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La buena estrella

Drama. Romance Rafael es un carnicero estéril que lleva una vida triste y solitaria. Un día auxilia a Marina, una muchacha tuerta a la que su novio estaba apaleando. Además, la aloja en su casa, aun sabiendo que está embarazada. Muy pronto, ambos se plantean cumplir un sueño que hasta entonces les parecía imposible: formar una familia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 46
Críticas ordenadas por utilidad
25 de marzo de 2009
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
CUESTIONARIO PARA REFLEXIONAR DESPUÉS DE VER LA PELÍCULA:

1.- El crítico cinematográfico Alberto Bermejo escribió en el diario El Mundo: "Las imágenes de La Buena estrella insinúan la estructura de una tímida comedia de enredo, los aromas surrealistas de un thriller con inquietudes sociales y la rotundidad de un melodrama descarnado, pero se eleva por encima de las ataduras de género para situarse valientemente en el territorio apasionante y nunca suficientemente explorado de los sentimientos, de las relaciones humanas menos catalogables",... Hay, además, una serie de elementos que le dan a la historia un aire de cuento. Comente cuáles le parece que son.

2.- La estructura de la película presenta el siguiente esquema:

- prólogo
- primera parte, la tuerta
- segunda parte, el guapo de cara
- tercera parte, el manso
- epílogo

Explique las diferencias y semejanzas que existen entre cada una de las cinco partes entre sí, y en su conjunto, tanto en la composición como en el contenido.

3.- Según René Girard, el triángulo amoroso no surge de que alguien desee la mujer del prójimo y por lo tanto se convierta en adversario de éste, sino que del deseo de ser como el marido surge la necesidad de desear todo lo que desea él, incluso su esposa.
Analice cómo evoluciona la relación entre Daniel y Rafael, prestando especial atención a lo que el uno va tomando del otro, y viceversa, y al acercamiento final.

4.- Ateo confeso y anarquista militante, Ricardo Franco recibió una Mención Especial del Jurado Ecuménico del 50 Festival Internacional de Cannes por La Buena estrella que rezaba así: "En la gran humanidad y sinceridad que emanan de esta obra, sin conllevar moralización, y reconociendo otro tipo alternativo de felicidad, los personajes, a través de sus propias debilidades, tienen el instinto de hacer el bien y, superando su egoismo, se disponen a aceptar situaciones no convencionales". Diga si está de acuerdo con las conclusiones de dicho jurado y argumente por qué.
astimegoesby
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26 de agosto de 2009
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ricardo Franco sabe contar historias. Ha sabido siempre, pero esta le ha salido bordada. La cuenta con la convicción del que la ha contado muchas veces y sabe que así gusta. Que emociona. Que al terminar, le vamos a pedir “Otra, otra…” Esto hay quien lo llama oficio, y está muy bien.

Se trata de una historia cotidiana de las que tienen que ocurrir dos por barrio cada lustro. Con personajes tan de la calle como un carnicero, un expresidiario y una pobre huérfana metida a chica de arrabal.

Se ha dicho que Antonio Resines está soberbio. Me alegro por él. Yo creo que se pone al servicio de una obra soberbia. Rafael, el carnicero, es un hombre tranquilo y comprensivo. Un manso con un pasado traumático. Seco, tímido, solitario… y Resines lo interpreta contenido, lo compone creíble, acorde con el cuento.

Maribel Verdú encarna a Marina, una muchacha herida en lo más hondo y en la superficie. Una tuerta que ve mejor de lo que cree. Una cría abandonada que siempre ha querido tener una familia. Ella también sirve a la historia con oficio, y esta se erige como la única protagonista.

Tal vez Daniel, el expresidiario, sea el papel más destacable. Por histrión y por menos cotidiano. En él, Jordi Mollá ha debido componer con menos de sí mismo y con un plus de arriesgada creación, al borde de la exageración, en el filo de la sobreactuación. Y en las primeras escenas llegas a temerte lo peor. Hasta que el personaje te acaba envolviendo en su realidad bizarra, y en cada chiste, en cada mirada, en cada frase, en cada sonrisa, se va haciendo persona real. Y aunque trágicamente, acaba siendo el verdadero papel bombón de esta pequeña gran película.

“La Buena Estrella” tuvo una excelente acogida en la 50ª edición del Festival de Cannes, donde obtuvo la Mención Especial del Jurado. Ricardo Franco firma guión y dirección, y demuestra haber sido uno de los cineastas españoles con el ojo más tierno y duro a la vez. No podemos olvidar su “Pascual Duarte” de 1976. Fueron sus ojos, precisamente, su mayor preocupación en aquellos años:

“Mi visión no es normal. Es muy particular, y puede haber influido en La Buena Estrella. Tengo la sensación de que me he acercado más con la cámara, a los actores, que antes, y por ello he tenido que moverla más…” “Y es curioso porque yo veo muy bien de cerca, y a partir de los tres metros, pero mi percepción del mundo es más estrecha, más limitada. No veo detalles.”

