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Nace una estrella

Drama. Romance. Musical Norman Maine, un famoso actor adicto al alcohol, descubre a Esther, una joven con un gran talento para la canción, y decide impulsar su carrera cinematográfica. Ella triunfa y, pocos meses después, la pareja contrae matrimonio. Pero, a medida que el éxito de Esther aumenta, el de Norman declina y esa situación lo empuja a la autodestrucción. (FILMAFFINITY)
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
11 de diciembre de 2005
39 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mejor de las tres versiones existentes de esta emblemática historia, una de las más certeras miradas a las tristezas y miserias que esconde la Meca del cine y uno de los pocos remakes fílmicos que han logrado superar al original. La fuerza, emoción y tristeza de esta historia corren por cuenta de dos grandes estrellas que aquí alcanzan uno de los puntos más altos de sus magníficas carreras: el regreso a la pantalla de una notable Judy Garland en un personaje que puso a prueba sus capacidades histriónicas -y salió más que airosa, salvo leves atisbos de sobreactuación en los momentos que exigen el llanto- y en lo musical demostró su madurez vocal e interpretativa, y sobre todo un inmenso James Mason en un rol lleno de melancolía y autodestrucción, que se gana la comprensión del público a pesar de sus excesos y la decadencia que exhibe paulatinamente al comprobar que ha llegado al ocaso de su carrera cinematográfica. Lo que Mason logra acá es impresionante, y desmiente de manera tajante el malintencionado lugar común que siempre ha rodeado al realizador de esta “Ha nacido una estrella”, George Cukor: que sólo era un buen director de actrices.

Que este largometraje no ganara ninguno de los seis Oscar a los que postuló -incluyendo merecidísimas nominaciones para los dos protagonistas- es una enésima confirmación de lo perdidos que pueden andar los gustos de los miembros de la Academia hollywoodense. La química entre Garland y Mason -bien secundados por la noble presencia de Charles Bickford y el convincente Jack Carson- hace aún más intensa y emotiva la desesperada lucha de una pareja que intenta sobrevivir a las veleidades de Hollywood, y la convierte en una de las historias de amor más conmovedoras de la historia del cine. Magnífica dirección de arte y fotografía, estupendos números musicales en los que Garland brilla a gran altura y derrocha una presencia escénica magnética y arrolladora -¡qué intensidad la que alcanza en su legendaria interpretación de “The man that got away”, un clásico que nació con este filme!-, muy bien incluidos dentro del drama. Hay muchas escenas inolvidables, pero si hubiera que escoger una, será difícil de borrar de la memoria toda esa secuencia en Malibú, cuando Garland volverá a cantar “It’s a new world”… Allí ella, Mason y Cukor nos confirman que esta película es irrepetible.
Lawrence
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16 de mayo de 2011
24 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama musical realizado por George Cukor (1899-1983) (“My Fair Lady”, 1964). El guión, de Moss Hart, se basa en el libreto de la película del mismo título que dirige William A. Wellman en 1937, escrito por Alan Campbell y Dorothy Parker, que adapta una historia de Adele Rodgers St. John. Se rueda en escenarios reales de NY (Times Square, Pennsylvania Station…), L.A. (Cocoanut Grove Nightclub, Baldwin Hills…), Hollywood (Gaumon’s Chinose Theater), Beverly Hills (Iglesia del Buen Pastor), Arcadia (Santa Anita Park and Racetrack) y en los platós de Warner Studios (Burbank, L.A., CA) con un presupuesto de 5 M USD. Producido por Sydney Luft para la Warner, se proyecta por primera vez en público el 29-IX-1954 (L.A., CA).

La acción dramática tiene lugar en Hollywood, L.A., San Bernardino (San Berno), costa de Malibú y otros lugares de CA. Los personajes principales son Esther Blodgett/Vicki Lester (Garland), joven cantante de un grupo instrumental que trabaja en galas benéficas y en una sala de fiestas poco frecuentada. Lidera el grupo Danny McGuire (Norman), arreglista y pianista, amigo de Esther, a la que apoya en los momentos difíciles. Norman Maine (Mason), famoso actor de cine, atormentado y vulnerable, tiene problemas con el alcohol. Oliver Niles (Bickford), gerente de una compañía productora de cine (estudio), vive desbordado por la carga de trabajo que soporta y arrastra un estrés casi crónico. Es comprensivo y siente predilección por las actrices jóvenes. Matt Lobby (Carson), malhumorado e irascible, es el director de comunicación del estudio de Oliver Niles.

