Que te han dicho que se parece a “Xena, la princesa guerrera”… ni caso, Xena es una serie infantil, Spartacus es para adulteros, digo adultos. Habrán leído por ahí que aparece en el reparto Lucy Lawless (por cierto, bordando el papel de Domina).

Que te han dicho que se parece a 300 de Zack Zinder, estéticamente la calca y la superara. Mientras que 300 carecía de un guión más allá de unas cuantas emociones primarias explícitamente presentadas, Spartacus presenta un guión más elaborado y efectista. Sí es cierto que la trama presenta ciertos matices que te hacen recordar el más puro estilo de novela de sobremesa (malotes escuchando tras las puertas), como cierto es también que ofrece destellos al más puro estilo “Yo, Claudio” (cuidados diálogos amparados en la ambición romana).
El fuerte de la serie son los cuidados personajes, nada maniqueístas, sino más bien ambivalentes o malos del todo. Personajes además respaldados por fuertes interpretaciones (hasta los extras del anfiteatro parecen creíbles).

La serie aparece plagada de curiosos datos de asombrosa objetividad histórica que harán las delicias de los amantes de la historia clásica, pues a pesar de lo gore y de lo “exagerado” de la violencia y del sexo (espera, ¿no eran estos dos de las señas de identidad de la antigua Roma?) estas no son un mero truco sin nada que le de forma. Que le pregunten al verdadero Espartaco histórico, probablemente diría que la serie se queda corta.

En definitiva, un formidable fenómeno de entretenimiento.