Salvaje inocencia

Segunda incursión que hago en el cine de Garrel, y segunda impresión tremenda que me llevo. Para dar con joyas como esta merece la pena lanzarse a ver cine, por mucho que a veces nos irrite o aburra lo que vemos, y por muchas películas que pasen ante nuestros ojos sin pena ni gloria; lo cual siempre es más penoso que otra cosa.

Como en “Les Amants Reguliers”, Garrel aborda la película de tal forma que, para el que no se deje llevar por ella, su estilo puede parecer pretencioso y su contenido intrincado. Pero nada más lejos. La película tiene la complejidad de la vida misma. Lo que caracteriza realmente este film es su autenticidad sangrante y su sombría visión vital, eso sí, moldeada con un tacto y elegancia infinitos. Aunque su tenebrismo visual esté más suavizado que el de la otra cinta señalada, donde era realmente impactante, sus personajes son más fúnebres, y están envueltos en un halo dominante de fatalismo. Los protagonistas están completamente embebidos en sus obsesiones y en un devenir, una realidad, que perciben errática y vana. Todos parecen tener que proyectarse en algo tan solo para aplacar la sensación de extravío y futilidad en que los ha dejado su experiencia. Deben agarrarse a algo a lo que atribuir valor o trascendencia para no ser arrastrados por no se que corriente invisible, pero que seguro no lleva a buen puerto. Fuera de su obsesión todo parece desolador. Creo que la obcecación de algunos de los personajes se transmite de forma total, estando todos muy dimensionados, y con un nivel de profundidad enorme, teniendo en cuenta la poca atención que a algunos se les presta. Como en “Les Amants Reguliers”, con economía de atención y miradas, se logra muchísimo en cuanto a la construcción de personajes se refiere.

Película donde una inocencia no circunscrita a condición personal ninguna cae bajo la salvaje plaga que son las drogas, que devoran víctimas e inocentes como una voracidad horripilante. Me parece una de las mejores películas en contra de las drogas que he visto, porque pese a atender a otros asuntos en su contenido transmite inmaculadamente la idea de que un paso en ese mundo puede suponer el caos; que todo el mundo cree tener el control, cuando nadie tenemos tal capacidad, teniendo en cuenta al enemigo, y que en definitiva, ante tal monstruo, la ingenuidad nos toca a todos, pero nos damos cuenta siempre tarde. La voracidad destructiva del mundo de las drogas expuesta como pocas veces, y sin caer en el sermón o la propaganda; realismo y honradez a raudales, junto con buen gusto al guión y tras la cámara.

Garrel, con su estilo parsimonioso y pausado nos entrega esta singular obra en donde los anhelos se confunden con los medios empleados para alcanzarlos. Inocencia salvaje relata la historia de un artista que se corrompe, sin saberlo, y corrompe a los suyos fusionando su vida con la ficción de sus propias tinieblas mentales.

Culpar al director y guionista de estas transformaciones sutiles sería obviar el papel concreto que tienen, por ejemplo, el productor ejecutivo de Inocencia Salvaje: un mafioso que sabe manipular en pos del comercio más bajo. Por otro lado, la actriz protagónica de esta peli que se lee así misma creando un meta texto tampoco es inocente de nada: su descenso a los infiernos de un mundo fingido la envuelven en un manto de oscura realidad del que ya no puede salir, pero ella misma decidió abandonar lo que era, abandonar a los suyos para esta travesía, quizás, sin retorno. La peli se divide claramente en dos: la primera mitad y la segunda, cuando la obra empieza a rodarse. La primera hora se vuelve un poco densa, los hechos se suspenden dentro de un ritmo parco en el que resulta muy dificil mantener la atención, mientras que la segunda mitad se eleva considerablemente colocando a esta peli en el lugar de privilegio que merece.

Un 7, 5; porque se pudo compactar mucho más y mejor. No obstante, Inocencia salvaje nos expresa con alarmante parsimonia una degradación humana general. Y todo en nombre del arte.

342/20(20/09/21) Film francés este guionizado y dirigido por Philippe Garrel, demostrando que es mucho mejor de lo primero de lo segundo, pues tras su idea y guión hay una película con gran potencial, pudiendo enfocarse su premisa a lo ‘Fausto’ en muchas vertientes, cien dentro de cine y viceversa, un sustancioso juego de espejos sobre el papel, pero que demuestra no ser un director avezado, pues lo que plasma en la película es un producto denso, pesaroso, lento, que se atasca muchísimo, y lo peor es que se toma demasiado en serio su idea y con ello deriva en una pretenciosidad que repele, ya desde querer revivir la Nouvelle Vague con al fotográfia en b/n de Raoul Coutard, uno de los Tótems en su parcela del estilo francés, cuando aquí esto no pega en la turbadora historia.

