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Voto de TOM REGAN:
6
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Cine negro. Thriller
Un sacerdote presencia impotente cómo los niños marginados de su parroquia sucumben a las malas influencias de un criminal que fue compañero suyo de la infancia. Con el paso del tiempo, los dos hombres siguieron caminos muy diferentes: uno abrazó el sacerdocio y el otro se convirtió en un gángster. (FILMAFFINITY)
15 de diciembre de 2018
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
158/19(24/11/18) Bueno, aunque algo envejecido noir de gangsters realizado por el artesano húngaro Manó Kertész Kaminer, cuyo nombre artístico en USA fue Michael Curtiz (año prolífico el del director, pues en 1938 estreno cinco películas, Four Daughters, Four's a Crowd, En busca del oro, la vibrante Robin de los bosques, además de esta que comento), un relato que gana en la actuación de un titánico James Cagney, en las escenas de acción, en la ambientación de ese barrio peligroso con la juventud sedienta de referentes, pero pierde en su moralismo facilón con ínfulas crisitianas, que con el filtro del paso de las décadas ha quedado en rancio. Rowland Brown (“Blood money”) escribió la historia que guionizaron John Wexley (“Venganza”), y Warren Duff (“El misterio de una desconocida”), con añadidos de los no acreditados Ben Hecht (“Notorius”), y Charles MacArthur (“Cumbres borrascosas”), pone el foco en una reflexión sobre la juventud y de cómo el entorno marca las vidas, primero de cómo dos amigos en su adolescencia por azar siguen caminos distintos, uno hacia el mundo del crimen y el otro hacia el sacerdocio, y luego en otro nivel como alguien (el cura) intenta que otros jóvenes no sigan el camino fácil del hampa, y no veneren con Héroe a alguien con valores criminales. Hay que enmarcar el relato en el contexto de la Gran Depresión USA, donde la pobreza y los empleos precarios eran el caldo de cultivo hacer germinar la delincuencia que veía en el crimen la salida más rápida a su miseria. La pareja de amigos en la vida real James Cagney-Pat O’Brien se dan cita por sexta vez en una cinta, también aparece en un papel pre-star Humphrey Bogart, como un villano pusilánime. Destacar asimismo la aparición "estelar" del grupo de jóvenes actores descubiertos por el dramaturgo y autor de teatro Sidney Kingsley en su obra "Dead End Kids" (1935), de ahí su nombre artístico como "Dead End Kids" formado por actores como Billy Halop, Bobby Jordan, Huntz Hall, Charles Duncan, Bernard Punsly y Gabriel Dell. Film preseleccionado por el American Film Institute en 2008, fue votado en el 67º lugar en una lista de los "100 Mejores Noir de Cine de todos los tiempos" por la revista Slant en 2015. Fue nominado a tres Oscar (no ganó premio): Historia original de Rowland Brown; Director para Michael Curtiz; y Actor para James Cagney.
La acción se sitúa en el East Side, de Neva York, en los años 20. Tras quince años de ausencia del barrio, a causa de su reclusión en reformatorios y prisión, William Sullivan, alias Rocky, regresa para encontrarse con su mejor amigo de infancia, Jeremy Connolly, alias "Jerry" (Pat O'Brien), convertido en rector de la parroquia. Por diversas circustancias, Rocky se ve obligado a continuar su carrera criminal en colaboración, no exenta de graves tensiones, con su antiguo compañero James Frazier (H. Bogart), su jefe Mac Keefer (George Bancroft) y su banda. También se encuentra con Laury Martin, vecina de infancia, en la que halla el apoyo, la comprensión y la amistad, que tanto necesita. La influencia perturbadora de Rocky sobre los muchachos llega a ser tan grande en opinión del débil y meloso padre Jerry, que éste decide iniciar una campaña pública de denuncia del crimen en la ciudad y, consecuentemente, de su antiguo compañero.
