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La doncella

Thriller. Drama. Romance Corea, década de 1930, durante la colonización japonesa. La resuelta joven Sookee es contratada como criada de una rica mujer japonesa, Hideko, que vive recluida en una gran mansión bajo la influencia de su dominante tío. Pero Sookee está allí con un propósito secreto: ayudar a un estafador que se hace pasar por un conde japonés para seducir a Hideko y heredar después la fortuna de su tío. (FILMAFFINITY)
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Críticas 108
Críticas ordenadas por utilidad
6 de noviembre de 2016
190 de 209 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es mágica:

No suele suceder habitualmente que una misma película combine, de una manera tan delicada, una intriga trepidante, una historia de amor tan desgarrada y una fotografía tan apabullante. Ciertas películas eligen el camino de contar una historia, armar una trama. Otras eligen centrarse en la puesta en escena y la fotografía, relegando la trama a un segundo plano. Esta película es capaz de tomar ambos caminos a la vez, y el director coreano da, así, una magistral lección de cine a sus contemporáneos.

El que el film esté ambientado en la Corea y el Japón de los años 30, nos mete de lleno, ya de por sí, en la atmosféra asiática embriagadora y sensual de nuestras fantasías. Ese es el sin duda el primer punto fuerte de la película.

La historia de amor, contada con un ciudado y un cariño infitinos, y la intriga tipo "nada es lo que parece" acompañan perfectamente la suave, incluso lenta cadencia del film. Hay más mucha más poesía en el film, poesía sórdida, que versa en torno a las obsesiones sexuales y los fetiches del tío rico de la protagonista. Su biblioteca es un santuario secreto y bellísimo de perversiones y sirve de escenario a una de las escenas más intensas que he visto en mucho, mucho tiempo (en spoiler).

Maravillada por la fuerza de la fotografía, por las explícitas e hiptonizantes escenas de sexo, y por la turbadora historia de amor, puedo decir que es una de las mejores peliculas que he visto en mucho tiempo. Tal vez en mi vida.

Por favor, véanla en su versión original, no maten parte de la magia de esta maravilla del cine asiático.

Inolvidable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
jime
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19 de septiembre de 2016
97 de 112 usuarios han encontrado esta crítica útil
Park Chan-wook regresa como un grande con esta propuesta, no queda lugar a dudas sobre su destreza como director, ya no estamos hablando de la Trilogía de Venganza. Esta vez, es un drama de época totalmente recomendable. Una historia contada de forma inteligente, con precisión y astucia para ensamblar cada parte a un ritmo que aliviana las mas de dos horas de duración. El manejo de la cámara es excelente, cada encuadre que vemos aporta de forma sugerente al argumento, y esto no puede ser obra mas que de un director que sabe lo que quiere transmitir y es virtuoso haciéndolo.

Y es que todo cumple en esta película: la música, las actuaciones, la estética de la película es hermosa, el diseño de producción, el vestuario, maquillaje, todo mostrado por una gran fotografía tanto en interiores como exteriores.

Un guión muy elaborado y sorpresivo (no daré mas detalles sobre ello, mejor que cada quien vea la película) en donde el erotismo y la intriga son manejados de forma fuerte pero elegante. Porque si, esta es una película muy sexual y explícita, pero acorde con el contexto. La cámara de Park no se anda por las ramas, y nos brinda algunas de las mejores escenas eróticas que haya visto en una película. Por otra parte, la violencia física también es resuelta de buena forma, sin querer hacer una película gore, el director, fiel a su estilo, nos brinda la dosis de violencia sangrienta y retorcida adecuada.

En fin, puede que muchos no queden enamorados de esta película, pero yo no encuentro nada que criticarle de forma negativa.
Mike Vargas
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3 de diciembre de 2016
72 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, otra delicatessen de Park Chan-wook. Otra más… Libre y genial adaptación de la novela de Sarah Waters "Falsa identidad", salpicada con gotas literarias del Marqués de Sade, "La doncella" es una obra que se podría enmarcar como algo a caballo entre el thriller, el drama y el cine erótico pero que viene a ser, como la mayoría de trabajos del director, una película inclasificable por la brutal mezcla de géneros que se da en ella, por su exagerada riqueza simbólica y por esos latigazos de humor negro que esconde en sus entrañas; tres huellas más que familiares para los amantes del cine del maestro Park. Por otro lado, la peculiar manera en que está narrada y la gran agilidad y astucia con la que el director la va retorciendo, con giros, giros y más giros, nos hace ver que "La doncella" es mucho más que la simple adaptación de una novela.

El director coreano vuelve a sus orígenes, después de su fallida aventura en Hollywood, con una obra deslumbrante se mire por donde se mire. Visualmente cautivadora, con contrastes y juegos de cámara sólo al alcance de un genio como es el director que la firma, "La doncella" nos sumerge en un retorcido y oscuro cuento erótico para adultos ambientado en la Corea de 1930, en plena colonización japonesa, una etapa también oscura y retorcida que parece que el cine coreano se ha empeñado en evocar y reivindicar en estos últimos años.

