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Masaan

Drama Drama sobre dos familias atrapadas en las restricciones hinduistas. Benarés, la ciudad santa a orillas del Ganges, no tiene compasión con aquellos que no respetan las tradiciones. Deepak, un estudiante de un barrio pobre, se enamora perdidamente de una chica de una casta superior. Devi, una universitaria cuyo comportamiento se sale de lo establecido, intenta superar la desaparición de su primer amante, mientras su padre, Pathak, es ... [+]
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
17 de septiembre de 2016
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pareciera que en la India tuvieran una enraizada querencia hacia el folletín desaforado… o acaso es que tan sólo nos llegan dichas películas hasta nuestras pantallas. Creo que las tres o cuatro últimas que he visto, adolecen de las mismas características: un exceso de dramatismo extravagante y afectado que acaba por deslucir las (por lo demás buenas) intenciones que albergan. Seguramente sea tan sólo la forma elegida para señalar las notorias disonancias y contradicciones que se dan en aquel inmenso y sobrepoblado subcontinente… los recurrentes conflictos entre tradición y modernidad, los flagrantes abusos, corruptelas y atropellos de la autoridad o de la burocracia, el doloroso y criminal menosprecio hacia la dignidad de la mujer, las servidumbres milenarias de una sociedad dividida a rajatabla en diferentes castas irreconciliables. A buen seguro que motivos no faltan para la desventura, pero las obsesivas tramas folletinescas resultan cuasi paródicas y acaban distanciando al espectador foráneo.

Es innegable el encanto que desprenden las embelesadoras y fotogénicas imágenes de esta cinta – pese a su rancio tufillo melodramático – sobre todo debido a que sus dos atractivos personajes protagonistas se hacen querer desde el inicio y nos importa todo lo que les pase aunque haya un lastimero patetismo algo desorbitado en el enredo que les ha tocado en desgracia habitar, ahíto de colosales adversidades. Y el mítico y caudaloso Ganges como dolorido testigo mudo de su infortunio – o quizás de una incierta esperanza lisonjera. Muerte y renacimiento se dan así la mano con evidente destreza. Su simbolismo peca acaso de simpleza pero se hace perdonar por la complicidad que despierta en un público que agradece que no todo sea oscuro, hermético e indescifrable.

Existe una clara descompensación entre un guión tan ingenuo como hiperbólico – que impide tomarse demasiado en serio el sinfín de calamidades que lo pueblan – y una certera dirección, competente y esmerada, que sabe sacar partido tanto de las bulliciosas localizaciones como de los actores y de cómo éstos se relacionan entre sí. Hay un ingenio y agudeza en la mirada que narra la historia, que deja aún más en evidencia los artificios retóricos del penoso texto que le sirve de sustento. La manifiesta y loable humanidad del relato queda así difuminada y pervertida por los oropeles trágicos que adopta, fruto de una pose impostada que devalúa y socava su contenido.

Con todo, pese a sus patentes trampas y supercherías, la película se muestra cautivadora y sugerente. Sin negar sus imperfecciones, deviene en un muy disfrutable placer voluptuoso.
antonalva
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3 de diciembre de 2015
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Devi toma la decisión de encontrarse en un hotel de Benarés con el becario al que está dirigiendo su tesis, no sabe lo que se le viene encima. La violación de una regla fundamental india y el posterior drama que acaece en el cuarto de baño suponen un verdadero punto de inflexión en la vida de esta joven, que teme por ir a la cárcel. Su padre, Vidyadhar, debe afrontar esta coyuntura moral y social al tiempo que intenta gestionar su escaso patrimonio económico. Mientras, a pocos metros de allí, el casi ingeniero civil Deepak, ajeno a los problemas que subyacen en su familia, sueña con conocer a una chica de la que se ha enamorado a través de Facebook.

Este es el caldo de cultivo que el cineasta Neeraj Ghaywan pretende cocer en Masaan (que lleva como título internacional un confuso Fly Away Solo), un drama sincero con tintes ligeramente reivindicativos sobre el ya vetusto sistema de castas que aún hoy rige la vida en el país asiático. La cinta está llena de buenas intenciones desde su comienzo, ya que los personajes son atractivos y el mensaje que se quiere transmitir es oportuno. Es cierto que todo lo romántico respira un aire demasiado infantil, pero este teórico defecto consigue, en sus inicios, el efecto contrario, reforzando la cercanía respecto a los personajes. Se nota el amor que su autor ha puesto por desarrollar esta historia y la intención con la que quiere hacerlo, para lo cual ha optado por seguir un desarrollo ciertamente amigable con el espectador.