Film que intenta demostrar que los errores de juventud se pueden arrastrar para siempre, marcando tu existencia, porque el supuesto epítome de esto, Rocky Sullivan, es mostrado como un tipo alegre y vitalista, sin traumas, decidido, valiente y leal a sus amigos, por lo que entiendo que la película se hace trampas a sí misma y más con su final (spoiler), con lo que su supuesto mensaje aleccionador queda torpedeado por sus ansias moralistas. Y es que también veo un defecto que no veamos más que un flash torpe una elipsis de tiempo entre el adolescente Rocky que entra en prisión y el que se convierte en adulto gangster, no hay transición, no vemos orgánicamente la transición a delincuente Enemigo Público, como no sabemos de donde ha sacado el dinero (los 100000 dólares), simplemente los tiene por imperativo del guión. Este salto narrativo nos hurta de información que hubiera dado más fondo al protagonista. De este modo su crítica social queda un tanto desvirtuada, acentuada por un ramillete de secundarios bastante arquetípicos, clichés más planos que una mesa, incluido en irritante sacerdote.
James Cagney el que eleva la cinta con una actuación majestuosa, épica, memorable en su gestualidad sacudiéndose los hombros y subiéndose los pantalones, transmite electricidad, energía, vigor, seguridad en sí mismo, su naturalidad y carisma desbordan la pantalla, hace de un tipo arrogante y pendenciero una persona con la que se empatiza. Para interpretar a Rocky, se inspiró en sus recuerdos de haber crecido en la sección de Yorkville de Manhattan (Nueva York), su inspiración principal fue un proxeneta (con cuatro chicas en su cadena, tipo alto con caro sombrero de paja y traje azul eléctrico) adicto a las drogas, estaba en una esquina todo el día subiéndose los pantalones, moviendo el cuello y repitiendo: "Qué has oído! Qué has dicho!" gestos volvieron para atormentar a Cagney, que años después escribió en su autobiografía: "Hice esos gestos tal vez seis veces en el film. Eso fue hace más de treinta años, y los imitadores lo han estado haciendo desde entonces". Otra inspiración de Cagney fue su amigo de la infancia, Peter "Bootah" Hessling, declarado culpable de asesinato y ejecutado por silla eléctrica el 21 de julio de 1927. La noche en que Bootah fue ejecutado, Cagney estaba actuando en una presentación de Broadway y lloró al escuchar de su muerte; Pat O’Brien carga con un papel repelente en su bonhomía quimérica, sacerdote Jerry Connelly, papel plano y sin aristas, una mera herramienta altavoz de un moralismo grimante…. (sigue en spoiler)
La acción se sitúa en el East Side, de Neva York, en los años 20. Tras quince años de ausencia del barrio, a causa de su reclusión en reformatorios y prisión, William Sullivan, alias Rocky, regresa para encontrarse con su mejor amigo de infancia, Jeremy Connolly, alias "Jerry" (Pat O'Brien), convertido en rector de la parroquia. Por diversas circustancias, Rocky se ve obligado a continuar su carrera criminal en colaboración, no exenta de graves tensiones, con su antiguo compañero James Frazier (H. Bogart), su jefe Mac Keefer (George Bancroft) y su banda. También se encuentra con Laury Martin, vecina de infancia, en la que halla el apoyo, la comprensión y la amistad, que tanto necesita. La influencia perturbadora de Rocky sobre los muchachos llega a ser tan grande en opinión del débil y meloso padre Jerry, que éste decide iniciar una campaña pública de denuncia del crimen en la ciudad y, consecuentemente, de su antiguo compañero.
Film que intenta demostrar que los errores de juventud se pueden arrastrar para siempre, marcando tu existencia, porque el supuesto epítome de esto, Rocky Sullivan, es mostrado como un tipo alegre y vitalista, sin traumas, decidido, valiente y leal a sus amigos, por lo que entiendo que la película se hace trampas a sí misma y más con su final (spoiler), con lo que su supuesto mensaje aleccionador queda torpedeado por sus ansias moralistas. Y es que también veo un defecto que no veamos más que un flash torpe una elipsis de tiempo entre el adolescente Rocky que entra en prisión y el que se convierte en adulto gangster, no hay transición, no vemos orgánicamente la transición a delincuente Enemigo Público, como no sabemos de donde ha sacado el dinero (los 100000 dólares), simplemente los tiene por imperativo del guión. Este salto narrativo nos hurta de información que hubiera dado más fondo al protagonista. De este modo su crítica social queda un tanto desvirtuada, acentuada por un ramillete de secundarios bastante arquetípicos, clichés más planos que una mesa, incluido en irritante sacerdote.
