El factor sorpresa

No me estaba gustando la venganza por parte de Guy a Ackerman, si bien el último lo sometía a humillaciones y era cruel, la réplica del muchacho no estaba a la altura. Creo que hasta él mismo se daba cuenta de que tener a su jefe atado y poder propinarle todas las palizas que quisiera no era tan gratificante como en la teoría, que no le producía nada. Pegar a un hombre indefenso pronto empieza a perder la gracia aunque se trate del mismísimo anticristo. El poder, el estatus social y el ingenio son armas más letales que un brote de rabia, que al fin y al cabo tiene unas características pasajeras. Aunque le hubiera matado, no le hubiera derrotado, porque todos seguirían sabiendo que Ackerman era mejor en todo que el desequilibrado que le había asesinado de esa manera tan rastrera.

Le tengo manía al cine dentro del cine. Cuando en una película se nombra a algún actor o actriz o hablan de otra película, automáticamente se me enciende la luz de alerta "piip piip estoy viendo una película", abandono la abstracción, ese señor deja de ser Zapata y se convierte en Brando. Cada vez que esto ocurre hago un alto en el camino, vuelvo a pisar tarima... veo la nevera... y la curva que dibuja la trama se me torna finalmente discontinua. El cine dentro del cine, me devuelve a la realidad. Es el clavo que saca otro clavo.

En esta película son numerosas las referencias al mundo del espectáculo, lógicamente, y por tanto son numerosos los puntos de discontinuidad. A destacar cuando Spacey le dice a Whaley: "esto no es el mundo del cine, muchacho, esto es el mundo real". Es entonces cuando más notable se me hace que lo que estoy viendo es cine y no mundo real. Tanto parón me saca y me mete en la trama tantas veces, que parece que me la estoy follando. Por todo ello le bajo a la peli: 2 estrellitas.

En el film avanzan a la par dos sub-historias: el pasado reciente (oficina) y el presente (casa del jefe). La segunda es una mierda absoluta, y en consecuencia comienzo a puntuar desde 5 estrellas hacia abajo. La trama de la oficina (como siempre ocurre) está bastante bien. Tiene un ritmo trepidante y un humor excelente, de lo mejor de los años 90.

Me sorprende el comentario de Espectador_ingenuo y, aunque tampoco comparto con Carlos su visión tan cómica, sí la considero una gran película: espejo de lo que puede llegar a ser la industria del cine con su doble moral, sus tiburones y las reglas que nos va dejando Buddy a lo largo de la película. Con una gran carga dramática y violenta, las dosis de realidad se van intercalando con los insultos y las broncas que Buddy le dirige a Guy (que en ocasiones te sacan como mínimo una sonrisa) y con otras escenas más amables (no soltaré detalles de la trama pero con esto quiero decir que para nada la película es un continuo bulling contra el empleado nuevo ;).

Eso sí: si le dais una oportunidad aseguraros de quedaros hasta el final porque es esencial, sin él no habréis entendido la mitad del mensaje.

Es una película ácida, con un tópico algunas veces recurrente: la violencia de las relaciones sociales dentro del mundo de la oficina.

Algunas partes de la película pueden ser disfrutadas desde el sentido del humor, pero ni bien uno comienza a ponerse en los zapatos del personaje interpretado por Frank Whaley, la cosa cambia. Es lamentable como el bullying laboral, mejor conocido como mobbing, comienza a ser moneda corriente en muchos ambientes de trabajo al día de hoy.

La película plantea el descenso al infierno del personaje que se encuentra siendo víctima de su despótico jefe, y un desenlace fuera de lo común en lo que son películas que abordan este tipo de temática.

He picado. Leí la crítica de Carlos y me animó a ver la película creyendo que iba a pasar un buen rato. Hasta valoré su crítica positivamente indicando que me había parecido útil. Pues no, no conseguí esbozar ni una sola sonrisa. A los diez minutos ya estaba pensando en apagar el televisor. Aguanté a pesar de todo hasta los tres cuartos de hora, momento en que mi masoquismo ya se sintió desbordado.

No sé si la película pretende ser una comedia, pero, en cualquier caso, no tiene ninguna gracia. Los personajes son planos. Las situaciones son tan estereotipadas que parecen de cartón piedra. Los pobres actores se las ven y se las desean para intentar dar algo de vida a unos caracteres en los que se nota que no pueden creer. Quizá lo único que sí aparece en la película, y de una manera innecesaria, es un exceso de violencia.

Volviendo a la crítica de Carlos, creo que bajo su psedónimo se debe esconder el propio Kevin Spacey intentando que algún incauto como yo vea su peli.