A Ricardo Franco le pareció muy sugestivo conseguir hacer creíble que tres personas muy normales, de un nivel cultural bajo, sin inquietudes artísticas ni intelectuales, llegasen a una convivencia “triangular”… “…hablar de la vida y los deseos de un carnicero y de dos productos de orfanato. Me encantó esa idea”

Y a nosotros tu película.

¡Otra, otra…!
Rick el acomodador
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2 de septiembre de 2011
34 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los títulos iniciales me predisponen un poco contra la película (asumo que de forma un tanto injusta) al enterarme de que una de los coguionistas es la que atesora el dudoso honor de dar nombre a una ley de general contestación en los últimos años: Sinde. Tiene además la esforzada Ministra un pequeño cameo de funcionaria en el registro civil, quizá premonitoria de su posterior vocación para la gestión de la cosa pública.

Película notablemente “inverosímil” aunque el consabido rotulo final certifique que se basa en hechos reales. No tenemos noticia del grado de adaptación o desafección con la realidad de lo narrado, pero intuyo que los guionistas se han concedido generosas licencias.

Empecemos por la caracterización del “guapo de cara” Jordi Mollá, muy lejos de dibujar de forma creíble el tipo de delincuente. ¿Cuándo dejará nuestro cine de retratar a los presuntos delincuentes -que en el cine español son doblemente presuntos pues no se los cree nadie- con esa acostumbrada voz ronca, áspera de cazallero que emite aquí Mollá y también Tosar en la también sobrevalorada “Celda 211”?. Las risotadas de Mollá son mas falsas que las que expelía Mozart en Amadeus.

El personaje interpretado por Resines, no es que sea manso, no, es que directamente es bobo, pues las putadas que le infligen de todo orden las digiere con una entereza beatífica que ni se justifica ni por cierta bonhomía derivada de una - apenas apuntada- religiosidad ni por su veneración hacia la “tuerta” que, al contrario de lo que aseguraba el bolero de Machín, ama a dos personas a la vez “y no esta loca”. Todo tiene un límite, incluido para el enamorado más febril. Breve memorial de afrentas se indican en el spoiler.

El numero de situaciones improbables es fecundo, desde la chocante que resulta desde el punto de vista sociológico la casa “do mora” el carnicero (el guión justifica que, en realidad, es la casa de los padres a los que sin duda el espectador alabará su buen gusto) hasta las prórrogas “sine die” de la estancia en la casa del gorrón Mollá, pasando por la (literal) bajada de calzoncillos de Mollá, fuchinga al aire para la cura de sus heridas por su atenta novia(operación realizada con notoria publicidad y alevosía, cuidando que la puerta del baño quede abierta en ángulo directo de visión del canonizable mansurrón para su mayor mortificación), la conversión de la ordinaria “tuerta” en un remedo pijo de Carmen Lomana en breve espacio de tiempo, etc...

Como remate, un clásico en nuestro cine: los abundantes diálogos apenas musitados e inaudibles, problema sin embargo soluble gracias a la TDT que nos permite ahora seguir las películas españolas con subtítulos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alvaro3
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4 de febrero de 2009
18 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ay Resines, ! si es que te toman por bobo ¡ Como puedes dejarte humillar de esa forma, muy bueno el rótulo que le pusieron de "El manso", le viene que ni pintado, tanto que no me he creído en ningún momento tanta paciencia, tanta buena educación y saber estar, un poco más y le cojo más odio a Resines que a Mollá. Es aquí donde el argumento no me termina de convencer, una persona así no existe. Además el que la película tome el rumbo sentimentalista hacia el papel de Mollá es bastante difícil de creer, que mensaje nos quiere transmitir el director, ¿mientras mas malo seas con una persona, mejor te tratarán? Yo no me emocioné ni un poco ya que no me sentí identificado con ninguno de los personajes.
panchito
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24 de abril de 2018
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Te golpea, y lo hace porque a medida que los años se deslizan, todas nuestras expectativas, se vuelven un poco como lo que acontece en La Buena Estrella.

Cada uno de nosotros somos como el personaje de Resines, o la Verdú, incluso no es complicado encontrar algún Jordi Mollá... La ausencia de verdad, de ilusión, de esperanza, de saber que lo que la vida te va entregando, es mucho menos de lo que ya te dio. Ahora todos debemos subsistir con la afrenta del despojo, de los afectos que tal vez no sean ciertos, de esas miradas que esconden más que muestran. Y al final nos conformamos con lo que nos entregan, maquillado o escaso. Porque la auténtica verdad, desapareció tiempo atrás.
De todo eso se habla... de todo eso y de más.
LEUGIM
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