James Cagney el que eleva la cinta con una actuación majestuosa, épica, memorable en su gestualidad sacudiéndose los hombros y subiéndose los pantalones, transmite electricidad, energía, vigor, seguridad en sí mismo, su naturalidad y carisma desbordan la pantalla, hace de un tipo arrogante y pendenciero una persona con la que se empatiza. Para interpretar a Rocky, se inspiró en sus recuerdos de haber crecido en la sección de Yorkville de Manhattan (Nueva York), su inspiración principal fue un proxeneta (con cuatro chicas en su cadena, tipo alto con caro sombrero de paja y traje azul eléctrico) adicto a las drogas, estaba en una esquina todo el día subiéndose los pantalones, moviendo el cuello y repitiendo: "Qué has oído! Qué has dicho!" gestos volvieron para atormentar a Cagney, que años después escribió en su autobiografía: "Hice esos gestos tal vez seis veces en el film. Eso fue hace más de treinta años, y los imitadores lo han estado haciendo desde entonces". Otra inspiración de Cagney fue su amigo de la infancia, Peter "Bootah" Hessling, declarado culpable de asesinato y ejecutado por silla eléctrica el 21 de julio de 1927. La noche en que Bootah fue ejecutado, Cagney estaba actuando en una presentación de Broadway y lloró al escuchar de su muerte; Pat O’Brien carga con un papel repelente en su bonhomía quimérica, sacerdote Jerry Connelly, papel plano y sin aristas, una mera herramienta altavoz de un moralismo grimante…. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
… Pat O'Brien era gran amigo de Cagney, había sido actor por contrato con Warner Bros desde 1933, y finalmente abandonó el estudio en 1940 luego de disputa sobre términos de su contrato de renovación. Él y Cagney se conocieron en 1926 en Asbury Park, Nueva Jersey. O'Brien era actor, escuchó la obra de teatro Women Go on Forever (de Mary Boland ) venía a Asbury Park y se dirigía a Broadway. Queriendo conocer a la estrella del espectáculo, se fue detrás del escenario después de una actuación y se reunió con Cagney por primera vez. O'Brien y Cagney se convirtieron en grandes amigos y permanecieron así hasta la muerte del primero en 1983.Cagney murió solo tres años después; And Sheridan demuestra encanto, lástima que sea en un rol percha para el protagonista, totalmente prescindible; Humphrey Bogart como el pérfido abogado James Frazier, da una interpretación de viscoso villano, está correcto, coartado en un papel arquetípico; Los chavales conflictivos que aparecen están formados por el grupo “The Dead End Kids” (nombre viene de su primera aparición en una película, “Dead End” de 1937) , con nombres en el film de la disneyana Los Siete Enanitos (Soapy, Bim, Pasty y Crab). Habían firmado contrato de dos años con Goldwyn en 1937, pero él le vendió el contrato a Warner Bros, el mismo año debido a su comportamiento en el set de “Dead End”, asaltaron a Bogart y "le robaron los pantalones", mientras en otra chocaron un camión en estudio de sonido.
La puesta en escena destaca por su excelente ambientación, con notable dirección artística de Robert M. Haas (“La pelirroja” o “El Halcón maltés”), recreando un barrio marginal neoyorkino con esmero, rodándose en los Warner Brothers Burbank Studios (California-USA), con algunas escenas en la prisión de Sing Sing en Nueva York; esto enaltecido por la espléndida cinematografía en glorioso b/n de Sol Polito (“Robin de los Bosques” o El sargento York”), dejando huella desde su maravilloso travelling inicial en que muestra el barrio de Rocky, jugando con el expresionismo, con las sombras, con los fuera de campo, con gamas de grises dramáticos; La música corre a cargo del gran Max Steiner (“Lo que el viento se llevó” o “Casablanca”) , de melodías que se adhiere bien a las escenas en sus diferentes tonos.
Spoiler:
Momentos recordables: El partido de baloncesto en que Rocky termina por ponerse de árbitro; Y la mejor que es el tiroteo del clímax, donde Rocky demuestra su arrojo y electricidad.