La obra desarrolla un drama romántico. Explica de modo directo y sincero las dimensiones psicológicas del amor de pareja y el alcance del dolor, la desesperación y las renuncias que impone a veces. Lo hace con sutileza y una admirable elegancia, que aleja la historia de sentimentalismos fáciles, evita concesiones a la mediocridad y a la cursilería y huye de exageraciones innecesarias. Contempla los hechos desde un punto de vista situado siempre a una distancia prudencial de los acontecimientos. Estos fluyen con contención y, sobre todo, de acuerdo con las pautas de un realismo clasicista que aúna sensibilidad, credibilidad y verosimilitud. Por lo demás, de la mano de Cukor el espectador se ve enfrentado a una interesantísima visión crítica del complejo mundo de Hollywood.

La película muestra algunas de las debilidades que se ocultan tras el esplendor y el glamour de la Meca del cine. Ni los actores y actrices están exentos de los caprichos del éxito y la fama, ni los productores nadan en la abundancia, ni siempre se hacen las cosas con diligencia y empeño, ni la felicidad está presente en todos los rincones de la ciudad. Abundan los casos de alcoholismo, las aspirantes a actriz dispuestas a venderse, los profesionales mediocres, los problemas económicos de los estudios pequeños y grandes, etc.

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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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9 de agosto de 2010
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una historia que lleva implícito el dolor de grandes seres humanos. En su versión original de 1937, la historia recreaba el final del actor Wallace Reid (“Enoch Arden”, “Carmen”…) quien moriría por una sobredosis de morfina a la edad de 31 años. En este remake de George Cukor, aunque cambia el final y se recrea un ambiente festivo con abundantes canciones, se preservan aspectos generales de la historia del joven Reid, al tiempo que palpita la dolorosa y similar experiencia por la que venía pasando la maravillosa actriz Judy Garland. Traslade imaginariamente, las actitudes de Norman Maine (el personaje de James Mason) al personaje de la Garland (Vicki Lester) y casi se tiene en un espejo el propio destino de la gran estrella: Dolorosos recuerdos de la infancia, frecuentes sensaciones de rechazo, desubicación ante la vida, pérdida de la autoestima, dependencia del licor y de las drogas… Sentimientos encontrados que no conseguía borrar con el amor que algunos le tenían, y que sólo encontraba la salida del suicidio como posible escape.

Judy Garland siente en el alma esta interpretación, pues la historia la toca hasta lo más hondo. Y lo que Vicki hace frente a la crisis de su querido esposo, es seguramente lo que Judy esperó ante su propia crisis. Su actuación oscila como una magnífica ola entre los numerosos rasgos que debe recrear y su voz suena inmensa, penetrante y rasgándonos el alma a todos los que sabemos lo que ella padeció. Razón de sobra tuvo Groucho Marx cuando, al enterarse de que no le dieron el premio Oscar, exclamó:” ¡Ese fue el robo más grande desde el Brinks!”

James Mason consigue también una interpretación memorable como el actor en decadencia cuyo alcoholismo e irresponsabilidad lo está llevando al abismo, mientras pone todo su esmero para conseguir que, la mujer que ama, triunfe con su inigualable talento, en un mundo donde no siempre llueven flores, ni afectos.

Mordaz mirada al mundo de las estrellas, cuya vida no es tan fácil como muchos la imaginan, y donde en cada recodo puede surgir el trato despectivo, el rechazo sin contemplaciones… o el triunfo más glamoroso. Cukor se muestra objetivo, realista y coloca en la balanza los pro y los contra del mundo hollywoodense, aquel al que algunos entran como al cielo y otros como al infierno.

Debo decir, que estoy de acuerdo con quienes piensan que al filme le sobran algunas canciones que lo hacen demasiado extenso, pero, en sus aspectos dramáticos y en la construcción de personajes, me resulta de una brillantez absoluta y ejemplar para el entendimiento de la vida.

Dos Globos de Oro y unas cuantas nominaciones a los premios Oscar, no dan plena cuenta de los merecimientos de este filme, pero sin duda, dejará huella en todo aquel que se anime a apreciarlo con el alma bien dispuesta.

Título para Latinoamérica: “NACE UNA ESTRELLA”
Luis Guillermo Cardona
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27 de octubre de 2012
19 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Ha nacido una estrella" es la película de los mil remakes. De hecho la versión de Cukor, según dicen la mejor de todas, ya era un remake de una versión anterior de los años 30; luego hubo una más en los 70 con Barbra Streissand de protagonista, y parece ser que Clint Eastwood está preparando otra para el año próximo. Si a todo esto le añadimos el pelotazo de "The artist", que viene a tratar el mismo asunto aunque no sea exactamente la misma película... lo dicho, la película de los mil remakes.

