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España España · ALCALÁ DE HENARES
Voto de Inaki Lancelot:
6
Drama En la España de los 60, en plena agitación universitaria, cuando son expulsados de sus cátedras Aranguren, García Calvo y Tierno Galván, el viejo profesor Julio Denis, sospechoso de colaborar con la policía, se ve implicado en un confuso asunto que provoca su expatriación. La reconstrucción de su vida revela episodios de la lucha antifranquista protagonizados por estudiantes; uno de ellos desaparece de modo inexplicable tras ser ... [+]
24 de octubre de 2008
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La vida en rojo” es un film político sobre los métodos policiales empleados durante los años 60 en España, basado en el formato de falso documental.

Un grupo de universitarios revoltosos e idealistas, dirigidos por un enlace del PCE y cuya peligrosidad no pasa del reparto de octavillas en el Madrid de 1965, cae en manos de la policía militar. A partir de esta presentación vivimos, por un lado la descripción de los métodos coercitivos puestos en práctica en la DGS, y por el otro, la tragedia personal de Julio Denís, el hombre desasistido hasta su autoextinción.

El film denuncia la existencia de desaparecidos en aquellos interrogatorios y de sus abuelas del mayo español. Juega con símbolos como las flores siempre frescas en la tumba de Machado, reflejando lo que París significó para aquellos y, finalmente, muestra que el triunfo es para quien no se significa.

Sus puntos fuertes son las interpretaciones del elenco protagonista. Excelso José Luis Gómez, personifica la Desolación, la absoluta soledad de un hombre que no elige bando, que no desea que su nombre aparezca en ningún escrito, que no se integra, que habla poco y con voz trémula. A partir de su comunicación no verbal, de sus miradas y sus hombros arqueados, Andrés Linares, el director, nos presenta el desamparo del equidistante.

El segundo elemento es el torturador, ese oficio. José Sacristán presta su excelente vozarrón a la descripción de su método y Miguel Ángel Solá borda el papel de tan condenable figura, de quien odia tanto la debilidad como el avance científico, mientras se arroga el origen del progreso. Solá llena la sala con su pausada voz, su cinismo, su trágico sentido del humor, creando la duda sobre los cimientos de todo régimen totalitario. Porque éste descansa sobre la maldad de seres violentos, que disfrutan con el sufrimiento ajeno y reciben su reconocimiento como abnegados fieles.

El defecto del film nace de su estructura de collage propia del documental. La continuidad entre escenas fluye con dificultad y los personajes, con la excepción de Julio Denís, no crecen. El film se queda en una dimensión excesivamente política que no gustará a los que se sientan denunciados, aunque aporte el valor de información a quien no lo vivió o no quiso ser consciente. Apuesta claramente por la recuperación de la memoria histórica en su dimensión pública, pero pierde la oportunidad de ahondar en la familiar. Reconocía Sergio Perís-Mencheta que su padre había tenido una intervención en la revuelta y sin embargo, le había hablado poco de ello. Falta la película española que profundice en esa intrahistoria, que desvele la razones del silencio dentro del propio hogar.
Inaki Lancelot
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