La película encuadrándola en el contexto de su tiempo, de querer hacer ver a los delincuentes como hipócritas cobardes fanfarrones que a la hora de la verdad se vienen abajo se pisa el pie, y es que parta los chavales que idolatran a Rocky podrá quedar como patético gallina, pero ante el espectador de su momento queda como un héroe que se sacrifica por los demás, con lo que la lección moral queda atrofiada, sin hacer daño a nadie que no se lo merezca (a los polis que dispara en es por supervivencia), y los jóvenes que salieran de ver la película estarían magnetizados por ese radiante Rocky que se enfrenta al mundo con sus propias leyes, decidido y valeroso con una sonrisa; Todo esto tiene que ver con las ansias de aleccionar con buenismo al espectador, el querer tratarlo con condescendencia, con un cura cargante y hastiante, que intenta guiar a unos chavales delincuentes, cuando se ve a la legua que pasan del sacerdote, fuman, beben, hacen apuestas, roban a incautos, unos angelitos, y solo tienen ojos para su ídolo Rocky. Y entonces el cura egoístamente le pide a su amigo lo único que le queda ante el patíbulo, como es que se “mee” en su dignidad y orgullo, con lo que este clérigo lo que me despierta es justo lo contrario de lo que desea el guión, es rechazo vomitivo. Y es que no quiere su dinero pero sí que se pisotee su alma.
En conjunto me queda un film demasiado moralista y cargado de subrayados y obviedades, pero enaltecido por un memorable James Cagney. Fuerza y honor!!!
La puesta en escena destaca por su excelente ambientación, con notable dirección artística de Robert M. Haas (“La pelirroja” o “El Halcón maltés”), recreando un barrio marginal neoyorkino con esmero, rodándose en los Warner Brothers Burbank Studios (California-USA), con algunas escenas en la prisión de Sing Sing en Nueva York; esto enaltecido por la espléndida cinematografía en glorioso b/n de Sol Polito (“Robin de los Bosques” o El sargento York”), dejando huella desde su maravilloso travelling inicial en que muestra el barrio de Rocky, jugando con el expresionismo, con las sombras, con los fuera de campo, con gamas de grises dramáticos; La música corre a cargo del gran Max Steiner (“Lo que el viento se llevó” o “Casablanca”) , de melodías que se adhiere bien a las escenas en sus diferentes tonos.
Spoiler:
Momentos recordables: El partido de baloncesto en que Rocky termina por ponerse de árbitro; Y la mejor que es el tiroteo del clímax, donde Rocky demuestra su arrojo y electricidad.
La película encuadrándola en el contexto de su tiempo, de querer hacer ver a los delincuentes como hipócritas cobardes fanfarrones que a la hora de la verdad se vienen abajo se pisa el pie, y es que parta los chavales que idolatran a Rocky podrá quedar como patético gallina, pero ante el espectador de su momento queda como un héroe que se sacrifica por los demás, con lo que la lección moral queda atrofiada, sin hacer daño a nadie que no se lo merezca (a los polis que dispara en es por supervivencia), y los jóvenes que salieran de ver la película estarían magnetizados por ese radiante Rocky que se enfrenta al mundo con sus propias leyes, decidido y valeroso con una sonrisa; Todo esto tiene que ver con las ansias de aleccionar con buenismo al espectador, el querer tratarlo con condescendencia, con un cura cargante y hastiante, que intenta guiar a unos chavales delincuentes, cuando se ve a la legua que pasan del sacerdote, fuman, beben, hacen apuestas, roban a incautos, unos angelitos, y solo tienen ojos para su ídolo Rocky. Y entonces el cura egoístamente le pide a su amigo lo único que le queda ante el patíbulo, como es que se “mee” en su dignidad y orgullo, con lo que este clérigo lo que me despierta es justo lo contrario de lo que desea el guión, es rechazo vomitivo. Y es que no quiere su dinero pero sí que se pisotee su alma.
En conjunto me queda un film demasiado moralista y cargado de subrayados y obviedades, pero enaltecido por un memorable James Cagney. Fuerza y honor!!!