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España España · Madrid
Voto de horacio:
10
Comedia. Intriga Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Varsovia, durante la ocupación alemana. El profesor Siletsky, un espía al servicio de la Gestapo, está a punto de entregar una lista con el nombre de los colaboradores de la Resistencia. Joseph Tura, actor polaco, intérprete de Hamlet y esposo de María Tura, también conocida actriz, intentará evitarlo. Con la ayuda de los actores de su compañía, se hará pasar por el cruel coronel Erhardt y por ... [+]
23 de noviembre de 2008
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
En medio de una guerra feroz, el siempre elegante (como persona y como realizador) Ernst Lubitsch (1892-1947), conocedor de la barbarie comandada por Hitler, y él mismo hijo de un sastre judío nacido en Alemania se arrojó a lo que nadie se atrevía: crear una serie de historias de teatro dentro del teatro, de la realidad bien combinada con la ficción, y mientras se ríe de sí mismo —el mundo de los cómicos, al que él siempre perteneció desde el teatro de su juventud— tiene el coraje y la brillantez francamente iluminada de reírse de la mayor tiranía que el mundo conocía entonces.

Dos años antes ya lo había hecho el genial Chaplin con El gran dictador (1941), pero Lubitsch coge el antecedente y lo desarrolla con un mayor espíritu de combate, pues no se permite un solo momento de melodrama, sí, en cambio, tensión, suspense hilarante desde la primera secuencia antológica en la que un cómico se disfraza de Hitler y lo rodea amistosamente la gente que pasa por la calle... pero porque le reconoce a él y no al tirano. A partir de ahí, las veleidades y los infortunios de un grupo de actores se entrelazan para sobrevivir a sus muchos agobios y enfrentarse heroicamente a las tropas invasoras.

De la parodia de lo humano y lo divino no se salva nada ni nadie, ni siquiera un general alemán tan sádico como idiota conocido, para su orgullo, como Campo de Concentración Schultz, y entre medias un grupo humano lleno de debilidades se convierte en un modelo de combate para los dramas de la vida. Y todo con un admirable elenco en la producción y la interpretación.

A este director con una trayectoria intensísima en el teatro y el cine mudo le quedaban un par de comedias muy buenas, antes de morir: El diablo dijo no y El pecado de Cluny Brown... pero Ser o no ser ha pasado a la historia del cine como una obra maestra indiscutible.

Mel Brooks, otro judío con enorme sentido del humor, hizo en los ochenta un remake con su maravillosa esposa Anne Bancroft en el papel de Carole Lombard. Lo realizó con enorme respeto y permitió que nuevas generaciones accedieran con más facilidad a la obra original. Hoy en día, pocos se acuerdan del mérito de Mel, pero somos legión los que una y otra vez volvemos a poner la película y antes de darle al mando... ya nos estamos riendo de la primera secuencia con aroma a un Shakespeare como nunca habíamos visto.
horacio
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