Desde un primer momento, el espectador se sentirá cautivado, no sólo por la belleza de las imágenes, sino por el hecho de descubrir un mundo nuevo de la mano de la protagonista principal. Y es que, al igual que le ocurre a Sookee, la doncella que entra como sirvienta en la mansión de una rica y acomodada familia de la época, al espectador se le caerá la baba viendo cada rincón de ese lujoso espacio que combina los estilos arquitectónicos y decorativos británico y japonés. Dejando a un lado esa fascinación, también se sentirá partícipe y querrá saber qué esconde cada estancia, cada rincón e incluso cada cajón de dicha mansión. En este sentido, hay que hacer una mención especial al papel que juega el espacio en los dos primeros tercios de la película. Un espacio que ejerce la función de resorte dramático y que influye claramente en los personajes que se encuentran allí atrapados, entre paredes y muros que oyen y ven, y sótanos que guardan oscuros secretos. El espacio es, pues, un personaje más de la película, que viene a representar una prisión de diamantes, para unos, y, para otros, lo inalcanzable; lo lejos que quedan los sueños de la gente humilde que espera poder alcanzar ese paraíso material que sólo disfrutan unos pocos. Todo ello, al ritmo de las delicadas notas de una banda sonora realmente espectacular y que nos lleva en volandas por esa carretera plagada de sensuales caricias y de abruptos giros de guión que es "La doncella". Una banda sonora que se funde de manera natural con la imagen y lo narrado y que, al igual que el espacio, ocupa un lugar más que destacable dentro del total del film. Me acordé de "Oldboy"… (sic).

En este espacio y en este contexto totalmente narcotizantes, Park Chan-Wook nos hace partícipes de un juego maquiavélico en el que se entremezclan los sentimientos de Hideko y Sokee, dos bellas mujeres en dos situaciones vitales más que complicadas. Aquí entran en juego la mentira, el engaño, la seducción, el amor, la traición, la complicidad, la esperanza, la decepción, el dominio, la sumisión, la emancipación, la obsesión, la perversión, la deseperación, la venganza, el sexo, la locura, la libertad… Esta es la montaña rusa de emociones que nos depara esta película. Ahí es nada! Muy de lejos, lo mejor que he visto en este 2016.

Para algunos, misógina. Para otros, la ruptura de una lanza en pos de la libertad de la mujer frente al dominio ejercido por el hombre. "La doncella" es un film que no dejará a nadie indiferente. Hará las delicias de los amantes de las perversiones del Marqués de Sade y del voyeurismo, o arrastrará a los no versados hacia esos oscuros y húmedos rincones. Nadie escapará a los juegos de contrastes y de miradas que plantea el director. Nadie escapará al placer proporcionado por esas cámaras que acarician y que recorren cuerpos, mejillas, labios… y que erizarán el vello de todo aquel que entre en el juego. Nadie se querrá ir sin conocer los secretos que aguardan, y que se resolverán con cuentagotas, en las más de dos horas de pura lujuria cinéfila que nos regala Park Chan-Wook con "La doncella". Una obra de extraordinaria belleza, simbólica, astuta, perversa, extremadamente sensual y, ante todo, profundamente humana. Si tienen la ocasión, no renuncien al placer de verla en pantalla grande.
AleiX
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11 de diciembre de 2016
49 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
238/07(07/12/16) Buen y sugestivo film del coreano Park Chan-wook, turbador relato mezcla el thriller erótico, misterio, romance, y todo en equilibrio narrativo, apoyado en fascinante ambientación, de una elegancia exquisita, y apoyándose en un cuarteto protagónico vibrante, sobre todo en el apartado femenino, las deliciosas Min-hee Kim y Tae-ri Kim. El sinuoso guión del propio director y de Seo-Kyung Chung (“Sympathy for lady Vengeance”) adapta la novela “Figersmith” de la galesa Sarah Waters, cambiando de la época victoriana en que acontece el libro a la corea bajo la ocupación japonés en el SXX. Relato de tintes psicológicos que analiza las complejas relaciones humanas que se pueden dar en condiciones extremas, ahondando en las perversiones sexuales y en como el amor puede ser arbitrario.

Relato triangular, visto desde tres puntos: Primero será el de la doncella, Sooke-Tamako, la conoceremos, asistiremos a como gradualmente crece su relación con la Sra.; Segunda parte los hechos desde Hideko, conoceremos su infancia, seremos testigos de su posible futuro en manos de su tío, mediante perturbadores flash-backs, de cómo este utilizó a su tía (So-ri Moon) como su monitora sexual, cómo esta era una singular narradora de relatos eróticos ante una audiencia de élite; Tercer y último segmento se unirán las dos visiones para avanzar a un potente clímax final.

