Gigante

Ganadora de un montón de premios internacionales (entre ellos el de mejor ópera prima en Berlín), "Gigante" es una comedia romántica que nos narra la historia de un vigilante de un centro comercial que se encapricha de una de las limpiadoras del lugar. Observándola desde la sala de seguridad, a través de cámaras de vigilancia, pronto se establece un lazo, una relación invisible que le obliga a sentirse atraido por la joven, todo esto sin que ella lo sepa...

Con una premisa tan sencilla, Biniez consigue no sólo ser tremendamente efectivo, sino además arrancar un buen número de carcajadas gracias a un sentido del humor sano, que no trata al espectador como un imbécil ni se lo da todo mascado. El gran gigante de la película es Horacio Camandulle, un actor tremendamente carismático que, en la mejor tradición del cine mudo, se basa principalmente en los gestos para causar impacto, hablando muy poco durante todo el metraje y escogiendo las palabras perfectas para hacerse querer. El resto del reparto también cumple y, aunque su historia sea muy sencilla y no se trate más que de una anécdota, está tan bien llevada y proporciona un entretenimiento tan sano y sin ningún tipo de atadura que es, sin duda, una pequeña gran sorpresa digna de ser visionada. Junto a la hilarante "Whatever Works" de Woody Allen, probablemente la comedia más humilde y efectiva presentada este año en San Sebastián.

La película uruguaya ganadora del Gran Premio Especial del Jurado en Berlin, como también el premio a la mejor Opera Prima y el Alfred Bauer.
Pantalla toda en rojo, de a poco se deja ver que está escrito GIGANTE sobre fondo oscuro. Asi comienza el film.Una película muy simple del director argentino, radicado en Uruguay, Adrián Biniez.
La película cuenta la historia de un guardia de seguridad de un supermercado enamorado de una empleada de limpieza del mismo mercado. Un film que no pretende mostrar nada del otro mundo. Como ya dije, muy sencilla. Con el personaje central, uno enseguida simpatiza. Se deja vencer por su ternura. Un hombre grandote amante del heavy metal, pero muy tímido. Un tipo bonachón que no sabe como hacer para acercarse a su enamorada. El personaje central, sobre quien cae la carga total del film está acargo del actor Horacio Camandule , quien hace una labor muy buena. Y con un muy buen guión , hacen de GIGANTE una buena opción cinematográfica. Recomendable.

Gigante es una de esas películas que acaba por enamorar por su estilo minimalista, por su discurso amable, por que te cae bien el protagonista, que además soporta todo el peso de la historia. Sigues con mucha atención las idas y venidas de Horacio Camandulle (justo es nombrarle, estupendo actor a tenor de lo visto) en pos del objeto de su deseo oculto (spoiler). Te recuerda el afán morboso de James Stewart en Vértigo, valga la odiosa similitud. Y te acaba por gustar la película porque el director y guionista (Adrián Biniez, buen debut) cuenta lo que cuenta en el tiempo justo de metraje.

Son historias que tiene el riesgo de convertirse en mínimas por esos motivos, pero de lo que no cabe duda es que casi nunca defraudan (ese casi va por las películas que de minimalismo pasan a pesadez en los planteamientos; no es éste el caso)

"Es que cuando te das cuenta ya se armó como una bola gigante con vos adentro", palabras del "enemigo" de Jara, enemigo que, curiosamente, termina por colocarse de su lado.
Gigante es cátedra de cine minimalista, o como hacer de pedacitos de vida una lección para recordar.

Jara es guardia de seguridad, tipo solitario, vago. No aspira a demasiado, con lo que tiene, o más bien con lo que és, le basta y le sobra. Es un buen tipo, queda claro a los pocos minutos de avanzada la cinta. Quizás el espectador asista a un aburrimiento mayor, puesto que no hay héroes ni mártires; no hay enemigos, sólo gente que pasa y Jara mismo se vé pasar dentro de su propia cotidianeidad.

Pero tiene una obsesión para su soledad: una empleada de limpieza que, poco a poco, se va volviendo gigante en su cabeza. Aquí la peli, sin música, sin hechos destacados, va armando un pequeño puzzle de vidas compartidas desde el desconocimiento, mas con la compañía secreta, cuasi anónima de sujetos condicionados a sus ambientes y rutinas diarias. Esa cámara de seguridad es la clave de un guión sencillo, puro y transparente: él la observa, como así también ella tiene la posibilidad de hacer lo mismo pero al revés. Entonces todo aquello que solía presentarse tímidamente, siguiendo las mínimas péripecias del prota, encuentra una corazonada, un augurio, una posibilidad de ser.

Gigante hace posible que una peli menor de pronto adquiera niveles tan familiares que, salvo que su ritmo narrativo o los mismos hechos presentados te lo hagan difícil, de pronto ya estés ahí, compartiendo con ellos ese día, a esa hora, solos, como era de esperarse.

En la simpleza está su grandeza. Así podríamos iniciar esta crítica del film del cineasta Adrián Biniez, quien tomando la vida anodina (en apariencia) de un vigilante de seguridad, nos introduce en los silencios de nuestra compañía terrenal, que luego acompañada por la soledad, nos permite contemplar a nuestro entender lo que debemos de observar y para enamorarnos del objeto del deseo, en el film, Julia (Leonor Svarcas).

Sin metáfora comprendemos de la sencillez de las cosas y del amor cuando llega así de esa manera: ¿no tan a primera vista? Sin correlato burlesco, el cineasta argentino proporciona la suave ironía de las pinceladas vougeristas de Jara (Horacio Camandule), jalonando toda la película. La sensación de anhelo indefinible la dispone un ritmo lento, para que nosotros, quizás, nos demos la oportunidad de mirar un poco nuestro interior: ¿Es la vida de Jara tan anodina como la nuestra? o ¿es a la larga el amor el camino fácil para marcar derroteros como un fuego incandescente?
GONZALO RESTREPO SÁNCHEZ (FILM CRITIC. BARRANQUILLA, COLOMBIA)