Che: Guerrilla

Después de la exhaustiva pero cansina Che: El Argentino no tenía demasiadas ganas de ver esta segunda entrega sobre la vida del Che. Pero al final la he visto, casi más por obligación que por placer.
Cuando la películas e vio en el Festival de Cine de Cannes muchos críticos coincidieron en señalar que ambas partes eran muy distintas. Mientras que la primera era más parecida a una película de acción, este segunda era mucho más reflexiva. después de verla no comparto demasiado esta idea. Yo diría que son bastante similares, y, en todo caso, no es que esta sea más reflexiva, sino que tiene menos acción.
La primera entrega nos dejo al Che y a Fidel Castro camino de su triunfal entrada en La Habana. Aquí el Che deja Cuba con la intención de extender su mensaje por otros países de Sudamérica. Así se introduce de incógnito en Bolivia con la intención de formar una guerrilla que haga frente al gobierno dictatorial del general Rene Barrientos. Y aunque no tardó en formar un grupo de casi cincuenta personas apenas consiguieron logros importantes en su lucha, perdiendo hombres poco a poco con el paso de los meses. A pesar de que la guerrilla salió triunfante en muchas escaramuzas, no consiguieron hacerse notar, como ocurrió en Cuba.
Steven Soderbergh va mostrando los hechos con precisión casi notarial, pero al igual que sucedía en la primera entrega, y aquí más si cabe, con una falta de pasión por los hechos narrados bastante descorazonadora. Seguramente el retrato que hace la cámara de Soderbergh de este último año de vida del Che sea mucho más parecido a la realidad que la más exaltada de las biografías, pero su interés cinematográfico acaba resultando más bien limitado y un tanto mortecino.
La principal baza de la película es la presencia del actor Benicio del Toro, del que se puede decir exactamente lo mismo que en la anterior película, ya que en realidad ambas son una sola película. Su transformación física es asombrosa, y nunca ha habido ni habrá un Che a su altura. También hay que decir que en otros aspectos su trabajo está contagiado por esa falta de entusiasmo de la que adolece toda la película. En cualquier caso es lo mejor con mucha diferencia de un reparto tan llamativo como irregular, especialmente en lo que respecta a la participación española.
No se desvela nada al decir que la película termina con la muerte del Che. Es justo en ese momento cuando la cámara se pone en el lugar del Che y mientras muere la cámara de Soderbergh se siente más viva que en cualquier otro momento de la película.

Segunda parte de la historia de Ernesto "Che" Guevara (Benicio del Toro), filmada en La Paz, Bolivia, que relata el intento revolucionario del Che en ese país desde 1966, con un grupo de cubanos y la desconfianza de los lugareños. Contrariamente a la Revolución cubana, dirigida por cubanos, ésta se siente entre los campesinos bolivianos como un intento de incursión extranjera. Las dificultades de esta guerrilla se perciben desde el principio del filme y el aislamiento de esta pequeña partida se siente en todo momento. Igual que la primera parte es interesante a lo largo de todo el desarrollo y se aprecian los avatares de esta trágica aventura de uno de los héroes más populares del Siglo XX. Casi todos tenemos ideas de los acontecimientos, pero las dos partes de esta película nos muestran qué aspecto pudieron tener los hechos, con excelentes actuaciones y sobresalientes imágenes.

Sorprendentemente, al sustituir las ciudades cubanas de la primera entrega por la selva boliviana de ésta, la violencia disminuye... y con ella el entretenimiento. Nos queda así un film de metraje amplio y extenso, pero que no tiene ni "guerrilla", ni excesiva relevancia política.

Según lo contado por Soderbergh, se da a entender, además, que la mayor diferencia entre la rebelión cubana y la boliviana reside en el interés de las clases más bajas de sus sociedades. Mientras unos prefirieron luchar, otras no.
Se abre además el debate del racismo, ¿se confía más en un autóctono que en un extranjero? Pues parece ser que sí, y en Cuba, a pesar de la nacionalidad del Che, Fidel apoyaba sus movimientos directamente, cosa que en Bolivia no enconctramos (ya que ningún alto mando local apoya la revuelta).

