Reconozco que cada vez me duele menos. Antes, cada vez que mandaba al Tártaro de las producciones audiovisuales a alguna serie española (siempre con la irritante coletilla de "compárese con Los Soprano") sentía un pequeño pinchazo digestivo que puede interpretarse como patriotismo, o como gases, pero ya no. Ahora ya no siento ningún escrùpulo en afirmar que la generalidad de la producción de ficción de este pais es una m*, o mejor dicho, una M*. Entiendo que es el refugio laboral de muchas personas, y que es mejor que la gente coma de algo nuestro que de una serie yanqui, pero eso no impide que la mediocridad campe por sus respetos en nuestra TV, ente que en mi opinión está muerto y enterrado. Dejando a un lado el uso (y abuso) de adolescentes que juegan a ser actores a base de enseñar chicha, la escasa credibilidad de los diseños de producción y la ausencia total y absoluta de eso llamado Ritmo (¡en capítulos largos como películas!), el verdadero cáncer de nuestra industria son los guiones. Lo siento por los que se den por aludidos pero el 90% del material se basa en arquetipos lamentables (joven=rebelde descerebrado+droga+sexo), diálogos cavernarios y en un morbillo-de-risa-floja que parece sacado de los años duros del Landismo. Mientras en otros lares se dedican a romperse la cabeza buscando temas originales o revisiones novedosas de cosas ya vistas, nosotros lo único que tenemos que ofrecer es una visión torpe, cutre y carente de interés del mito de Lolita, que lleva rodando ya muchas décadas por el mundo (pobre Nabokov). No puede ser que simplemente viendo el trailer, uno ya sepa que va a asistir a más de 10 capítulos de pasteleo baboso e irrelevante entre una tipa de ventitantos años haciendo de otra tipa de 16 y un pollo con barbita, con sus escenitas picantes, sus pucheros y su inagotable tira y afloja de ahora-sí-ahora-no... Mirenme a los ojos y diganme que las series españolas no son un 80% de pasteleo casposo entre un forracarpetas de adolescente y una hembra descerebrada... Si es lo que yo decía.

En definitiva, analicen el título del engendro y tendrán todas las claves para descifrar el enigma, como si de Roberts Langdons se tratase.