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Juegos prohibidos

Drama. Bélico Junio de 1940. Centenares de franceses, entre los que se encuentran la pequeña Paulette y sus padres, se dirigen en un desesperado éxodo hacia el sur de Francia. Los aviones nazis sobrevuelan el camino y bombardean sin piedad a la multitud. Los padres de Paulette y su perro mueren durante el ataque. Alguien lanza el cadáver del animal al río, pero la niña, incapaz de separarse de él, decide seguirlo, lo que propicia su encuentro con ... [+]
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Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
22 de julio de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me esperaba una película solemne y tristona sobre las penurias de la infancia en tiempo de guerra y me encuentro con una sátira del formalismo religioso !Vaya sorpresa! El comienzo es dramático (que real resulta la II Guerra Mundial en blanco y negro) y la cámara siguiendo a la niña perdida tiene un tono lírico. Y yo pensaba que el resto de de la película oscilaría entre esos registros y estaba preparando los pañuelos.
Pero la aparición de la familia de campesinos, un tanto caricaturescos, y el asunto de la formación religiosa de la niña han hecho girar la película hacia la comedia. Los críos comienzan a recrear los ritos funerarios que ven practicar a los adultos con todo tipo de bichos. Incluso con más sentimiento. La desaparición de numerosas cruces implica a nuestros campesinos, a sus vecinos y al cura en un misterio bufo que revela la vacuidad y superficialidad de la religiosidad naive y sentimental de amplios sectores sociales fácilmente sugestionables. Como los niños.
Los niños se toman con absoluta naturalidad los grandes misterios de la vida. No sólo la muerte, también el amor. Bendita inocencia.
Todo el reparto está muy natural, pero el crío, Georges Poujouly, se lleva la palma con ese tierno pequeño salvaje. Brigitte Fossey es una adorable muñequita linda. La guitarra de Narciso Yepes introduce una suave melancolía y la fotografía también es notable. Ah! Y al final si que hace falta el pañuelo.
iñaki
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18 de enero de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por favor no me juzguéis sin leer toda la crítica, o porque habéis interpretado el título de una manera distinta que yo, pero ese juego prohibido en mi opinión no se refiere a los juegos de los niños, si no al juego que juegan los padres, y que los niños cuidadosamente imitan.

Se refiere al juego de la guerra, del odio, ese juego sin sentido entre vecinos con aviones que bombardean y que se lleva vidas al cementerio. El mismo juego que a menor escala juegan dos familias vecinas, que se odian sin saber por qué, y que se culpan de todos los males, aunque quien ocupa la casa de al lado sea una familia como la tuya.

Esos juegos que los niños pequeños imitan jugando a 'cementerio', siempre preparados para escaparse de una bronca culpando igual que sus padres al enemigo: el vecino. Juegan al mismo juego, pero con una condición: no matarás.
Sus hijos adolescentes ya no están dispuestos a imitar a sus padres, no comprenden esos juegos que juegan los mayores, ni les interesan, ellos prefieren jugar al amor.
Y sus hijos con mayoría de edad directamente se niegan a jugar, prefieren seguir vivos antes que luchar al frente.

Hace poco, paseando por la calle escuché unos niños que jugaban, y uno gritó "¡juguemos a "buscar trabajo!" Me quedé congelado, no solo de asombro si no que quería conocer ese juego. El juego consistía en pasar lo mas rápido posible por muchos lugares donde dejaban su 'currículum'. Los niños imitan a sus padres, y esta película lo ha reflejado con grandeza. Esa reciente experiencia me ha hecho valorar aun más esta pequeña joya.

