Mommy

Gusta, y mucho, ver aparecer gente sin complejos que se pasan los convencionalismos por el forro, lo políticamente correcto por la entrepierna, y que utilizan su inusual inteligencia para fustigar, sin proponérselo, a hipócritas y meapilas; en sus ratos libres dan lecciones a los catedráticos de la moralidad. Por si fuera poco, estas personas, entre las que podemos incluir sin miedo a equivocarnos a Xavier Dolan, gozan de una envidiable juventud y de un talento que abrasaría de envidia, otra vez, al pobre Salieri si su fantasma siguiera condenado a estar cerca de las reencarnaciones de Mozart.

Mommy, es la tercera película (Yo maté a mi madre y Laurence Anyways) que veo de este muchachito portentoso. No me extraña que algunos lo califiquen de soberbio, prepotente y chiflado experimental; ¿qué hacer cuando no puedes encuadrar a alguien con tanta sabiduría y con tan corta edad?.
Imagino, eso sí, que debe ser una persona difícil; al menos para los de su generación a quienes les llevará un adelanto intelectual de varios lustros. Los más avezados, por los años, no tendrán tampoco capacidad física para aguantarle al mozalbete todas sus volcánicas ideas y sus vertiginosos proyectos. En fin, que te va a tocar andar por ahí más solo que la una, por haber nacido un puto genio.
Yo, Xavi, me alegro mucho de que seas así, aún a sabiendas de que no debe ser muy satisfactorio eso de ser un bicho raro; pero qué le vamos a hacer, los humanos somos egoístas por naturaleza.

Me he alargado con los prolegómenos porque qué decir de tu quinto largometraje que no hayan contado ya mis colegas en las 98 críticas anteriores... Bueno, pues, que resulta apabullante por la cantidad de información que trasladas: sobre los protagonistas, la sociedad, el absurdo, la infelicidad, el síndrome de TDAH, las relaciones personales, la violencia (ejercida de distintas formas), los fracasos afectivos, lo natural, lo artificioso... A veces lo presentas con escasos datos y eso, todos lo sabemos, es una gran virtud del narrador.
Que las vidas de Die, Kyla y Steve forman parte de una distopía que empezará pasado mañana, ya que el proceso de alienación se encuentra en la última fase, vamos que solo falta la firma, unilateral, del Gran Hermano. Y que a mí la técnica esa de cambio de pantallas que utilizas me parece bien, nada forzado; y no me ha influído, en absoluto, en la concentración.
Yo ya soy mayor y tus peliculas me transmiten y me enseñan, poco me importa que sean caóticas, que me suban las pulsaciones y que algunos prestigiosos forenses, de temida pluma, digan sobre tí que eres pretencioso. Yo me las creo y los actores de Mommy también.

Argumento original, juegos con desenfoque y colores, una banda sonora excelente.
Es genial la relación entre madre e hijo, a la que se incorpora una vecina tímida, acaban siendo geniales. Un niño al que no pueden controlar, ni siquiera él mismo. Entre todos van ayudando para dirigirlo al buen camino.
Lo de cortar la pantalla y abrirla cada vez que la situación empeora o mejora es original cuanto menos. Los colores que están en esa pantalla partida, ayudan a trasmitirte la situación de los personajes.
La banda sonora, haya canciones que te gusten más o menos, encajan perfectamente, precisamente conocí está película por la escena en la que sale Wonderwall, maravillosa. Igualmente no me gusta demasiado Lana Del Rey, pero la canción queda perfecta allí.
Doy más en spolier.

El ser humano es una escala de grises, nunca es ni blanco ni negro, y tenemos que cargar con esa cruz queramos o no. A veces no hay opción A o B, a veces hay que hacer de tripas corazón, y si tienes una piedra en tu camino no te vale con apartarla o esquivarla, tienes que meterla en la mochila, y el peso a medida que avanzas, cada vez es más fuerte.

Lo más importante que he sentido viendo esto, es que me ha teletransportado al corazón de dos personas que viven en nuestro mundo. Hay unas cuantas escenas brutales, exprimidas al máximo, y que hacen que las pulsaciones se te aceleren. Se nos muestra desde el principio que la madre maneja hilos muy parecidos a su hijo, aunque este último tiene una versión violenta que hace de su vida y de los que están alrededor un auténtico calvario. Es un boceto de una relación que queramos aceptarlo o no sucede en la vida real y tristemente es más común de lo que pensamos, y la manera en que la película consigue transportarlo a la pantalla es muy buena.

También veo cosas negativas.

Para mi, la vecina (en cuanto a su propio personaje), no la veo más que un títere empeñado en hacer aún más inflamable la bola de fuego entre la madre y el hijo. No digo que sobrara, pues consigue aferrarnos a la relación entre ellos de manera mucho más efectiva, y también es una terapia primordial no solo para la madre, sino para ella misma. Pero sí, siento al final de la historia que no ha sido imprescindible.

La película la veo excesivamente larga para lo que quiere contar. Hay muchas escenas excesivamente estiradas y que consiguen cansarte un poco. Tampoco creo que sea necesario exagerar tanto la conducta del niño con los demás, ya el espectador entiende que es malhablado y violento, no hay que mostrarlo sin parar en cualquier momento de su vida, y cuando digo momento, digo escena tras escena.

Creo que hay un caos bastante grande. No sé por qué pero me da la sensación de que en ciertos compases de la película no sabían por donde tirar. Hay saltos que te dejan un poco mareado.
No encuentro un orden a todo, aunque siga un patrón en torno a la consecución lógica de la trama. Conforme se sucedían iba pensando... ¿cómo se va a cerrar todo esto?

El final me deja un poco frío, y creo que es una consecuencia de lo citado anteriormente, del desorden tan grande que se ha elaborado, y que luego no han sabido qué hacer con él. Digamos que el mensaje de dolor entre la relación mutua de la madre el hijo y también la vecina, se hace llegar. Tras eso queda un chascarrillo sobrante muy apático.

Pero, creo que es merecedora de esta nota. No por su formato en 4:3, ni por su BSO, ni por que me parezca original, sino porque ha conseguido hacerme sentir la vida de los personajes durante 2 horas, y eso es lo importante.

Xavier Dolan consigue, a través de un relato familiar íntimo y de altibajos frenéticos, embaucarnos en la compleja relación materno-filial que corrompe a los protagonistas. La música es de 10, los planos son perfectos y el ritmo de la película, aunque para algunos pueda resultaros pausada, cada segundo merece la pena.

Esa canción por sí sola, en plena sesión de karaoke, ya es toda una declaración de principios... Y ese par de escenas con reacciones desaforadas, por parte de 'Mommy' y Kyla, pura adrenalina de sinceridad ante el comportamiento de un joven hiperactivo, violento pero muy vulnerable a la vez... Es muy dura y es muy tierna, también lúdica por momentos y parece que estás viendo -o me lo parece a mí- facetas del mismo director a través de todos los personajes, criaturas humanas en suma a través de las circunstancias. Y esos vecinos discretos parecen albergar también más de un secreto en sus vidas que no hace falta explicitar del todo para acercarte a ellos con sigilo ni que sea atisbando detrás de una ventana...

La interpretación de ellas dos es deslumbrante y la del muchacho ajustada. La música quizás excesiva pero acompaña muy bien -otra faceta más de Dolan- y ahora que ya ha pasado una década desde que la rodó no sé si la madurez le habrá perjudicado o mejorado en el camino pero con tal de que siga sorprendiéndonos y ofreciéndonos propuestas que van más allá -o más acá- del cine, yo ya me doy por razonablemente satisfecha.