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Voto de pizzapasta:
10
Drama Una película basada en los hechos ocurridos en 2001, en Génova, durante la conferencia del G8. Aunque la ciudad se había blindado para recibir a los dirigentes de las potencias mundiales, un grupo de activistas, la mayoría estudiantes, se encerraron en la escuela Díaz y fueron desalojados brutalmente por la policía. Según denunció Amnistía Internacional, en Génova tuvo lugar la violación de los derechos humanos más grave desde la II ... [+]
21 de septiembre de 2013
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al terminar la sesión en el pase de la XXXV Semana de Cine de Autor de Lugo, el silencio podía cortarse con un cuchillo. Caras compungidas, corazones en un puño, seriedad en unos rostros que reflejaban la reflexión interna que conlleva digerir el crudo contenido de la que para mí es la mejor película de terror (o sobre terror) de lo que va de siglo XXI. Nada asusta tanto como aquello que sabes que es real o que también te puede suceder a ti. Y tal y como están las cosas, ¿quién no ha salido a la calle a reivindicar aquellos derechos que ahora nos están expoliando? ¿Quién, por tanto, no se identifica con cualquiera de las víctimas de este auténtico acto de terrorismo de estado?
Por encima de sus valores artísticos o la calidad de las interpretaciones que algunos críticos cuestionan para restar méritos a esta película, se encuentra en este caso el mensaje. Y el gran logro del filme en cuestión es su manera de contrastar la realidad con la versión oficial, mostrando y contraponiendo ambas con claridad y sencillez, para erigirse así, en consecuencia, en la obra cinematográfica de estos últimos años que mejor puede condensar y resumir el ambiente generalizado de indignación popular y sus porqués. Posiblemente sea la manifestación cinematográfica que mejor explica el estado político y social en la Europa actual de los recortes y la mafia política. Y pasados los años podrá considerarse todo un referente cuasidocumental de esta época, una obra destinada a perpetuar su mensaje impagable para aprovechamiento de futuras generaciones.
Por otra parte, a día de hoy, cumple una muy necesaria función de divulgación, rescatando del olvido uno de los más salvajes atentados cometidos contra los derechos y libertades ciudadanas de los últimos años, para de esta manera conseguir que perdure como referencia de cómo en esta gran colmena en la cual se ha convertido la humanidad, el 1% de los zánganos están dispuestos a utilizar todos los medios posibles para escalvizar al 99% de las obreras. La lucha por el bien común puede acabar siendo encarnizada, y probablemente lleguen momentos en que tengamos que firmar con sangre y dolor nuestras reivindicaciones y la no claudicación. Recientemente, pone los pelos de punta y el alma en la garganta, ver y escuchar al energúmeno del rey de Holanda, en un ejercicio supremo de sinvergonzonería anunciando que el estado del bienestar no es viable; eso sí, sentadito él en un trono dorado de 3 metros, con flecos de colorines. Por otra parte, los ciudadanos en estos úlimos años observamos con perplejidad cómo nos gobiernan políticos cada vez más mediocres, huidizos a la par que arrogantes, de un nivel intelectual cero y totalmente incompetentes, que han secuestrado la democracia por medio de programas electorales de trileros y oscuras redes de corrupción que conectan a todos los poderes en un festín jolgorio orgiástico a cargo de nuestros impuestos. La ética ha desaparecido por completo de la vida pública y en la ciudadanía crece el temor, la incertidumbre y la impotencia ante este círculo de buitres que ya visualizamos claramente sobrevolando constantemente nuestras cabezas. La partitocracia ha demostrado su absoluta falta de interés por ponerse a gestionar bien aquello que con y por nuestros impuestos exigimos, sino que están ahí para hacer negocio a nuestra costa, de una forma tan evidente que ni siquiera pueden esforzarse ya en ocultarlo. Y claro, la gente protestará legítimamente; mientras ellos los tacharán de terroristas, como recientemente han hecho de la manera más apestosa con los desahuciados y los afectados por las preferentes. De ahí a la carga policial, si vamos transigiendo, solo hay un paso.
De un tiempo a esta parte, además, se ha dejado de contemplar la posibilidad de tratar temas como el cambio climático, la economía sostenible, o las políticas de solidaridad y desarrollo dedicadas a países del tercer mundo. Si os dais cuenta, estos asuntos han pasado a ser ya debates de otra época. Ahora es el momento del sálvese quién pueda, y el de la incapacidad de reacción absoluta ante un sistema totalmente horadado por los más complejos y sofisticados sistemas de corrupción. Hasta ese punto nos han comido terreno.
Por eso, no limpiéis esta sangre que otros han derramado antes defendiendo lo de todos. Ahora que ya todos somos conscientes de que nos despojarán de todo aquello que nos dejemos sustraer no es tiempo para el consentimiento; y tampoco para el miedo. Transmitid el mensaje, indignaos e indignad a cuantos más mejor. Y no solo eso, manifestad abiertamente vuestra disconformidad, no la disimuléis, no os la calléis, no transijáis. No es momento para caer en la indiferencia, en la apatía, ni siquiera en el derrotismo. Si somos el 99%, supongo que algo tendremos aún que decir en esta fiesta.
pizzapasta
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