François Mauge (Mehdi Belhaj Kacem) es un joven cineasta. Su esposa, Carole, murió tras ingerir heroína y, marcado por esta desaparición, quiere hacer una película para denunciar este veneno. El título de su película será “Sauvage Innocence”, pero no encuentra financiación necesaria para su realización. Un narcotraficante que conocía a Carole, Chas (Michel Subor), está dispuesto a adelantar este dinero, pero a cambio quiere que François envíe una maleta (de heroína) al otro lado de la frontera. François acepta y luego rueda en Amsterdam con el dinero mismo del tráfico que denuncia allí, y a su vez la droga de sus maletas corre por el backstage de la filmación. Anteriormente conoció a una joven actriz, Lucie (Julia Faure), de quien está enamorado y que protagoniza su película.

La película filmada por François es autobiográfica (desde el punto de vista de François), también refleja su historia actual con Lucie y su caída. La película (y la de dentro de la película [que lío]) también se inspira en gran medida en la experiencia personal de Philippe Garrel, quien, en su juventud, era un consumidor de drogas, y perdió a su amigo Nico por el consumo de estas. Maurice Garrel quien interpreta el papel del padre de François, padre en realidad del realizador.

La cinta tiene un aire de desesperanza marcado por su austera fotografía carente de color incluso de vida. Es un a caída al vacío en cámara muy lenta, dos horas que se hacen lánguidas como si a la visita de los suegros siguiese la visión en video de las vacaciones de unos amigos (no sé si me he pasado), una agonía donde todo resulta previsible y nada me sorprende, todo transita por senderos muy vistos, precocinados desde su premisa fáustica, se sabe lo que le depara al protagonista y por ende a los que le rodean. Hay unos personajes que todos parecen vivir en un funeral perpetuo por la angustia y asfixia vital que parecen llevar, no recuerdo a nadie sonreír durante la cinta, todo es tristeza impostada. No puedo empatizar con nadie, pues todos me resultan seres apagados de vitalidad, meras perchas para enviar su mensaje contra las drogas, contra la corrupción moral, contra creer el maquiaveliano de ‘Los medios justifican el fin’, pero cuando no puedes controlar los medios... Repito que esto suena mejor contado que en esta tediosa película.

Se podría dividir en dos. Por un lado la primera parte está enmarcada en como el director intenta conseguir la plata para su película anti-drogas, donde tenemos un divertido tramo (pero que seguro no quiere serlo) en que el director es convocado por un empresario, le dice que le dará dinero y a continuación desaparece de su despacho y lo echan, y esto se repite, no se sabe porque, esto me resulta surrealista e incluso buñueliano, pero Farrel lo trata con tanta solemnidad que da grima. Luego está la negociación con el narcotraficante en que se presenta el dilema fáustico de tener que vender tu alma al diablo para conseguir lo que quieres, en realidad sería de si vale la pena el sacrificio por obtener tu sueño de estas película; La segunda es el rodaje en sí mismo, donde las relaciones se entrecruzan y el narcotraficante tiene gran presencia en el mismo como manipulador demoniaco, donde realidad y ficción se funden sin saberse bien donde termina uno y empieza el otro. Con un romance metido con calzador, y un director con cara de empanao. Y llegamos al final y me siento sin emoción alguna, todo me ha sido prefabricado y expuesto con frialdad.

Y vuelvo al principio, el guión tiene pero muy buena pinta, pero la dirección es cansina y desprovista de sentido emocional. Fuerza y honor!!!

Después de haber visto '' El apartamento '' de Billy Wilder - genial -, tuve que enfrentarme, en la tarde del mismo día, a esta insufrible pieza dramática. No veo razón para encontrar en la '' parsimonia '' al momento de contar una historia un valor necesariamente positivo. Tampoco digo que ver cómo sufren los otros por asuntos que nos son completamente ajenos sea siempre una experiencia aburrida, pero al menos se hubiera podido construir un relato más ameno con un ritmo un poco más atractivo, sin cortes que apagan cualquier mínimo brote de emoción y con una ambientación musical menos impostada y ridícula. Puede ser una película técnicamente bien construida, pero para nada divertida.