Andrew Dufresne [Tim Robbins], economista bancario, juzgado y condenado por asesinato de su esposa, es enviado a la cárcel de Shawshank, donde el alcaide entiende que la redención de los reclusos está en la lectura de la biblia. Dufresne pasa por ser un hombre raro pero con el tiempo consigue la amistad de Red [Morgan Freeman], quien, dedicado al pequeño contrabando interno, le consigue una piqueta de geólogo para esculpir piezas de ajedrez. La amista le libra de varios homosexuales que le acosan y le grajea el respeto de los guardianes a los que Dufresne hace la declaración de la renta y del director, al que el economista ayuda a blanquear el dinero que consigue de numerosas comisiones. Pero un buen día aparece un nuevo recluso que relata la historia de un hombre condenado injustamente por el asesinado de su esposa. Era su caso. Trata de convencer al alcaide para reabrir su causa pero el alcaide, atrapado en una tupida red de corrupción, ordena la ejecución del nuevo recluso. Dufresne se rebela pero lo envían a la celda de castigo porque el alcaide no está dispuesto a deshacerse del blanqueador de dinero. Dufresne vuelve a su tarea contable con el firme propósito de fugarse


Buen guión, bien articulado, con artistas buenos, especialmente Red y el alcaide. Debería haber disminuido metraje en el juicio inicial, en la vida en la cárcel, el suicidio del bibliotecario y otras escenas que dejan a la cinta un poco pesada y larga. Película costumbrista que no cuenta nada, sólo muestra la vida de los presos. Pero hay numerosas cosas que no encajan en la lógica del guión: el entramado de las cuentas fantasmas, la escapada coincidiendo con una noche de tormenta, los carteles para tapar el boquete del túnel y la piqueta escondida en las páginas recortadas de la biblia. Aún siendo sencilla, la película se deja ver pero no es para obra de arte.