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Policía, adjetivo

Drama Cristi es un policía que se niega a arrestar a un joven muchacho que ofrece hachís a dos de sus compañeros de clase. “Ofrecer” esta castigado por la ley. Cristi cree que las leyes cambiarán y no desea tener sobre su conciencia la vida de un muchacho irresponsable. Pero para su superior la palabra conciencia tiene un significado completamente distinto... Seleccionada por Rumanía como candidada al Oscar 2010 en la categoría de "Mejor ... [+]
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
26 de enero de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La dialéctica como arma de doble filo. Si bien el cine de Corneliu Porumboiu no ha dejado de avanzar en un compromiso formal cada vez más férreo —algo que ya se deducía de su inclinación al uso del trípode en su ópera prima, 12:08 Al este de Bucarest—, el fondo de una obra casi siempre disociada del terreno a priori dominante, ha marcado unas claras constantes mediante las que el rumano no ha cedido en su empeño por analizar de un modo casi clínico el medio en el que trabaja. Algo que, más allá de sus implicaciones, se ha podido deducir en una obra dedicada a ese estudio, y postergada en una inclinación discursiva que no siempre ha requerido de esa cualidad para marcar unos parámetros: el espectador juega un papel tan importante como el del propio Porumboiu en su cine. No es que a través de esta afirmación se desprenda que el cineasta deja sus reflexiones únicamente en manos de la audiencia, delimitando un espacio mediante el cual trazar deducciones no extraídas del propio texto, más bien se trata del modo de sugerir en ese texto todo aquello que delimita —o, incluso, deja de delimitar— la introspección realizada.

En ese sentido, Policía, adjetivo probablemente sea uno de los trabajos donde más recovecos se advierten en su filmografía, y es que si en films posteriores como When Evening Falls in Bucharest or Metabolism o The Second Game se proponían —debido a su naturaleza, entre otras cosas— con cierta direccionalidad temas más valiosos en el devenir de Porumboiu como creador, es en su segundo largometraje donde todo se sustrae de una reflexión igualmente poderosa pero, en apariencia, más alejada del medio. De este modo, el habitual estilo del cineasta —disgregado (parcialmente) en pocas ocasiones, una de ellas esa El tesoro cuyo estimable fondo bien podría hallar concomitancias con esta Policía, adjetivo— vuelve a surgir en un terreno donde sus habituales bloques cobran mayor sentido que nunca, y es que, ¿hay mejor modo de definir la nimiedad que mediante esa estructura donde el diálogo se impone a la intrascendencia de la acción para abrir nuevas vías?

Así, el engranaje armado en Policía, adjetivo no encuentra razones sólo en su título y las disertaciones que lo definen, también lo hace en una estructura que, como viene siendo habitual en el cine de Porumboiu, resulta capital en el momento de comprender y considerar la verdadera esencia de la obra. Alejada, como no podría ser de otra forma, de la condición suscitada por los enlaces genéricos que a priori debería trazar —incluso acercándonos a un cine cuya autoría no atiende a convenciones—, la cinta explora un enlace efímero que se reproduce a través de su configuración; la imagen no hace sino suscitar un plano distinto, aquel entorno al que la misma complexión del formato se minimiza para coartar las propiedades del género. Con ese gesto no busca Porumboiu dotar de una mayor importancia a los segmentos en los que finalmente desarrolla ideas e inquietudes tan significativas como su sugestivo fondo, más bien deconstruir aquello que no es sino un pretexto para el rumano, una mera hipótesis —como las del protagonista ante la situación que le toca afrontar, o aquellas que encara lenguaje (o diccionario) en mano— acerca de la que desarrollar otro juego intertextual, de esos que muy pocos cineastas han demostrado saber madurar así, no con una lucidez y determinación dignas de un autor al que calificar de distinto sería poco menos que una descontextualización: como si a él le quitasen sus categorías para confrontar una baraja que carecería de completo significante sin esas inimitables metástasis.


