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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Drama Un soldado veterano acepta un empleo como profesor en un conflictivo colegio público. Enseguida comprende que no será tarea fácil ganarse el respeto de los alumnos, algunos de los cuales son delincuentes en potencia. A pesar de que el ambiente es poco propicio, está decidido a trabajar duro para hacer de sus alumnos hombres de provecho. (FILMAFFINITY)
31 de julio de 2012
6 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una película es realizada por un director talentoso –y Richard Brooks lo era- no siempre resulta fácil captar a la primera todo lo que hay inserto en su narrativa. El cine, es a veces como los sueños: tiene un contenido explícito y un contenido latente. Queda en manos del espectador avisado la capacidad de advertir ambos significantes.

Tras haber visto de nuevo, <<SEMILLA DE MALDAD>>, siento, ahora, que no es, en nada, la gran película que tanto elogian las enciclopedias y expongo, a continuación, mis apreciaciones:
Richard Dadier (Glenn Ford) es un veterano de la II Guerra Mundial (formación puramente militar) quien, ante la escasez de empleo en tiempos de posguerra, opta por ofrecer sus servicios como profesor de gramática. Al llegar a la, North Manual High School, es aceptado por su patriotismo y su aspecto de hombre fuerte, apto para lidiar contra el desadaptado alumnado que asiste a la institución. Con otro profesor amante del jazz y la atractiva docente, Lois Hammond, son ellos los novatos del plantel y pronto son advertidos, por los demás profesores, de “la horda desalmada” a la que tendrán que enfrentarse.

Aunque nunca veremos a sus familias, intuimos que los chicos son carentes de afecto tanto afuera como dentro de la escuela y Dadier -de la clase de hombres que nunca se da por vencido-, emprende un duro ejercicio de disciplina frente a completos delincuentes (asaltantes, traficantes, violadores, camorristas…) que, en algún momento, generará resultados.

Hasta aquí lo explícito y luce como un acto de resocialización que casi todo el mundo aplaude... y es lo que ha puesto a este filme en la lista de los notables clásicos del cine.

Pero, queda lo latente… y es, entonces, cuando uno puede advertir que el alumnado protagonista es una mezcla de minorías raciales: afrodescendiente, latino, italiano, irlandés… y “casualmente”, son lo peor de la clase del profesor estadounidense. ¿No luce, esta tendenciosa exposición de razas, como un clarísimo alegato en contra de los inmigrantes?, ¿No es llamativo que, justamente, dos de estos inmigrantes nunca consigan redimirse y deban asumir las peores consecuencias?

Para el profesor Dadier -con lapsus racistas que delatan su íntimo sentir y de paso casado con una linda rubia-, la No Violencia no tiene lugar entre sus principios, pues, cuando le toca irse de las manos con algún alumno, lo hace sin reparo alguno y es de esta manera que llegará a su mayor “triunfo”. Así las cosas, queda en todo esto un fuerte sinsabor, no solo por el tufillo racista sino porque -habiendo sido docente de ocasión- soy de los que sienten que, por cada alumno que no avance, el retroceso lo da también el profesor. Un verdadero maestro no puede querer a algunos alumnos y despreciar a otros, pues, los más difíciles son sus mejores retos y sacarlos avante es no solo su mayor, sino su verdadera conquista.

En tal sentido, Dadier no luce, claramente, como un triunfador… y el filme deja un sutil halo de xenofobia que, seguramente caló bien entre los individuos más sugestionables.

...Y no sé por qué, siento que este lamentable descache no estaba en las intenciones de Richard Brooks.
Luis Guillermo Cardona
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