora final Tarantino necesita dos horas y media de metraje. Para rellenar el muñeco antes del final fallero se nos cuentan algunas historias para no dormir, al estilo tarantino algunas, definitivamente redundantes las demás. Entre las primeras, y repitiéndose varias veces en varias circunstancias, el tarantinesco diálogo de turno en una situación a vida o muerte donde la ejecución/asesinato es también un acto estético, y entre las segundas, una historia de amor truncada que sale de la nada y que va a ninguna parte entre un nazi asesino-sensible y una víctima judía cinéfila-vengativa, enamorada ésta de un negro para que no se diga. Al menos nos proporciona ese precioso zoom de una melancólica Mélanie Laurent vestida de rojo junto a la claraboya, con un Tarantino que siempre ha tenido gusto para la banda sonora.
Se capta la ironía de que el arte -el cine- es el único medio de acabar con la Maldad, se apela, una vez más, al asesinato como una de las bellas artes, el domesticado espectador de nuestros tiempos posmodernos puede jugar en el cine a la venganza servida como espectáculo, el collage pop incluye a Churchill, Hitler, Göbbles, Göring y a Brad Pitt en su doble dimensión de pesonaje duro de cómic y estrella de la star-system, hay guiños cinéfilos para los cinéfalos, pero al final la película es una más de hipertrofia de la violencia y nihilismo, con el añadido de una pretenciosidad que al menos "Cobra" no tenía.
Talladal
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