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España España · mADRID
Voto de RARRA:
7
Drama. Comedia En 1948 Clément Mathieu, profesor de música desempleado, acepta un puesto como profesor vigilante en un internado de reeducación de menores. El sistema represivo aplicado por el director conmociona a Mathieu. Enseñándoles música y canto coral a estos niños tan difíciles, Mathieu transformará sus vidas cotidianas.
19 de diciembre de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece incontestable que la mezcla de un música más o menos melodiosa y unos niños produce el resultado de generar en muchas personas sentimientos de ternura que les lleva a la emoción. Parece asimismo que eso es lo que determina que “Los chicos del coro” genere tantas y tan intensas adhesiones. Que quizá, de no mediar música dulzona y niños de mirada cándida, no serían ni tantas ni tan intensas.
“Los niños del coro” es una buena película, pero a la que se podría pedir algo más en muchos aspectos. Comenzando por el guión. Los personajes están algo caricaturizados. Flota un aire de falsedad, como es el de que todos los niños tengan –el atril aparte—voces aptas para lograr un coro que suena bien de la noche a la mañana.
El drama humano se pierde porque el real es de los niños y básicamente se centra la atención en el que tiene el supervisor. El de los niños se diluye en el grupo y se termina reduciendo a una crítica social sin calado y desconectada de las realidades de la postguerra.
La música –todo va por gustos—es facilona y, a la vez, demasiado rebuscada y refinada para ser la de un coro de aficionados a los que sin vocación, de pronto, les llega la música. Ya en la presentación de la película, el ya crecido niño Pierre Morhange -que de cantar bien pasa a dirigir una orquesta- echa unas lágrimas por su madre que acaba de morir mientras dirige un meloso vals de Strauss. Así se va introduciendo en un argumento sensiblero que lógicamente encanta a los espectadores. Los buenos muy buenos y los malos muy malos.
La película es buena y gusta. Pero no deja de ser en algunos momentos una tarta cubierta de nata y coronada por una guinda. De una de esas tartas que a uno le gusta probar de vez en cuando. Y a otros tomársela entera.
RARRA
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