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Voto de Antonio Morales:
9
Drama. Romance. Fantástico Un pintor arruinado y abatido por haber perdido la inspiración conoce, un frío día de invierno, a una chiquilla en Central Park vestida de un modo anticuado. A partir de ese momento se suceden otros encuentros, con la particularidad de que en breves intervalos de tiempo la chica se va convirtiendo en una bellísima joven, de la cual el pintor se enamora. Pero Jennie esconde un secreto… (FILMAFFINITY)
29 de octubre de 2013
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
David O. Selznick produjo para William Dieterle este memorable melodrama romántico, tan enormemente interesante como desconocido e infravalorado. Basada libremente en una novela de Robert Nathan, publicada en 1940, Selznick compró los derechos para que la interpretara su prometida, Jennifer Jones de la que estaba muy enamorado. Narra una intimista historia de amor entre Eben Adams (Joseph Cotten), un pintor frustrado y Jennie (J. Jones), una bella muchacha que el pintor conoce una tarde nevada de invierno en Central Park, N. York. El director de fotografía Joseph H. August, responsable de la magnífica recreación de la atmósfera medieval de “El jorobado de Notre Dame” de 1939, sería el encargado de realzar el impacto visual de la aparición femenina, con unos efectos especiales basados en un tratamiento impresionista de la luz.

Dieterle director de corazón romántico e indómito, tanto en sus películas de crítica social como en sus melodramas, enviste al mar embravecido, según los designios de Selznick de convertir la tempestad original en un devastador huracán, de la imagen de una naturaleza airada, incapaz de detenerse ante la belleza del arte, de aplacarse ante la fuerza del amor. La película incluye más sutilmente y con gran inteligencia otro amor imposible entre Adams y la Srta. Spinney (Ethel Barrymore). Hay un curioso paralelismo entre las escenas del pintor con Jennie y con la galerista, que al ser tan sistemático me obliga a suponer que no puede ser casual. De hecho, hay una absoluta correspondencia entre la fascinación que Adams siente por Jennie y la que Spinney, la madura galerista solterona siente por el pintor.

Sin excesivos datos externos – pero con la convicción que supone haber analizado la película con detenimiento – uno se siente tentado a esbozar una teoría, y es que la lectura del amor por encima del tiempo y la muerte es la prioritaria para Selznick mientras que Jennie como inspiración del artista capaz de expresar en el lienzo lo más profundo de sus convicciones era el interés prioritario del film para William Dieterle. Y desde esa óptica – no hay que olvidar que toda la película está narrada en primera persona por Adams – no deja de resultar divertido observar cómo el cineasta contrapone el nulo interés que para el pintor supone el mural de Michael Collins , que ha pintado exclusivamente para tener gratis las tres comidas diarias en el bar del irlandés, y la pasión con la que pinta el retrato de Jennie, sobre todo si tenemos en cuenta la intención del cineasta en incluir en sus films metáforas sobre la sensación de sentirse castrado por el férreo control del productor.
Antonio Morales
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