No hace falta ni ser un mendigo para darte cuenta en lo que estás metido cuando tienes oro entre manos, ni tus mejores amigos son algo para ti, solo piensas en ti mismo y poco a poco empiezas a inventar cosas, es la codicia, el deseo de un hombre que a estado toda su vida durmiendo en los bancos de la calle, y un día, un abuelito habla de oro, ellos lo ven muy fácil pero no saben a lo que se enfrentan, una vez allí arriba, solo el abuelo, quien según ellos tendrían que llevarlo en brazos porque no aguantaría todo el camino, sin embargo sabe lo que puede pasar y ya no le sorprende nada por eso se lo toma con ese humor, estamos ante unas de las mejores películas de aventuras y relatos de la codicia del ser humano de todos los tiempos.