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Voto de Juan Marey:
9
Cine negro. Thriller Un sacerdote presencia impotente cómo los niños marginados de su parroquia sucumben a las malas influencias de un criminal que fue compañero suyo de la infancia. Con el paso del tiempo, los dos hombres siguieron caminos muy diferentes: uno abrazó el sacerdocio y el otro se convirtió en un gángster. (FILMAFFINITY)
5 de julio de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los años 30 supuso la etapa dorada del cine de gángsteres, pues bien, uno de esos grandes filmes es la sensacional película que hoy nos ocupa “Ángeles con Caras Sucias”. El origen del proyecto se remontaba a 1937, cuando Rowland Brown escribió la historia para ser dirigida por Mervyn LeRoy, como vehículo de lucimiento de un grupo de actores juveniles los “Dead End Kids”, LeRoy abandonó Warner y el proyecto cayó en el olvido hasta que James Cagney, que regresaba al estudio tras su corta aventura con la efímera Zyon Meyers Productions, lo repescó para protagonizarlo, los Warner eligieron a Curtiz, que tenía muy buena relación con Cagney, e inmediatamente se puso al mando del proyecto que culminó con esta joya, una de las mejores películas del cine de gángsteres de todos los tiempos.

Uno de los principales aciertos de la película radica en contar con un guión perfectamente equilibrado entre el cine de género, la crítica social y los contenidos morales, un guión rico en matices, los personajes están dibujados con profundidad y coherencia, sobretodo el del protagonista Rocky, uno de los primeros malos del cine capaces de mudar el negro sombrío e infausto de este tipo de personajes por una escala de grises mucho más humana y matizada. Poco amigo de los virtuosismos, Curtiz aplica la receta de la sencillez al relato, metiéndose ya al público en el bolsillo con la primera escena en la que en un prolongado y largo travelling nos enmarca la vida del barrio (las noticias de los diarios, las calles, los edificios… y los dos protagonistas encaramados en un balcón). Fantástica también la música de Max Steiner, una auténtica delicia para los oídos y una constante fuente de emociones, ofreciéndonos una banda sonora intensa, moderna y magníficamente ensamblada con las imágenes; en la que predominan los momentos poderosos y vibrantes sin dejar de lado otros más intimistas y poéticos.

Terminemos haciendo referencia al apartado interpretativo, en él destaca por encima del resto la brillante labor desarrollada por James Cagney para la composición del gánster Rocky Sullivan, Cagney se pone en la piel del protagonista con absoluta soltura aportándole su habitual energía, pero lo que sin duda tiene más mérito es la naturalidad con la que Jimmy Cagney plasma la dualidad moral y vital del personaje. PatO´Brien compone correctamente su papel como padre Conolly, consiguiendo que sus momentos de arrebato católico no distorsionen el contenido humanístico, por encima de las religiones, que subyace en la cinta. La belleza pelirroja AnnSheridan encarna a Laury Ferguson, sin duda, el personaje peor desarrollado de la cinta, Laury a pesar de introducirse con fuerza en la película pierde enseguida fuelle, por su falta de relevancia en el guión que no por impericia de la Sheridan, afortunadamente la película es tan buena que este pequeño borrón no le resta eficacia. El gran Humphrey Bogart que por entonces se hallaba en esa fase de su carrera previa al estrellato, en la que su talento interpretativo se veía reducido a la composición de malvados de distintos pelajes, cumple sobradamente como actor de carácter, interpretando a un villano un tanto atípico, el abogado corrupto James Frazier, el escurridizo y poco de fiar cerebro de la banda que controla el crimen organizado en la ciudad.
Juan Marey
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