Crítica para www.cinemaldito.com
@CineMaldito
Grandine
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7 de noviembre de 2009
10 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me gusta el cine mudo del siglo XXI. Así llamo a estas películas dónde todo el guión puede escribirse en un folio a dos caras. Dónde si el protagonista tarda 7 minutos en cenar, nosotros estamos exactamente siete minutos viendo como cena. Este recurso en contadas ocasiones sale bien, y suele derivar en el aburrimiento general y en que la película parezca durar el doble de lo que realmente dura.
Y eso que la idea argumental no es mala. Plantea el típico dilema moral de un policía que no acaba de ver justa una ley que tiene que acatar. Puede valer. Pero todo se desparrama cuando el director nos obliga a ver durante 4 minutos como el protagonista espera en una sala, o durante 6 verlo esperar en una esquina.
Alcanza el 5 gracias a dos o tres golpes de humor que consiguieron arrancarme una sonrisa, que si no...
Wildbunch
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9 de diciembre de 2021
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Interesante, también como ejercicio de paciencia. Una trama exigua para casi dos horas con escenas largas, casi inmóviles a veces, con cámara fija. Planos secuencia a tope.
Tiene un algo, una sobriedad de un realismo a pie de calle. Un protagonista corriente, un policía de una comisaría cutre en un barrio de la ciudad rumana de Braslov.
Lo de fondo es que le piden comprobar de dónde vienen los porros que se fuman dos chavales y una piba.
Todo muy a ras de cámara. Tampoco hay música. Los tiempos de espera del poli se nos hacen eternos como seguramente a él mismo.
En una escena larga, esperando hablar con su jefe, bosteza. Y yo le acompaño. Casi se duerme. Él no, pero yo doy una cabezada.
Y es entonces cuando la película se pone muy interesante…con un toque de comedia del absurdo. Al fin y al cabo Ionesco era rumano.
La película podría haberse titulado “Una cuestión de conciencia”. Es de esas películas que van de menos a mucho más.
yoparam
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11 de noviembre de 2009
7 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Señores, si a esta "película" vamos a llamarla cine, en la definición de tal palabra en el diccionario habrá que añadir un anexo.

Vi esta cinta hace unos dias en el Festival de Cine de Sevilla. Por supuesto, antes de sacar la entrada ya había visto su nota y sinopsis en filmaffinity. Pues bien, por primera vez, esta nuestra pagina web me ha fallado. Police Adjetive estaba calificada con una nota cercana al siete, algo que no alcanzo a entender. Por lo tanto ruego a todas las personas que le han dado una buena nota, que me envien un mensaje explicándome los motivos de dicha nota. Si me convencen, prometo cambiar mi nota, palabra de usuario.

Debo continuar diciendo que es buena la idea de un policía que no se siente identificado con la ley que debe hacer respetar, por lo tanto su moral y su ética pueden ser un submundo interesante. Apenas se divisa una finísima trama donde no sucede nada y para mas inri, la dirección es horrible, cortando mas de una vez la figura encuadrada. Es mas, no exite dirección alguna, por no haber, ¡no hay planos! ¡No hay escorzos! Ni siquiera un misero primer plano de un rostro, que digo, todo es plano general, siempre distante de aquello filmado. Podríamos decir que son una especie de planos-secuencias lentísimos, sirviéndonos algunas ocasiones casi diez minutos de plano con la cámara inmóvil, todo ello para mostrarnos hechos tan simples como una conversación, una comida, un paseo por la calle. . . Todo se prolonga de manera eterna e innecesaria. La palabra que lo define es desesperante. Cansaría hasta a un invidente. Es peadísima de ver y lleva al espectador a pensar en la lista de la compra antes que en lo que tiene delante.

Os estaréis preguntando que si es tan mala como digo, ¿por qué le he dado un tres?
Dire ahora para vuestra sorpresa, que contiene tres o cuatro de los diálogos mas refrescantes que he visto últimamente, con toques a lo tarantino, sembrando siempre algo para romper con una broma al final, y creedme, hace reir de lo lindo.

En conclusión, si en Rumanía no hay ni para comer, mucho menos habrá para hacer una producción decente. De modo que tenemos ante nosotros la definión mas plástica de la expresión "con cuatro duros", en este caso con cuatro lei, que es la moneda oficial de allí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
el puerta
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