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España España · Madrid
Voto de Charles:
7
Aventuras. Drama El capitán Vladimir Arseniev y su destacamento tienen que realizar unas prospecciones geológicas en los bosques de la taiga siberiana. La inmensidad del territorio y la dureza del clima hacen que se extravíe. Condenado a vagar por una tierra salvaje, Vladimir conoce a Dersu Uzala, un cazador nómada que conoce el territorio como la palma de su mano y sabe cómo afrontar las inclemencias del tiempo. Dersu enseñará a Vladimir a respetar la ... [+]
9 de julio de 2020
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las notas de un capitán ruso en su viaje por lo inexplorado nos retrotraen a otra era, a un momento especial, por el cual conoció a un cazador nómada con el que trabaría gran amistad.
Su nombre es Dersu Uzala, y la revelación del mismo ya avanza un relato poco común, de esos que quedan escritos sobre la madera del bosque, únicamente leído por los que tienen tiempo de hacerlo.

"Tiempo" es una palabra importante aquí.
Porque los hechos, los sucesos, cada pequeño instante que va cimentando la leyenda de Uzala en torno a la avanzadilla de soldados rusos no simplemente "pasa", sino que se siente, adquiere una importancia, un eco que quizás es insignificante para otros, pero para el Capitán Arsenev se convierte en motivo de fascinación y perpetuo descubrimiento.
Hasta su llegada casual para calentarse al fuego del campamento, Arsenev solo admitía belleza casual en el bosque, y continua alerta contra los peligros que en él habitan. Pero es Dersu quien le saca de su error: allá afuera, no son solitarios caminantes de la nada, sino visitantes de la "gente" que chisporrotea, la "gente" que aulla, la "gente" que brilla en el cielo.

Y eso fue, según vamos adivinando de las palabras del capitán, lo que cambió completamente su perspectiva de vida, probablemente influyendo en lo que era como persona, más allá de la taiga.
No vemos esa evolución, pues el marco queda circunscrito a esa naturaleza que ya no es misteriosa sino armónica, pero queda confirmado cuando en los siguientes años cada encuentro del casi ya mítico cazador despierta una alegría contagiosa entre todos los soldados caminantes.
Un sentimiento puro, bonito y sincero, que probablemente escaseaba por la época, y un canto al entendimiento que ya tiene un eco eterno en este clásico.

La dureza e injusticia asoman, en forma de nómadas silenciosos, temerosos de su ración de comida, o tal vez en accidentes fortuitos pero, precisamente, es el compañerismo lo que triunfa, aunque el propio pellejo corra peligro.
No hay frenéticas escapadas, ni muerte en las miradas. Lejos queda el subrayado con palabras que a la larga no significan nada. Puede el viento soplar, y borrar las huellas, el árbol caerse, y alejar la comida de mañana.
La vida se va ganando sin que el ego o la avaricia dejen su mella y, al final, se da uno cuenta de que solo ha visto hombres de palabra, jamás disparando un arma o dando la espalda a quien tenga al lado.

Es raro ese enfoque. Humanista, a todas luces lejano, casi ingenuo.
Hacen creer que no existe lo cruel o malvado.
Lo hay, lo tenemos de sobra en todos lados, lo seguiremos teniendo.

Pero, en este capítulo, en este diario de otro mundo escrito por capitán ruso... existe la amistad, y es algo que nada puede borrar.
Sigamos creyendo, y practicando, casi alienta Kurosawa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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