“Un día me desperté con uno de esos hermosos amaneceres en la isla de Caprí y me acorde de Giordana la hija de Italia. Hice castillos en el aire. Era muy joven. Corrí por el mundo como bólido. En San marino sentí la adrenalina de la velocidad. Sentía perseguir un sueño en el que Giordana a veces aparecía. Alma dorada que fuer camino al cielo. En Roma y Milán pinte cuadros como animas de Diego Rivera, o Clemente Orozco o el Greco. Y pude ver las galerías de gente plasmada en galerías que se exhiben en el cine de Hollywood. Son obras de un cine sencillo y cotidiano retratando la vida de un pueblo resurgiendo de la devastación de la guerra. A muchas tormentas de distancia”
Choque de colosos invictos, dos seres paridos a partir de la locura de una mujer. Los hermanos del hierro, los hermanos muerte, los hermanos vida. Tan afines y tan diferentes. El reencuentro. Sendas diferentes. Un lugar en común. La tormentas del pasado se perciben a los lejos, como negros nubarrones que el viento de la libertad y el aire de la compasión dejaron atrás en esa tierra bendita de Florencia. Donde se formaron las ánimas valientes de la “Forza Italia”