Así, conforme avance la trama comprobaremos que Masaan adolece de una falta de profundidad bastante evidente. Los giros de guión siguen el más puro libreto de los estereotipos, infundiendo mayor dramatismo a una película que no lo necesitaba. En cierta manera, se destruye esa esfera íntima que Ghaywan había ido construyendo durante la primera parte de la obra. El mensaje que pretendía transmitir queda en papel mojado y, como tampoco existen muchos más recursos además de esta manera de contar la historia, al final queda la sensación de haber asistido a un espectáculo divertido y emotivo, pero sin ningún valor añadido que lo justifique.

Tampoco está bien llevada la existencia de varias líneas paralelas en la narración y, lo que se presentaba como una película coral interesante dadas las diferencias sociales existentes entre los protagonistas, acaba con la sensación de que la falta de coherencia permanece apegada a la obra, más allá de un forzado y tardío intento de convergencia entre estas historias. Esto termina por implicar un desapego respecto de los protagonistas que parecía imposible en los inicios del film.

Pocas diferencias existen entre esta Masaan y otras muchas cintas similares (por lo parecido de sus personajes y la evolución que experimentan) que cualquiera mínimamente interesado en el cine ya habrá visto con anterioridad; a excepción, lógicamente, del contexto geográfico en el que la obra de Ghaywan se localiza. Un aliciente que, unido a la gran facilidad con la que se puede seguir su trama, confieren a la película india el estatus de entretenida, un adjetivo que de por sí puede invitar a otorgarle 103 minutos de nuestra vida. Pero la duración se queda ahí, ya que en el post-visionado es difícil sacar mayores conclusiones sobre lo que hemos disfrutado. Ni desde una perspectiva puramente cinematográfica se pueden dar grandes calificativos, ni las reivindicaciones que en ella se realizan tienen la capacidad de generar un mensaje crítico y juicioso en el espectador. Masaan se deja ver, pero no permite ser paladeada como habría podido ser de apostar su director por llevar sus intenciones a una esfera más alejada de lo meramente estipulado.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
53 Festival Internacional de Cine de Gijón
Kasanovic
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26 de febrero de 2017
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ciudad sagrada del Ganges, Benarés, será el centro sobre el que gira Masaan, drama sobre dos familias castigadas cruelmente por jugar con las tradiciones morales. La primera historia cuenta como una joven universitaria experta en informática llamada Devi, tras un trágico encuentro sexual con su amante en una habitación de hotel es arrestada por la policía. El jefe de la comisaria que lleva el caso procede a extorsionar a su padre para enterrar el escándalo. El anciano, exprofesor universitario que ahora regenta un pequeña tienda de baratijas en los ghats, pierde el sentido moral al utilizar a Jhonta, un niño solitario en busca de una familia, para saldar la deuda con el policía. En la segunda, Deepak, estudiante de ingeniería y perteneciente a la casta baja cuya familia incinera cadáveres en los ghats, se enamora de Shaalu, una chica de casta superior. Ambas historias tienen un nexo de unión basado en el amor y el dolor de una pérdida.

Los protagonistas de ambas historias representan a una generación mas joven, moderna y abierta, conocedores de las redes sociales y la tecnología, constreñidos por las barreras sociales de género y casta que rigen todavía en la sociedad india y que están dispuestos a romper en la búsqueda de su felicidad. Devi es una joven de carácter fuerte, sin miedo, no piensa que deba pedir disculpas por sus acciones, tan solo se siente mal en su interior por el destino de su amante. Shaalu, al tiempo que revela que sus padres nunca permitirán una boda con Deepak, le asegura que ella va a fugarse con él si para ello se esfuerza en sus estudios y consigue encontrar un trabajo. Deepak está buscando la manera de escapar de su linaje y de una vida marcada por apalear cadáveres. La película nos presenta dos historias paralelas cuyos contenidos tratados de forma lírica y desgarradora convergen en un precioso y culminante punto donde dará comienzo un nuevo viaje que partirá de Sangam.

La muerte ocupa un lugar preponderante en este film de Neeraj Ghaywan cuyo título traducido al castellano significa ‘Crematorio’ por las famosas escaleras de piedra de Benarés que descienden al río, los ghats, en donde se realizan decenas de crematorios todos los días con las piras de fuego apenas separadas entre sí por unos pocos metros. Solo una determinada casta tiene el privilegio de poder ser incinerado allí para que sus cenizas puedan mezclarse con las aguas sagradas del Ganges. También se trata de un lugar de peregrinación donde acuden muchos enfermos a morir y así dar fin a su ciclo de reencarnaciones según las costumbres hindúes, o para darse baños purificadores.

