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Voto de Juan Marey:
9
Comedia. Romance Historia de una chica huérfana que siembra el bien y la confusión y que al final se transforma en una comedia sobre los estragos que la inocencia causa en el cinismo masculino. (FILMAFFINITY)
4 de mayo de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Una chica angelical” es un guión de Preston Sturges para William Wyler. Sturges parte aquí de un libreto teatral del autor húngaro Ferenc Molnár para trazar un vodevil al estilo Lubitsch, del que Wyler era por cierto gran admirador. Una huerfanita ingenua y afable, un poco fuera de edad para pensar en adopciones, abre las puertas de la jet set de la manos de un no menos atento carnicero y luego de un doctor más apuesto de lo que parece a primera vista.“Una chica angelical” transcurre a un ritmo vertiginoso, sobre todo en su primera mitad y no paran de hablar en ningún momento.

Dentro de la obra de Wyler “Una chica agelical” prefigura su gran periodo con Goldwin, ésta es en 1935 la última película del director alsaciano para los estudios Universal, antes de marcharse de mal humor por la falta de seriedad y de ambición de sus jefes, y por la presión que le metía el patrón Carl Laemmle, que por algo era primo de su madre, Thalberg propagó que en la universal lo conocían como “Willy el inútil”, pero nada, el sagaz Samuel Goldwyn lo contrató de inmediato, fruto de sus tormentosas relaciones laborales son títulos hoy clásicos como “Esos tres”, “Desengaño”, “Cumbres borrascosas”, “El forastero”, “La loba” o “Los mejores años de nuestra vida”, son muchos y de todo tipo.

Wyler y Sturges trabajaron mucho para que ciertas escenas pudieran pasar la censura de la oficina Hays, se entendían bien y el guionista pasaba mucho tiempo en el set, quien sabe si aprendiendo antes de dar el salto a su vez a la dirección. También se entendieron muy bien en el set Wyler, 33 años y la angelical chica Margaret Sullavan, 24 años, recién divorciada de Henry Fonda, fuera del set la entente acabó rápidamente en boda y duró año y medio antes del consiguiente divorcio. Wyler arrancó ahí en tromba con Goldwin y a Sullavan le llegaron luego “Tres camaradas” en 1938 y sobre todo “El bazar de las sorpresas”, 1940, recién cumplidos los 50 la actriz se despidió con una sobredosis de barbitúricos. Su futuro patrón en “El bazar de las sorpresas” es el gran Frank Morgan, estridente carnicero aquí y sobre todo el verdadero motor de “Una chica angelical”.
Juan Marey
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