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Voto de FATHER CAPRIO:
7
Cine negro. Intriga. Drama Timothy Foster tiene un plan meticuloso para atracar un banco de Kansas, pero para llevarlo a cabo necesita tres cómplices. Consigue ponerse en contacto con tres delincuentes perseguidos por la policía, pero, durante el encuentro, todos llevan careta, de manera que no puedan reconocerse entre sí. El atraco resulta un éxito, y Foster entrega a cada uno de sus cómplices pasajes para lugares desconocidos y medio naipe como único medio de identificación. (FILMAFFINITY) [+]
11 de octubre de 2010
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el mundo de los argumentos cinematográficos es frecuente encontrar situaciones que, de darse en la vida real, se resolverían con toda seguridad de forma muy distinta. A menudo los espectadores sonreímos ante planteamientos que no se atienen a la lógica, cartesiana o no y que incluso atentan contra la razón pura. ¿Cómo podemos aceptar que tres delincuentes experimentados se sometan a un jueguecito de esperas, caretas, viajes, naipes rotos y otras zarandajas y no se disputen desde el primer momento un botín recién salido del horno bancario tras un golpe cuasi perfecto.

La vida te da sorpresas, y el cine más… La pregunta es: ¿Este desajuste respecto de una realidad a la que estamos acostumbrados, basta para descalificar una película? Mi parecer es que, siempre que el desajuste no roce lo risible (excepto si estamos en una película de Mel Brooks o de los Monty Python) y el film resulte interesante o al menos entretenido, los comportamientos ligeramente surrealistas o poco comunes pueden aceptarse. A fin de cuentas, cine es cine, y por otra parte es frecuente encontrar surrealismos hasta en las realidades más puras y duras.

Toda esta disertación filosófica ¿A raíz de qué? Pues, a raíz de El cuarto hombre, película de Phil Karlson, especialista en serie B, que narra las peripecias de un ex convicto repartidor de flores al que, circunstancias del destino, se le compromete en una especie de atraco perfecto y que, primera plana de todos los periódicos, culpabilizado por los medios informativos y evidentemente en paro por su “mala condición”, no le queda más remedio que ocupar lo único que le sobra, el tiempo, en seguir la pista de los atracadores. Pista que, en las películas, al contrario de en la vida cotidiana, se encuentran rápido (circunstancia que se justifica tratándose de un ex convicto cuyas amistades están al loro de cualquier cosa que suceda en el mundo del hampa).

Como repartidor, John Payne, actor al que conocía de sus trabajos con Allan Dwan, pero que nunca había conseguido calar mis gustos cinematográficos. Su frialdad, rayana al pasotismo, no solo no me atraía sino que me producía un efecto repelente. En el cuarto hombre encuentro al actor que presuponía y algo de cera que veré si sigue ardiendo en otros trabajos o si no hay más. Junto a Payne, dos de los malos míticos del cine, Lee Van Cleef y Jack Elam (si, el de los ojos saltones). Ambos correctos no más. Buscar comparaciones con los films de Leone es perder el tiempo. Aquí estamos ante cine negro, bueno para los que nos gusta el género, en blanco y negro porque las luces y las sombras le vienen muy bien a este tipo de cine.

Una historia de amor, metida con calzador, y un ex policía que, caña de pescar en mano, tiene tiempo y veteranía suficiente para encontrar fórmulas de rentabilidad a su retiro, forman parte también del zoo humano de una interesante película donde el perfil de los delincuentes no parece ser el habitual, pero ¿Hay un perfil habitual?
FATHER CAPRIO
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