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Fuegos de verano

Drama En un pequeño pueblo francés, una mujer (Jeanne Moreau), a quien todos llaman "Mademoiselle" por tratarse de la profesora del pueblo, provoca una inundación en el establo cuando todo el mundo anda en una procesión. Por otro lado un atractivo inmigrante italiano, Manou (Ettore Manni), despierta en ella un gran interés, al que él no corresponde. Mientras, en el pueblo, los hombres comienzan a dirigir sus miradas a un posible culpable ... [+]
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
3 de marzo de 2009
22 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
El personaje de Jeanne Moreau lleva un infierno ardiendo en su pecho. Los modales, las buenas costumbres, la prudencia, la castidad. Aquí el sexo reprimido deriva en incendios provocados, inundaciones, envenenamientos. Jean Genet lanzó un escupitajo (igual de rabioso que el que proyecta el chaval del film en el desenlace) a la moral de esas sociedades provincianas, pacatas e hipócritas que refleja la película.

Delicioso cuento cruel adaptado, con su personal estilo analítico, por Marguerite Duras, Mademoiselle es otra inmersión en los abismos de la psique humana, un análisis sobre la inhibición de nuestros propios deseos y como dicha inhibición puede engendrar verdaderos monstruos. Por debajo subyace una búsqueda desesperada de la felicidad, enfrentada al corsé de una corrección política castradora, sumamente oscura. Le pierde a veces un simbolismo demasiado fácil, pero el retrato de personajes es exacto y certero, puro veneno.

Tony Richarson coloca la cámara en puntos muy concretos y, sobre todo, a una distancia muy determinada, demostrando que aquello de Godard de que un "travelling es una cuestión de moral" es absolutamente cierto. La hermosa fotografía de David Watkin, plagada de claroscuros, termina de dar forma a este relato de autodescubrimiento que culmina con uno de esos desenlaces dolorosos que cuesta olvidar.

Abucheada en Cannes el día de su estreno y hoy casi olvidada, merece sin embargo una reivindicación.

Lo mejor: una fascinante y odiosa Jeanne Moreau.
Lo peor: aburre un poco.
nachete
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16 de enero de 2011
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se abre el telón y aparece Jeanne Moreau haciendo hijaputeces a sus convecinos de un pueblecito rural. Se cierra el telón y Moreau sigue mirando a cámara, sonriendo mientras se acerca a contemplar su obra, tras escuchar un sonido procedente del campanario. Parece "Mademoiselle" una obra filmada por el mismísimo Satán, que juega a ser espectador y a manejar los hilos de una impresionante Jeanne Moreau, que no interpreta; vive.

Tony Richardson es simplemente una pieza más en el juego del señor del averno. Pero menuda pieza. Cómo filma y selecciona encuadres, cómo es capaz de extraer la fuerza de cada elemento del escenario, de cada detalle. Pero el verdadero genio aquí es David Watkin, cuya fotografía no sólo insufla de energía al relato sino que lo ensucia, lo hace más diabólico, utilizando un blanco y negro repleto de claroscuros, empleando la luz para crear imágenes poderosas y memorables. No es difícil pensar en un Tarkovsky en las imágenes de más fuerza de "Mademoiselle", una película que parece que carga el mismísmo demonio y que habla de la represión sexual, de los celos y del daño que se puede hacer sin reparar (ni interesarse) en las consecuencias.

Moreau vive y respira a su Mademoiselle. Ettore Manni hace ésta tenga calores, que se pase la lengua por los labios y se libere un pecho. La perra se convierte en loba. Y aulla, tan alto, y con tanta fuerza, que las consecuencias no encuentran los límites. Tony Richardson filma (Satán mediante) una de las películas más endiabladas que he visto. Tan ambigua y abstracta como el propio amor atrapado en un corazón que se abre por primera vez la pasión. Michael Haneke la habría firmado sin dudarlo. Inmensa.
Caith_Sith
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16 de agosto de 2017
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La profesora del pueblo, a quien todos llaman a secas, Mademoiselle (Señorita), tiene varios motivos para vivir notablemente resentida: Está muy cerca de los 40 años y sigue irremediablemente célibe. Los moradores la tratan como a una solterona y se duelen de su castidad. Los hombres tienen ojos para cualquier mujer, menos para ella… y el único hombre que le interesa, Manou, un apuesto leñador italiano, es apetecido por casi todas las mujeres y él se acuesta con la que se le antoja, mientras a ella ni siquiera la determina. Para la maestra, es una suerte de héroe cuando lo ve como se compromete en los incidentes que ella misma provoca y que afectan las propiedades de quienes, ahora, siente que odia en el más profundo secreto… y quizás, cada incendio y cada incidente nuevo que origina, lo hace con la mentalidad psicópata de crear una nueva ocasión para poder verlo actuando como un héroe.