Supongo que en Hollywood debe resultar un tema apasionante esto de la caída de los dioses, a juzgar por el tiempo y la pasta que le dedican. A mí la verdad es que me resbala mogollón lo de los actores alcohólicos y autodestructivos, me aburren y me parecen insoportablemente reiterativos y pesados. Pero bueno, es natural, en todos los gremios mola mirarse el ombligo y en éste del cine no iba a ser menos.

Con todo, lo que menos soporto de esta pestiñada convertida en clásico son los números musicales. Llegué a contabilizar uno de un cuarto de hora, el de Garland cuando se convierte en estrella. Es francamente insoportable, anticlimático, soporífero y vomitivo. Cuando parece que la acción avanza y se empieza a entusiasmar una con la historia, van y te sueltan un numerazo musical de casi 20 minutos y te dejan grogui. Que sí, que al que le vaya el rollo musical me imagino que le encantará escuchar a la señora esta y sus interminables gorgoritos, pero el que realmente está entregado a la trama se caga en la madre que parió a Cukor, a Garland y a su nación entera.

A decir verdad, lo único que me ha gustado han sido las tremendas borracheras de James Mason, que a pesar de su habitual inexpresividad facial, o tal vez gracias a ella, ofrece un interesante contrapunto a la hiperactuación de Garland.

Y también me encantó el "malo", interpretado maravillosamente por un secundario de lujo, Jack Carson. Me sentí totalmente identificada con su maldad. Tras más de dos horas soportando estoicamente los numeritos musicales, las exageradas muecas y la repulsiva hiperglucemia redentora del personaje de Garland se apunta una con entusiasmo a cualquier infamia.

Que digo yo que estas neuras de estrellas que nacen y estrellas que mueren y estrellas que se pillan unas paporras del copón, no las podría solucionar esta gente yendo a un buen psiquiatra y tomándose unas pastillitas de colores para relajarse? En lugar de andar haciendo remakes por activa y por pasiva para que todas las generaciones que por el mundo pasen sepan con todo lujo de detalles lo desgraciadísimos que son. Por dios, Clint, no lo hagas!!!!!!
Talía666
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27 de febrero de 2008
15 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
La crítica del compañero Lawrence, de Chile, me parece redonda, de una emoción que me acerca aún más a esta obra maestra francamente inolvidable. Pero hay algunos aspectos que me gustaría subrayar:

1. No creo que James Mason vaya por encima de la capacidad interpretativa de Judy, ni que ella sobreactúe en determinadas escenas dramáticas. Pienso que Mason es un grandísimo actor que hasta en los papeles mínimos que le han tocado en suerte, siempre ha destacado con una gran capacidad para la contención dramática; en efecto, aquí brilla por su enorme riqueza de matices. Pero Judy, la inmensa Judy, era entonces la única capaz de aunar drama y comedia, de hacer el payaso y de dar el toque enamoradizo y de bailar y cantar como la más grande... y como si todo esto fuera poco, jugar la baza tan difícil de expresar con el cuerpo, desde la mirada, las manos nerviosas, los abrazos, los silencios... evitando las palabras. Y todo eso en un mismo actor, el gran Mason nunca lo pudo conseguir: no le iba la comedia ni el desorbitado desparpajo, mientras que Judy podía con todo. Basta recorrer su filmografía para verlo. Y los papeles dramáticos muy contenidos fueron de Oscar en Juicio en Nuremberg (ese título español criminal de Ni vencedores ni vencidos) y en Ángeles sin paraíso.

2. Cukor, a diferencia de la mayoría de sus películas basadas en gran medida en el texto, desarrolla un drama conmovedor a la par que divertido y encima musical, enriqueciendo cada instante con muchas sugerencias, muchos momentos no explícitos.

3. Y es que el tema principal de este peliculón tiene dos vertientes que lo hacen especialmente magistral: la soledad del que ama pero no se percibe a sí mismo con capacidad para seguir adelante en los avatares de la vida y de quien triunfa y no concibe el triunfo sin la compañía de la persona que más le importa. Es decir, la terrible soledad de quienes aman y son correspondidos, la terrible soledad de enamorados en busca de una armonía que se les escapa como agua entre los dedos.

4. Parece mentira que una mujer del talento de la Streisand (por cierto, muy inferior al de Garland) se haya atrevido a hacer un remake tan espantoso de esta maravillosa película.
horacio
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