Nostálgica aventura de cuatro niños en la antesala de la pérdida de la inocencia. Añoranza de hazañas inolvidables con el aroma ochentero y el buen hacer de Rob Reiner en la dirección, un guión que los niños protagonistas bordan con prestanza y seriedad, en el que traspasan esa línea que divide la infancia que no volverá y la responsabilidad que permanecerá en sus vidas. Siempre le tuve muchas ganas a esta película y efectivamente me parece la mejor de una serie de filmes que pululaban en los ochenta con temática similar, entre ellos Los Goonies o Exploradores. Stand by me las supera con creces gracias a una historia mucho más realista e impregnada de un lirismo impecable en sus imágenes y acompañada de una buena selección musical.