Up - Una aventura de altura

Emoción: tras los 10 primeros minutos me di cuenta de que no era yo el único en la sala el que llevaba un buen rato al borde de las lágrimas (y no solo al borde). Nunca me había ocurrido emocionarme así tras solo 10 minutos de película. Una historia de amor sin palabras, en unos minutos, a la altura del mejor Chaplin.

Valores: amistad, amor, prejuicios no, ecología, solidaridad, sueños y búsqueda de la utopía. Son mis favoritos, ¿cómo no me va a gustar una película que habla de esas cosas?

Realmente un peliculón, con un solido guión, rezumando sensibilidad. Técnicamente, a la altura de Pixar, es decir, genial. Las 3D apabullantes. Y el corto, tan divertido como siempre.

Espero que esta gente de Pixar siga haciendo películas tan buenas muchos más años, y que alguna vez se reconozca su trabajo con un oscar a la mejor película, que hace años que lo merecen. Aunque ya sabemos que eso de los oscar...

A los 15 minutos creo estar viendo una obra maestra. Los compases de un cine mudo que me regaló este primer cuarto de hora en el que te petrificas ante la plena vida del ancianito son una gozada. Los momentos conmovedores sin excederse y las imágenes rebosan todo lo bueno y más. Bravo.

El tiempo pasa, y emana una entrañable aventura en la que el abuelete trata de cumplir un sueño. La parte con la que más habría disfrutado de crío es con la que ahora menos he simpatizado, y lástima que se trate de la más duradera, pero incluso así es admirable y no quita que no me haya arrancado varias sonrisas y que comprenda su necesidad.

Parece increíble que en los tiempos que corren; cuando a las productoras les importa más las ganancias que aporten las películas que la calidad de las mismas; cuando los realizadores caen en tópicos, fx saturantes, en rehacer o continuar historias decrépitas, o en adaptar de la forma más lastimera todo lo mínimamente adaptable; cuando a los productores les importa más si en la película hay demasiada violencia que pudiera perjudicar su calificación, o si es demasiado larga y se debe acortar el metraje para tener más funciones en los cines; cuando el cine más parece una mafia que un negocio de entretenimiento viene la gente de PIXAR y nos cuela “Up”.

BRU-TAL obra maestra, absoluto prodigio de la animación, conmovedora e ingenioso nuevo clásico. No se puede comenzar mejor una película, no se puede conducir mejor la historia ni desarrollar de mejor forma a esos inolvidables personajes. “Up” roza la perfección y eleva a lo más alto al cine de animación. Y lo mejor es que recauda bastante por lo que las obras maestras de la productora de la lámpara podrán seguir saliendo como de la más prodigiosa y brillante cadena de montaje.

Y pensar que otras compañías que disponen de más y mejores recursos no le llegan ni a los zapatos a estos monstruos de la animación. Mientras PIXAR exista, el verdadero “cine” en toda su definición tiene un futuro asegurado.

El día que el director de la productora Pixar dijo que en el cine no estaba todo inventado, cada uno de los habitantes de todos los países del planeta, incluidos niños inocentes con o sin sentido común, desde el país de nunca jamás al país de las maravillas, pasando incluso por los propios trabajadores que tenía en ese momento John Lasseter a su cargo, no se tomaron en serio sus palabras. Pero en el mundo del cine, afortunadamente al final el único con criterio para juzgar, y por tanto quién más poder tiene es el tiempo. Y Pixar parece haber enamorado a niños, jóvenes, adultos, críticos de cine... y al tiempo.

Resulta asombroso que una pequeña productora, que tuvo que unirse a Walt Disney para sobrevivir, haya revolucionado al frívolo y superficial mundo del cine con una película de animación, género el cual han infravalorado siempre. (Y lo seguirán haciendo) Pero Pixar ha tenido que alzarse a los cielos para ser escuchado. Y se ha elevado hasta lo más alto, impulsado por miles de globos inflados de esperanza, ilusión, esfuerzo y talento, para decir a la industria del cine desde las alturas que no, que no estaba todo inventado. Que solo nos hacía falta «querer» y «creer».

En su afán incesante por innovar a cada momento, Pixar rompe con el cine de animación existente hasta el momento. Quiere ir más allá. Quiere hacer reír a los más pequeños, emocionar a los adultos sacando el niño que todos llevamos dentro, impaciente por salir. Y ahora se atreve a dar un paso más, como siempre, y nos sorprende con una amplia gama de lecciones morales. Porque la gran innovación de Pixar ha sido crear un género nuevo, en el cual no existen limitaciones de edad.
Up marca un antes y un después en la historia del cine. Esta obra maestra impulsa y eleva el género de la animación hasta el lugar que le corresponde, que no es otro que el mismo que ocupan el resto de géneros de la industria del cine.

Hace un par de años Wall-e terminó siendo una de las mejores películas del año, el año pasado junto con El Secreto de sus ojos, Up fue sin duda alguna lo mejor. Y terminando el 2010, Pixar logra con Toy Story 3, llevar tres años seguidos haciendo el mejor cine que se puede ver hoy en día. Datos suficientes como para empezar a tomarse en serio de una vez el infravalorado género de animación, que espero que el tiempo termine poniendo en su sitio.

Se supone que los filmes de animación están dirigidos a los niños. Cuantos adolescentes y adultos dicen no perder el tiempo en este tipo de géneros y resultan observando filmes a los para nada los invita a reflexionar. Caso curioso o anécdota es el de una amiga joven, quien tras ver la película “Up”, con su hijo de siete años, salió recomendándola a todo mundo con una cara de felicidad.

Muchas de sus amigas fueron a verla, con el pretexto de llevar a los niños a cine. Pero no importa. Allí, en la sala de cine, frente a frente ante las imágenes en movimiento de “Up”, salieron fascinadas y los niños ni hablar. ¿Qué pasó? Pues la cuestión hay que responderla con otra formulación: ¿Cuál es el mensaje de la película de Peter Docter y Bob Peterson?

Pues muy sencillo: las ganas y el deseo de hacer muchas cosas por la vida, a pesar de la edad que tengamos. Que nada es imposible, si la imaginación y el amor por lo que se indaga con corazón y bravura son motores de búsqueda. Que siempre hay en el camino alguien que decide acompañar nuestros intereses e ilusiones. Que hay que vivir de pequeñas utopías. Esto en lo que respecta al señor Carl Fedricksen (personaje parecido al mítico actor Spencer Tracey).

Respecto al niño de ocho años Russell, toda una metáfora de la inocencia por querer ayudar, por buscar nuevas metas al alcance de las posibilidades de la mente inocente. El afán de la mirada ingenua para y por construir un camino lleno de aspectos gratificantes.

Y lo último que reina como idea madre de esta película, a mi juicio obra maestra: Juventud y sabiduría, como los ingredientes para superar los malos hábitos de aquellos —el fastidioso Charles Muntz en el filme—, quienes creyéndose salvadores (¿de qué?), lo único que hacen es satisfacer su megalomanía —y en el este planeta hay muchos y por todas partes—.

Y como vemos al final de la cinta: sentados el niño y el anciano sobre un bordillo tomando un helado. ¡Ah! A un lado parqueado el dirigible —la metáfora de estar dispuesto a otro viaje en la búsqueda de aventura—, pues la batalla de la felicidad, no ha sido un trofeo esquivo. No es cuestión de leer libros sobre la felicidad. Es la resolución e imaginación para sentarla a tu lado.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic, Barranquilla, Colombia)