Haz click aquí para copiar la URL
España España · Málaga
Voto de Kaori:
5
Drama Soñando con el éxito como cowboy de exhibición, el joven e ingenuo tejano Joe Buck se traslada a Nueva York, donde comienza a trabajar como gigoló seduciendo a mujeres maduras de Manhattan. Joe pronto descubre que ese mundo no es como él se imaginaba, pero antes conoce a Rico "Ratso" Rizzo, un timador que lo quiere estafar. (FILMAFFINITY)
3 de agosto de 2013
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de su sugestivo título, el Oscar a la mejor película en 1969 para «Cowboy de medianoche» le queda bastante grande. Cualidades tiene, sí, pero en conjunto no pasa de ser una película discreta.

Si hablamos de cualidades, debemos hablar de los actores protagonistas. Tonelada de talento condensando en dos cuerpos radicalmente distintos. Uno rubio, otro moreno; uno alto, otro bajito; uno sano, otro enfermo; uno, animal de ciudad, el otro un cowboy de la profunda Texas. Jon Voight y Dustin Hoffman, quienes no necesitan nada, ni siquiera diálogo, para hacer ellos solitos una película. Uno se llama Joe, y el otro tiene nombre italiano, Ratso. ¿Qué une a estos dos hombres en las alcantarillas de la brillante Nueva York? Creo que os equivocáis al identificar la película como una crítica social al sueño americano. El retrato de los bajos fondos no es más que el marco y el hilo conductor que sirve para el verdadero tema sobre el que gira «Cowboy de medianoche»: la homosexualidad. O, si lo preferimos, la sexualidad del individuo en un sentido amplio. Es la única forma que veo para encontrarle algo de sentido y complejidad a la historia, porque si no, en serio que no sé qué me están contando ni qué interés podría tener el barullo velado que me muestra Schlesinger.

A través de unos recuerdos entre ensoñaciones y flashbacks, descubrimos tres hechos fundamentales de la vida de Joe. Ausencia materna y cuidados de una abuela no siempre atenta; la figura masculina del amante cowboy de su abuela; y un episodio, nunca especificado, del abuso sexual a su novia por parte de unos chicos del pueblo. Estas tres experiencias son interpretables, tanto en lo que fueron como en sus consecuencias, ya que no llegan a explicarse con claridad, uno de los posibles fallos de la película. Sin embargo, es evidente que tienen una influencia muy grande en la sexualidad de Joe. El deseo arraigado de ser «un macho» hace que se vista de cowboy y quiera ganarse la vida, atención a la disparatada y rocambolesca idea, como gigoló de mujeres.

Sin embargo, las cosas no salen como se planean, y entre dimes y diretes, felaciones no consumadas en cines y pesadillas que repiten un «eres el mejor» obsesivo, Jon trabará amistad, y en mi opinión, un gran amor, con un pobre y triste vagabundo cojo y virgen (¿por qué será?) que inspira verdadera compasión. El desenlace lleno de luz natural y camisas hawaianas me hace pensar que la cosa, por fin, se define de una vez, en todos los sentidos. Insisto que es interpretable, y quizás esa ambigüedad sea otra de las cualidades de «Cowboy de medianoche».

Liberación hippie como cultura oficial, aventuras sexuales entre la comedia y el drama, una banda sonora de John Barry y Nilsson inolvidable, y dos hombres entre la miseria que encuentran calor en el otro. O quizás es que no he entendido nada de nada, puede ser.
Kaori
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow