Ganadora del Premio del Jurado en el reciente Festival de Sitges 2016, supone un film interesantísimo, con una primera mitad prodigiosa en cuanto a eficacia narrativa.
Todo, absolutamente todo lo relacionado con la autopsia, es cine grande, magnífico, con un interés in-crescendo a medida que los dos forenses van haciendo descubrimientos acerca del cadáver de la bella mujer que tienen delante.
Los diálogos, interpretaciones de Brian Cox y Emile Hirsch, conjuntado con una estupenda banda sonora y una excelsa fotografía de Roman Osin, hacen que el argumento se vaya tornando poco a poco en verdaderamente apasionante.
En este sentido, la película es magnífica.
Pero, ay, y en esto en Sitges no me dieron la razón mis amigos, creo que más tarde, sobre todo en el último tercio, la cinta cae, si no en picado, sí en gran medida, al magnificar los efectos visuales y sobre todo sonoros, supongo que para aumentar la intensidad dramática, para ser en realidad lo que se pretende: un film de terror/fantástico que de muchos sustos.
Pero creo, honestamente, que pierde fuerza y sobre todo calidad pues antes, sólo mediante la palabra, según van abriendo el cadáver y haciendo disecciones y valoraciones de cuanto ven, tocan, miden y pesan, se logra un sublime trabajo.
Pero más tarde la peli va de sustos, luces que se apagan y encienden, gritos, etc, y para mi gusto la calidad desciende, no la técnica, que es muy buena, pero sí que va a derroteros donde se quiere, evidentemente, epatar al público, y creo que lo logra. Pero yo, que soy más amante del cine de terror/fantástico tradicional, en la línea de los entrañables filmes de la Hammer, echo de menos la sobriedad narrativa de su primera mitad, donde sin tantos tecnicismos logra dejar sin respiración al respetable.
Pero, vamos, que está francamente bien y le auguro, y así lo deseo, un gran éxito comercial cuando se estrene en las salas comerciales.

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