Un preciso y matizado guion de Varun Grover y una buena realización de Neeraj Ghaywan establecen una realidad mas precisa y auténtica de la ciudad sagrada de Benarés, alejada de las típicas versiones edulcoradas bollywoodienses, de colores brillantes, con múltiples escenas de bailes y canciones destinadas preferentemente a un amplio público en busca de entretenimiento y evasión a sus problemas cotidianos. Aquí se nos presenta un convincente mundo donde la modernidad y la tradición están en un continuo enfrentamiento, un choque de trenes originado por los conflictos que se le plantean a la juventud india en el debate entre la herencia de las tradiciones y las exigencias de un estilo de vida occidentalizado. Un motivo brillante y original a destacar en el guión parte del hecho que Devi no justifica su cita sexual con una historia de amor emocional, sino que accede a tener relaciones íntimas con alguien que apenas conoce solo por curiosidad e incluso, eso es exactamente lo que declara a la policía.

A pesar de algunos giros que dan la sensación de ser forzados, la trama cumple con todas las expectativas creadas ofreciendo una visión crítica de la sociedad actual india. Sin utilizar escenas de miseria, la película revela las contradicciones del sistema de castas que nos obliga a pensar y no juzgar. Nos invita a plantear muchas preguntas sobre la represión sexual, el patriarcado, las desigualdades de género y de casta, el arrepentimiento y la redención. Todo ello enmarcado con una espectacular fotografía de Avinash Arun Dhaware captada en los maravillosos amaneceres, la disparidad de luz y color que se reflejan en las aguas del rio, los tonos tristes, grisáceos y oscuros durante las piras de fuego que contrastan con la alegría, el colorido y el bullicio de sus calles.

CINEMAGAVIA
Eduargil
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13 de septiembre de 2016
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Oxímoron. Sí, esa palabra tan fea. Eso es esta película, uno gigantesco.
Me explico, por si alguno, muy raro, no lo sabe, hay que deleitar enseñando, o para eso aquí nada menos que estamos, para elevar la moral de la tropa y hacer volar el espíritu como una águila bella, oxímoron (ya no la escribo más, no escapéis todavía) es la figura literaria que consiste en utilizar en una misma frase dos términos opuestos, su mirada era fríamente calurosa, por ejemplo, la tuya, lo tengo por seguro.
Ya voy, pues eso: hiel y miel, almíbar y Zanzíbar (rimaba), naíf, kitsch y dulzona a la vez que salvaje, brutal y con un deje de amargura. Y por eso sorprende, y gusta, no lo voy a negar a estas alturas, yo.
Se enreda y desenreda y te lleva de paso al huerto. Te pilla desprevenido a pesar de todo, cuando menos te lo esperas, a pesar de que al de un rato ya sabes el final. Pero antes de llegar a ese puerto conocido, te encandila, hechiza y pone el alma en vilo, patas arriba, con las cuitas amoroso-económicas de estos zagales indios de tanto penar y poco gozar, tan tristes y hermosos.
Y de paso, someramente, asistimos al desafuero y la sordidez allí reinantes, campean a sus anchas, que va desde la policía, abyecta sería quedarse un tanto corto, hasta algún ciudadano anónimo que tal baila. Con una represión sexual que asusta, enoja y causa incomprensión y con, de fondo, el famoso asunto de las castas. Y en primer plano esa quema de los cuerpos, tan bellamente siniestra y sobrecogedora.
De esencia folletinesca, logra tenerte en un ay y ganarte la mano, dar la vuelta al mecanismo gastado del melodrama amoroso con pequeños detalles y riesgos que lo alimentan mientras al mismo tiempo lo desmontan, se crea y destruye a cada instante esta historia tan manida pero tan graciosamente contada.
Te interesa, enerva y sorprende. La verdad es que bien, bastante bien.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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22 de marzo de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este drama está interpretado con tanta sencillez, con unos personajes tan creíbles que se deja ver con gusto, gracias también a una fotografía espléndida.
Son dos historias paralelas que solo se encuentran al final.
Hay una crítica inteligente al sistema de castas y a algo que es endémico en India, la corrupción de una parte de la policía.
Es verdad que el guión a veces está poco trabado, pero son defectos menores.
Sobre todo es una película distinta, que informa sobre otra cultura con una rara ecuanimidad.
Compensa verla.
yoparam
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