En resumen, queda poco que salvar de la quema, si acaso la idea de homenaje. La caracterización de un Che muy a la idea de Sartre, que venía a definir al "revolucionario" como a aquel que tras la revuelta no cambia su posición social, es decir aquel que gana la guerra y luego se quita de enmedio... y esto es lo que parece que hizo Ernesto Guevara en Cuba.

Para la segunda parte he bajado un puntito mi calificación con respecto a la primera, pero esto hecho desde la perspectiva de valorarla como película tratando de mantener una postura neutral.

Cae el ritmo, y no a logrado mantener las emociones de la primera parte y esto afecta (un producto cinematográfico de entretenimiento debería de ir de menos a más entre sus partes).

Por momentos se torna aburrida, pero no por esto se hace menos interesante. Es importante cerrar el ciclo y no quedarse con lo que ocurrió en Cuba, conocer el desenlace.

No hay que estar de acuerdo con la ideología para verla, proporciona herramientas para argumentar y generar nuestra propia opinión ya sea a favor o en contra. Hasta cierto punto sigue siendo neutral ya que esta basada en su diarios. No utiliza drama o acción en exceso para hacerla mas comercial y atractiva (y esto puede ser bueno o malo para muchos).

Finalmente, al igual que con la primera parte, tenemos conocimiento de cultura general.

Segundo segmento de la odisea fílmica de Steven Soderbergh alrededor de la figura de Ernesto “Che” Guevara (Benicio Del Toro), en este apartado se centra en su campaña en Bolivia tras el éxito cubano que deseaba replicar, en su afán por liberar los pueblos oprimidos latinoamericanos, bajo el lema de la Revolución de la mayor isla del Caribe: Patria o muerte.

En esta película el realizador opta por un desarrollo lineal de las acciones, recurre en menor medida a tomas de archivo, que en realidad se reducen al discurso de Fidel Castro cuando el Che renuncia para seguir la lucha en otras latitudes. De una forma simple y concisa logra contextualizar al espectador del camino a seguir en esta mal llamada segunda parte, se debe recordar que el Che es en realidad una magna obra de más de cuatro horas.

Así el filme recorre su llegada a Bolivia, camuflado como un diplomático de la OEA, en un momento contextual donde los controles de seguridad migratorios eran en realidad risibles. Rápidamente inicia su internación en la selva boliviana para iniciar la campaña, buscando entrenar a sus hombres, adoctrinar a los campesinos locales en favor de esta incipiente revolución, reclutar más soldados y luchar.

Paralelamente se comienzan a observar los movimientos de las autoridades oficialistas del gobierno y los militares, en su búsqueda por contrastar el accionar de la guerrilla, así como por supuesto, la intervención estadounidense que simplemente no podía permitir que otra nación de la región cayera en las manos del marxismo, en un contexto como el de la Guerra Fría donde esto sencillamente no se puede obviar.

El largometraje resulta ser un tanto pesado, ni que decir si se piensan ambos filmes como uno solo, se vuelve un tanto reiterativo en su intención por acercarnos a la guerrilla y su andar por la selva. Donde gana en emotividad es en el enfrentamiento final donde el Che es apresado, la angustia de un hombre fiel a sus ideales luchando hasta el último instante está muy bien retratado, así como su destino final, ejecutado, por cierto, de forma interesante por el propio Soderbergh que también funge como director de fotografía.

A pesar de que se da lo mismo que en El argentino, donde las acciones se observan desde un tercer punto de vista que no busca tomar partida por ningún sector, el filme logra generar empatía por el protagonista, y el grupo que le acompañó hasta el último momento, independientemente de la validez que se le otorgue a su discurso por parte del espectador. La obra de Soderbergh sobre el Che concluye siendo un buen trabajo, que busca fidelidad y no tomar parte por ningún sector, una obra que es muestra clara de la multitud temática de su filmografía.