Innecesario remake del famoso film que el indómito Sam Peckinpah rodara cuarenta años antes. La nueva versión resume más la historia y es un poco más explícita pero no resulta creíble. James Marsden no logra hacer sombra a Dustin Hoffman y el resto del reparto está descompensado. Alexander Skarsgård no pasa por un un sureño americano más bien parece lo que realmente es, un gigantón sueco con pintas de actor porno descamisado y depilado. Por su parte Rhys Coiro es de origen italiano, mientras que Kate Bosworth no es tan espectacular como para que los hombres del pueblo pierdan la cabeza de ese modo. Es decir, es menos guapa que Susan George. Y James Woods, más que un entrenador parece un psicópata demente, nada que ver con el personaje en el que se inspira que era mucho más convincente.

Toda la misoginia del film original queda relegada a un segundo plano. Este asunto era muy interesante en el film de Peckinpah, quien acusaba directamente a las mujeres de provocar sexualmente a los hombres con su comportamiento putesco. Sí que se establece el interesante debate sobre si la protagonista debería vestir más recatada en presencia de los palurdos del pueblo sino quiere evitarse problemas. Es decir, hasta que punto influye o justifica la vestimenta de la mujer en la actitud del hombre para con ella. Finalmente estalla el conflicto violento resuelto de manera muy similar al film original.

En suma, la película de Peckinpah ha envejecido muy bien y sigue siendo muy interesante. Por tanto la realización de un remake era del todo innecesaria. De ahí que aunque la película se deje ver, fue un fracaso de público.