Supongo todos en algún momento, ya sea con mucho interés o porque no nos quede de otra, hemos prestado atención a las escenas o conversaciones ajenas. Les observamos y escuchamos desde nuestro lugar en algún punto del transporte (bus, metro); cual espectadores de una representación dramática dispuesta a amenizar nuestro viaje. Una dosis de surrealismo que no es raro que llegue a horrorizarnos tanto como encantarnos, es la empatía que le brindamos al protagonista de la telenovela o el filme, sólo que aquí es de carne y hueso, y ese momento irrepetible de su vida se convierte también en un momento grabado en la nuestra.

En estos días cada vez más las personas tienden a aislarse, concentradas en su mundo con tan altas barricadas de música que si la persona de nuestro lado muere súbitamente con un grito ni le escuchamos por los auriculares, o ensimismados en las páginas de un libro despegamos los pies de la tierra y nada más sabemos hasta llegar a nuestro destino. Pues bien, este cortometraje nos habla un poco del primer párrafo, y como a veces llegamos a vivir y a sentir a través de esos personajes.

Lo que nos cuenta: un hombre mantiene una conversación telefónica en el autobús, una conversación que envuelve al resto de los pasajeros haciéndolos desear unánimemente un final feliz para esta pequeña historia.

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