La escena de arranque de la película, es clave para entender la moralidad de los habitantes del aquel pequeño pueblo francés y también funciona como metáfora de la realidad social de muchas partes de mundo: Mientras Mademoiselle abre las llaves de un proveedor de agua para provocar una riada, el cura dirige una procesión. Al enterarse de la inundación que se produce en el establo, los feligreses se dispersan deseando ayudar y proteger lo suyo, mientras el sacerdote les reclama que se queden y presiona a sus acólitos para que sigan con él la marcha. Los hombres que íban en la procesión, son los que luego veremos conspirando contra el inmigrante italiano a quien, sin prueba alguna, quieren culpar de los insucesos para sacarlo del camino, ya que lo odian por su éxito con las féminas… y unos guantes negros contrastarán con la cruz como símbolos del bien y el mal. Pero, en definitiva, ¿dónde está el bien y dónde está el mal?

Esto, es lo que tendremos que entrar a decidir en una historia sorprendentemente brillante que no nos la pone nada fácil, habiendo despertado, por esto, toda suerte de prejuicios. ¡Hasta se la ha tildado de diabólica! ¡Por Dios!

Quien escribió la historia, Jean Genet (1910-1986), fue un eterno rebelde contra la sociedad de su tiempo y contra lo que consideraba hipócrita y obtuso. En sus escritos, que le merecerían toda suerte de censuras y epítetos descalificadores, llega al punto de considerar que, los delincuentes acceden a lo absoluto a través del mal, y en este orden de ideas, Mademoiselle podría verse como una suerte de instrumento castigador de una comunidad que se mueve cada día entre la amoralidad, la ligereza y la más falsa religiosidad.

Aunque, por razón desconocida no se le dio el crédito en la película, el guion se le atribuye a Marguerite Duras, la gran escritora francesa de quien, el director Tony Richardson, adaptaría seguidamente “El Marino de Gibraltar”. Y Genet como Duras, son dos apellidos que, entre los intelectuales, suenan a desmitificación, tradiciones al cesto de la basura, y compromiso absoluto con la libertad de pensamiento.

Vale la pena tomar en cuenta que Manou (de Manu), es un nombre que, en sánscrito, define al Hombre (Man en inglés), el ser pensante e inteligente al que se le dio el poder superior sobre la tierra. El Manou de “MADEMOISELLE”, es un hombre servicial, laborioso y preocupado por Bruno, el hijo adolescente al que le ha tocado criar tras la muerte de su esposa y el cual, quizás llegue a saber mucho más que el resto de los pobladores. Manou podría ser el bien que seduce y que despierta repulsa en los malvados. Mademoiselle se ha encarnado en el mal y pretender poseerlo quizás sea su forma de destruirlo… aunque es bien seguro que preferiría amarlo.

Una gran actuación de Jeanne Moreau, quien está aquí perfectamente ajustada a su papel, y con “MADEMOISELLE”, Tony Richardson confirma, una vez más, que tenía talento para dejar muy en alto al arte cinematográfico.

Título para Latinoamérica: FUEGOS DE VERANO
Luis Guillermo Cardona
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13 de julio de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Largometraje poco conocido en comparación con otros filmes catalogados como "obras maestras", estando estos sobrevalorados por el público. Por esta razón me animo a dejar por aquí mi primer aporte en Filmaffinity.

Volver a ver a la Sta. Jeanne Moreau, después la inolvidable escena en "Ascensor para el Caldaso" cuando ella caminaba desconsolada por las calles con la música de fondo de Miles Davis, causó en mi mucho asombro porque aquí está totalmente diferente. La Mademoiselle es maldad pura, amargura y odio hacia todo ser vivo.

Los personajes están muy bien desarrollados, el dolor del niño causó más de cuatrocientos golpes en mi corazón. Cada detalle y objeto en la peli tiene gran significado e importancia para la historia.

Otro encuentro agradable en esta caja de pandora al encontrar que el guión fue escrito por Marguerite Duras.

Sigue en spoiler...
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Lila
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2 de febrero de 2023
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Mademoiselle' es una adaptación de una historia de Jean Genet que Marguerite Duras plasma como guionista. El argumento es un drama psicológico que se enmarca en un ambiente rural y tiene como protagonista a Jeanne Moreau en el papel de una sebera y odiosa profesora de escuela (de ahí el título de 'señorita'), que al caer la noche se esfuerza para conspirar contra sus vecinos aldeanos, en forma de 'zorra malísima', provocando el caos mediante: Incendios, inundaciones o envenenando el ganado.
Además el film explora la represión sexual en las mujeres, la falsa imagen, la hipocresía de la doctrina católica, la maldad, y la xenofobia que esta última recae como una losa en uno de los personajes. La señorita anhela ser poseedora de Manou (el leñador) para retozar feliz y dar rienda suelta a sus pulsiones sexuales y parafilias, pero él es mujeriego y desencadena que su hijo también tenga que pagar los platos rotos.

El desarrollo de la película es lento, pero sabe enlazar escenas con simbolismo sexual para dar forma a la historia y poder comprender la perversa mente de la despechada 'señorita', lo que da como resultado una película interesante con un final previsible pero no por ello menos bueno.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Begoña
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