La cinta explora con bisturí envenenado a las clases altas, su hedonismo, su hipocresía, su corrupción moral, su arrogancia clasista, y esto es desarrollado por el realizador con un sentido lírico-visual exacerbado, brotando de cada fotograma un sentido estético sibarita, con momentos que manan sensualidad escalofriante, ello enmarcado en sugerentes juegos de seducción, de inteligencias, de manipulación de poder, de sometimiento, de dominación, de intentos de emancipación, donde los sentimientos son retorcidos en aras de verdades y medias mentiras, traiciones y lealtades de conveniencia, ello salpicado de intriga, misterio, y giros de guión desconcertantes, gracias ello a un hábil libreto, que deconstruye mordazmente las obsesiones sexuales, auscultando el amor que nace de la lujuria, de la complicidad, sabiendo el director puntear la narración de humor oscuro, en una evolución que te atrapa en sus malsanas redes, con un ritmo sereno pero fluido, donde lo imprevisible te hace estar alerta y no desconectar. Esto se produce desde su potente arranque, donde nos sentiremos Sooke, como ella nos inquietaremos por este universo extraño en el que entra, una mansión decadente extraña, de fachada victoriana y de interiores japoneses, nos sentiremos intrigados por este perturbador escenario, y a medida que avanza la trama nos sentiremos un tanto desconcertados por las sorpresas que encierra este “caramelo”. El realizador crea un microuniverso potente en su energía: Mansiones decadentes victorianas, turbadores marionetas sexuales, psiquiátricos mugrientos, guantes negros fetichistas, dedales dentales, tintero, pañuelo, libros eróticos, para el pelo, corsés, bolas chinas, cerezo del ahorcada; todo esto incrustado en una historia con efluvios sadomasoquistas, donde las fantasías sexuales priman sobre la realidad.

Filmando con una elegancia y sofisticación estremecedora (por momentos), experimentando en cierto modo sobre una idea similar a la “Rashomon” (1950) de Kurosawa, encarando una historia desde distintos prismas de los protagonistas, pero en este caso no son versiones filtradas por los narradores, en este caso no son versiones, es poner la cámara en un lado u otro de la verdad y de este modo los hechos tienen diferentes acomodos. Al contarnos la historia desde diferentes lados hace que la cámara casi se comporte cuasi-acariciando a los personajes, esto hace que nos sintamos en cierto modo muy cerca de la piel desnuda de las protagonistas, asimismo juega con recursos que me recuerdan a “Memento” (2000) de Nolan, por lo de gotear elementos inquietantes por el metraje como la soga en el árbol, y que después nos enteramos su significado.

Curioso ver como hay quien ha visto un ejercicio de machismo, esto apoyándose en el modo exquisito de rodar las escenas de sexo entre las dos amantes, recurriendo a clichés fantasiosos masculinos. Pero esto solo es una percha esteta, cuando en realidad (bajo mi modesto ver) todo es una oda a la libertad femenina, a sus ansias de emancipación del yugo hetero-patriarcal, de cómo la mujer puede ser más inteligente que el hombre, de cómo puede escoger a quien amar, sin ser esclava de las normas sociales impuestas, donde los hombres son unos pervertidos misóginos autoritarios, y donde la mujer es la única capaz de disfrutar de su cuerpo, del sexo. Park edifica un microuniverso regido por hombres dominantes, que usan a la mujer como objeto sexual, sin atender a sus sentimientos, y donde este darwinismo de roles será socavado por estas dos féminas, dos valientes que han decidido destrozar estas imposiciones para apartar a los hombres de su camino, derivando en un canto al amor puro, a la libertad y a la emancipación sexual.

Todo esto lo bueno, pero la cinta peca de cierta irregularidad que le impide elevarse más. Empezando por un metraje desmedido, para un relato que no da para tanto, esto hace que sea difícil mantener el nivel de atención, sobre todo cuando hay bastante redundancia, regodeo, cuando en muchos tramos el envoltorio estético devora a la historia, provocando inevitables bajones de ritmo, no hay recursos narrativos para tanta duración, lo cual implica que haya remansos que se hacen densos, esto se hace notorio en su tramo final, en que no alcanza a magnetizar al espectador, por la saturación de efectismo visual. Tampoco ayudan unas situaciones un tanto forzadas en su desarrollo orgánico, manipuladoras y tramposillas, a las que hay que darle licencia de corso para seguir con el disfrute de la historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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5 de diciembre de 2016
42 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Menudo peliculón se ha marcado Park Chan-wook. Para mí a la altura de Oldboy, que también me había fascinado en su momento. La sensación que tuve durante el visionado la puedo comparar a saborear un pastel delicioso durante 140 min., pues no recuerdo una película que hubiera apelado tanto a los sentidos como ésta, y creo no exagerar: Es una auténtica delicia visual y sonora.

Así, el film es una especie de tétrico cuento/thriller oriental, ambientado en los años 30 durante la ocupación de Korea por Japón. Está rodada con una alta carga de sensualidad y sentido del humor que nos acompañará durante todo el metraje.

No recuerdo haber disfrutado tanto en una sala de cine en años, pues como comento en el titular, ver "La doncella" se convierte en algo más que ver una película, se convierte en una experiencia única.
VILARCIO
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