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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Drama. Romance. Fantástico Un pintor arruinado y abatido por haber perdido la inspiración conoce, un frío día de invierno, a una chiquilla en Central Park vestida de un modo anticuado. A partir de ese momento se suceden otros encuentros, con la particularidad de que en breves intervalos de tiempo la chica se va convirtiendo en una bellísima joven, de la cual el pintor se enamora. Pero Jennie esconde un secreto… (FILMAFFINITY)
10 de octubre de 2014
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Somos seres terrenales con una meta trazada: El reencuentro espiritual en la Unicidad. Pero también somos seres espirituales practicando en la tierra la aventura del auto-reconocimiento. Y es éste un juego de ida y vuelta, con lugar para la partida y la mutación, pero sin lugar para la muerte o la extinción definitiva. Vemos y comprendemos muy poco porque no hacemos nada -o apenas lo mínimo- para trascender los cinco sentidos, pero los que buscan, encuentran… y bien que llegan a comprender que la tierra no es más que una estación de una eterna evolución que nos tiene guardadas gratísimas sorpresas.

Lo que ocurre al pintor Eben Adams, no es algo del otro mundo, o mejor dicho, sí es algo del otro mundo, pero no es nada que debiera sorprendernos o resultar incomprensible, pues no es más que el factible encuentro con alguien que ha desencarnado, pero que, al tiempo que se le da una oportunidad: la de experimentar el amor por un hombre -que no realizó mientras estuvo en la tierra-, se le encomienda la tarea de que, a ese mismo hombre, le sirva de inspiración para que también él pueda realizar su más ferviente anhelo.

No siempre se nos permite saber que la persona que, de pronto nos inspira o nos ayuda en un momento apremiante, es un guía espiritual reencarnado, pero con más frecuencia de la que pueda imaginarse, ocurren este tipo de ayudas, y lo que queda como evidencia, suele ser una sensación de emotiva extrañeza, al tiempo que una energía recorre nuestro cuerpo de manera muy especial, y cuando menos, un par de lágrimas escapan de nuestros ojos. Es un estado general de plenitud que, solo aquellos que lo han sentido, consiguen entenderlo.

¿Y a quiénes les suceden cosas así? A la señora que con solicitud lleva los tintos en la oficina y al gobernante de un pueblo cuyo bienestar procura; al sacerdote que luce con dignidad su sotana y al campesino que con amor siembra los campos; a la madre que con esmero cuida a sus hijos y al pintor que con admiración por lo creado, decide plasmar a los hombres y a la naturaleza en sus lienzos. No se necesita ser santo o diplomado, la única exigencia es que se sea un ser humano con humildad en el corazón y con un sincero espíritu de servicio hacia sus semejantes. Porque la ley es muy precisa: Lo que esperas recibir tienes que darlo tú primero.

Eben Adams es de aquella suerte de hombres y Jennie Appleton viene a su encuentro porque con él puede complementarse. Y lo que sucederá entre ellos es tan divino como humano… y podría ocurrir que – sin vivirlo directamente- consiguieras llegar a sentir esa especial sensación que envuelve su magno encuentro.

Con un guión de Paul Osborn y Peter Bernels, basado en la obra de Robert Nathan (el mismo autor de la estupenda “La mujer del obispo” que fuera llevada al cine por Henry Koster) y con la acertada dirección de William Dieterle, “JENNIE” se convierte en una película muy especial, que si no fue bien acogida por el público de aquellos años, solo se explica por el desconocimiento y los pies en tierra que tanto reclama la gente del común. ¡Pero hay tantas y tan maravillosas cosas por encima de la tierra!

Joseph Cotten, luce magnífico tratando de seguir unido a la mujer que lo inspira y que ahora guarda en su corazón; Jennifer Jones luce apasionada, enigmática y con un fuerte encanto para inspirar el retrato de Jennie; y Ethel Barrymore, con la clase y la dignidad que siempre la caracterizaron, es una señora Spinney sencillamente adorable. Asegúrense de ver la película en una versión que les ofrezca los últimos minutos en tono verde, luego sepia y finalmente en technicolor, porque esto tiene un preciso significado.

Magníficos efectos especiales, una esplendorosa y pictórica fotografía que nos ofrece, ocasionalmente, un original uso del lienzo sobre la imagen, y una diversificada banda sonora que intercala a Debussy con Dmitri Tiomkin y con Bernard Herrmann, complementan un filme que recomendamos a todos aquellos que entiendan lo fascinante que es trasegar por la senda del espíritu.

Título para Latinoamérica: “EL RETRATO DE JENNIE”
Luis Guillermo Cardona
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