Yo... yo... no tengo palabras. Que mis lágrimas de felicidad, de catarsis emocional, hablen por sí solas.

Me lo avisaron y no lo creí. Me dijeron que este hombre era un genio y no les hice caso. Y ahora...

He conocido la cumbre del cine, después de Böll no hay nada y nunca lo habrá, me da igual lo que digan los puristas porque yo no concibo una obra mejor ni más perfecta.

He conocido la verdadera emoción, el poder embriagador de los diálogos, de las brillantes actuaciones que se comen la pantalla a cada segundo.

He conocido el terror, las imágenes perturbadoras del inquietante universo de Herr Doktor, y nunca había experimentado la angustia de seguir vivo con tanta fuerza.

He conocido la pasión, el erotismo y la desinhibición, la poesía pura escrita en los fragantes senos de las musas que muestran aquí todos sus encantos.

He conocido la acción, la asombrosa claridad de movimientos de la que hace gala, la impredicibilidad de los acontecimientos, el miedo y la incertidumbre de perecer a cada paso y la lucha constante con los elementos en una orgía posmoderna de balazos, artes marciales y frases épicas.

He conocido el poder de la amistad, de personajes que hablan directamente al espectador, sin tapujos, sin limitaciones de guión de por medio, simplemente mostrando su humanidad fuera de toda duda.

He visto a un hombre agarrando lo mejor del Séptimo y el Octavo Arte, mezclándolo todo escrupulosamente y creando una obra maestra con un pulso espectacular que debe maravillar tanto al cinéfilo más reservado como al más ávido consumidor de videojuegos.

He visto los mejores cambios de escena, tan espectaculares e integrados en el ritmo de la narración que no hay palabras para describirlos, sólo decir que no te dejan ni un momento para recobrar el aliento.

He visto un conocimiento de la labor técnica detrás de la cámara envidiable, con los giros, el tiempo bala, los flashbacks color sepia y los planos epilépticos intercalados.

He visto la ambientación que todos los directores del terror han perseguido durante un siglo, tan lúgubre, tan inquietante, tan sorprendentemente natural, al servicio del cóctel de emociones que invade a cada paso la espectacular narración del maestro V-Ball.

He visto el mejor uso de la música que se haya dado nunca en el cine, cómo cada nota de la celestial composición resalta aún más el ya de por sí deslumbrante poder visual de la obra.

He visto el guión más perfecto, más intrincado, más emocionante y difícil de predecir de la historia del cine, me dan igual los ejemplos que me pongáis, yo sé que no existe ni existirá nada mejor creado por el hombre.

He visto el CINE. He visto "House of the Dead".

Nota: Un dihez.