Juegos Prohibidos es una crítica a la guerra, al odio, a juegos a los que niños nunca deberían jugar. Está llena de mensajes sutiles al mismo estilo que una de las grandes obras maestras de nuestro país: El Espíritu de la Colmena (1973). Junto con Cría Cuervos (1976) estas tres películas son las únicas que conozco que muestran con efectividad y profundidad el mundo visto desde los ojos de un niño. Son únicas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Antonio74
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23 de agosto de 2015
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras los maravillosos acordes de la guitarra del maestro Narciso Yepes suenan en mi reproductor de CD, evocando la música que ilustra poéticamente “Juegos prohibidos”, intento escribir unas palabras coherentes que describan lo que he sentido y disfrutado al volver a ver esta conmovedora película de René Clément, premiada con el Oscar a su calidad, pues aún no se había instaurado el Oscar en lengua extranjera. La película, una de sus más populares junto a la grandiosa “A pleno sol”, me ha parecido un sencillo y emotivo relato que muestra la peculiar amistad que se establece entre la pequeña Paulette (Brigitte Fossey), una niña de cinco años cuyos padres han fallecido en un bombardeo de los alemanes, y Michell (George Poujouly), de once años, hijo de unos granjeros que adoptan a la niña.

La barbarie de la guerra y la sombra cotidiana de la muerte provoca que los niños se entretengan, inocentemente, con un macabro juego infantil, consistente en enterrar uno al lado del otro a todos los animales muertos que encuentran por las cercanías, llegando a construir un pequeño camposanto adornado con flores y cruces sustraídos de un cementerio local. De este modo, la idea de la violencia colectiva queda metafóricamente reflejada en la obsesión infantil hacia los entierros por parte de los niños que, muy pocos días antes, han presenciado la muerte de sus seres queridos, sus padres, en caso de la niña, su hermano mayor, en caso del niño. Filmada en blanco y negro por el operador Robert Juillard, a veces luminosa y a veces fantasmagórica.

La película hace gala de un peculiar detallismo al mostrar la tragedia humana, transmitiendo como un clima perturbador, uno de los aspectos más llamativos reside en su manera poética de mostrar la muerte como un elemento inquietante pero, a fin de cuentas, natural, por medio de una curiosa insistencia en la presencia de animales de todo tipo (caballos, perros, ratones, vacas, polluelos y cucarachas) que componen una suerte de sinfonía visual que conducen el relato hacia extremos inesperadamente abstractos. Una película mágica, de atmósfera extraña e insegura que nos conduce a un inevitable pesimismo por la abyecta irracionalidad de los hombres. Es lo que a grandes rasgos me sugiere esta inolvidable y humilde película que recomiendo encarecidamente.
Antonio Morales
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4 de mayo de 2008
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
88/18(20/04/08) Notable cinta. Delicioso retrato de la infancia, de los mundos que la mente infantil es capaz de crear en medio de la tragedia, maravilloso canto a la amistad entre dos niños, con unas interpretaciones de estos, prodigiosas, de un realismo sobresaliente. Rene Clement no nos empalaga con un dramón , si no que es de agradecer que nos mete humor en medio de toda esta tristeza, de no ser por esto hubiera resultado el film demasiado seco. Con una ambientación que está a la altura de lo que la película requiere, no me queda más que recomendarla a todos los que gusten del buen cine. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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27 de noviembre de 2010
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra de esas películas que resultan especiales al mostrar la brutalidad y barbaridad humana a través de la mirada de dos inocentes niños. Éstos conectan entre ellos y con el espectador desde el primer minuto en el que se conocen, regalándonos complicidad y emotividad en cada uno de sus breves y sincerísimos diálogos. El contexto perfecto para inmiscuirnos en el filme es el de La Segunda Guerra Mundial, en el que nada más empezar nos damos cuenta de que la cosa no va a broma al mostrarnos la muerte de los padres y el perro de la cría "gracias" a la vil cacería nazi desde el cielo. Unas escenas en las que gracias al sonido ambiente resultan espectaculares.

A medida que avanza la cinta, la trama se centra en las aventuras, rituales y juegos de ambos protagonistas, siempre con las penurias de la guerra como telón de fondo, sobre todo cuando la cámara enfoca a los adultos, quienes también tienen tela que cortar en la película. Estos juegos, aparentemente inocentes, traerán problemas a los habitantes de la campiña francesa donde viven y también al guión, que desfallece tan sólo un poco en la parte intermedia. El final pone la guinda al devolver el drama que se aparcó al principio, abatiendo al espectador de ojos humedecidos y con la pregunta del millón al ver la última escena.
Condosco Jones
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