Pleasantville tiene algo.

Un cierto encanto, una manera de contar las cosas, una calidez que hoy en día no se estila.

Además de sus muchas virtudes, como son; la notable fotografía, el acertadísimo reparto, los perfectos gags a cual más ingenioso (las canastas, lo del fuego, la rutina inquebrantable de cada personaje, los libros...) o su original guión... Además de todo esto, Pleasantville tiene un ritmo, un universo propio y una integridad ética que conllevará la inevitable moraleja que este tipo de película ofrece con desenfado: Ser diferente no es malo y sin errores ni equivocaciones esta vida sería muy aburrida, básicamente.

Creo que es debido a estos pequeños detalles que Pleasantville es lo que es... posiblemente su año de producción (1998) sea clave al determinar una forma de hacer películas (una de las miles, algunos métodos se conservan y otros se van perdiendo) que apenas una década después parece en desuso... y que da una calidez y un enfoque distinto a una película que de otra forma, podría pasar inadvertida...

Pues eso, Pleasantville es algo especial, casi único y decididamente muy, muy entretenido. (Y por supuesto entrañable).

Nota: 7,7