Primos supone un paso atrás en la filmografía de Sánchez Arévalo, uno de los directores más prometedores de nuestro cine con un debut tan afortunado como Azuloscurocasinegro donde todo encajaba a la perfección. En esta ocasión, se ha decantado claramente por un tono de comedia intrascendente, disparatada y absurda, a diferencia de sus anteriores películas que funcionaban como tragicomedias. El guión está poco elaborado con situaciones ya manidas donde se recurre con demasiada facilidad al chiste fácil. Hay un lenguaje muy soez que se repite una y otra vez con continuas alusiones sexuales. Es cierto que en esta forma de hablar hay mucha cotidianidad pero, al mismo tiempo, de un autor de este nivel se esperaba un guión más inteligente que jugara antes con lo sugerido que lo explícito. Es demasiado reiterativo cuando sus guiones se caracterizaban más por la capacidad de elipsis, evitando caer en un discurso plano o esquemático.

La película tiene sus aciertos en un par de secuencias que resultan especialmente graciosas, sobre todo, el peculiar baile de los primos acompañado de un montaje ágil y los continuos guiños cinéfilos a títulos de películas. Además, es preciso reconocer una música tan apropiada, entre festiva y alegre, a cargo de Julio de la Rosa.

En relación a la dirección de actores siempre he destacado la buena labor de Sánchez Arévalo en esta faceta. Sin embargo, aquí los personajes están menos controlados por el propio tono que imprime la película que da lugar a cierto histrionismo en la mayoría. Sin duda, Inma Cuesta se sitúa por encima del resto como una gran revelación componiendo el único papel realmente natural, siendo creíble en todo momento y sin forzar nada. Quim Gutiérrez no acaba de convencer por esa tendencia a la sobreactuación exagerando sus traumas amorosos con una gesticulación excesiva y un tono de voz impostado. Raúl Arevalo tiene una excelente vis cómica pero en un registro de vividor y sabioncillo que tiende a repetirse bastante. Adrián Lastra cumple en un rol complejo que roza la caricatura. Antonio de la Torre es uno de nuestros actores más completos y es capaz de demostrar su enorme versatilidad en registros diferentes. Clara Lago demuestra su gran desparpajo y atractivo físico aunque esperamos verla en otros registros alejados del mito erótico donde se la encasilla últimamente.

En definitiva, echo de menos el Sánchez Arévalo tan fresco, preciso y contundente de su primer largo y de excelentes cortometrajes como Exprés, La culpa del alpinista, Profilaxis, Física II o Traumalogía (por cierto, la idea original de Primos estaba aquí presente). Es comprensible que haya realizado una incursión tan comercial en el género de la comedia y seguro que la película tendrá una aceptable respuesta entre el público, aspecto muy positivo para nuestro cine. Aún así, me quedo con ese autor de calidad capaz de cotas mayores y, por supuesto, estaré pendiente de sus próximos proyectos.