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El hombre que vendió su alma

Comedia. Drama. Fantástico Jabez Stone es un laborioso granjero que intenta ganarse la vida honestamente. Sin embargo, una racha de mala suerte le impulsa a cometer lo inimaginable: hacer un trato con el mismísimo Demonio. A cambio de siete años de buena fortuna, Stone promete su alma al "Señor Scratch". Cuando el atribulado granjero se da cuenta de su error, busca la ayuda de un hombre que puede salvarle. El legendario orador y político Daniel Webster. (FILMAFFINITY) [+]
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
21 de marzo de 2011
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una delicia es lo que supone esta revisión del mito de Fausto, llevado a la América profunda y rodada en la época de la post-depresión, justo antes de la IIGM. Una maravillosa película donde casi todo parece en estado de gracia... desde la BSO de Herrmann hasta las estupendas interpretaciones de Arnold y Huston. Si se le pudiera poner un pero es su mimetismo con la obra de Capra, utilizando incluso alguno de sus actores característicos. No obstante, Dieterle tiene voz y métodos propios, y aunque menos efectivo que el director de "Caballero sin espada", sabe imprimir un tono que convierte al film en lo que es: Una maravilla, una delicia, que hay que ver.
Fendetestas
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7 de marzo de 2014
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mito fáustico fue trasladado a la gran pantalla en el año 1941 por el director de origen alemán William Dieterle, en la singular película conocida con múltiples títulos, como Devil and Daniel Webster o All that Money can buy, y en castellano con El hombre que vendió su alma. En el inglés, esta confusión de títulos se debe a que los productores no deseaban incluir la palabra demonio (devil) en el título, especialmente en el estreno comercial en los estados del Sur, porque el público podría rechazar el título de primeras.

El demonio en está ocasión lo interpreta Walter Huston, en un papel realmente interesante. El hombre que vendió su alma es desde luego una película muy singular y atrevida, que revela una propuesta poco habitual, mezclando la comedia, el género de terror, el drama y el cine fantástico en menos de una hora y media de metraje. Huston interpreta un personaje que se hace llamar a sí mismo Sr.Scrath, aunque el mismo admite que sus nombres son variados. Es evidente que representa al demonio, y no ocultará su apariencia al señor Jabez Stone, interpretado por James Craig, que decide pactar con él (el dinero, a diferencia de la sabiduría del Fausto es lo que aquí hay en el contrato) después de verse acuciado por múltiples deudas.

Walter Huston interpreta un personaje que combina la vis cómica con el terror clásico, caminando encorvado, con un vestido elegante pero bien ajustado a la época que representa el film (un estado rural de Norteamérica, cien años antes de que se rodará la película, es decir, en el 1841) e interpretando un diablo que aparecerá cuando más desesperado esté nuestro personaje. Se proponen detalles ingeniosos, como el hecho de que ya haya hecho pactos con por ejemplo, el usurero del pueblo (genial la escena en que este, interpretado por John Qualen compara sus monedas conseguidas con el pacto diabólico con las mismas que le ha entregado el diablo al señor Stone y que son las que ayudan a saldar la deuda que había contraído con el usurero) o que el diablo este metido ni más ni menos que en política, pues además de acosar a nuestro congresista, el demonio admite que ha tratado ya con la oposición política de este, y al final de la película el señor Scratch advierte a nuestro honrado político que nunca conseguirá ser presidente (como si Dieterle nos revelara que los altos cargos políticos están de su lado).

Además de esta figura, Dieterle configura aspectos bastante surrealistas, como la inclusión de una diablesa, que pondrá su atención en conseguir que Stone abandone a su mujer. Esta, interpretada por la bella Simone Simon, será en gran medida la culpable de la ruptura matrimonial, pues con su belleza salvaje atraerá sexualmente al personaje que intepreta James Craig. Por si fuera poco, en una escena casi surrealista, este personaje canta una nana satánica al pequeño bebé de la pareja principal, que se queda atónito antes las palabras de la diablesa. También resulta muy atractivo ver un baile de muertos que tiene lugar en la mansión que el señor Stone ha conseguido gracias a su fortuna conseguida mediante un dudoso origen.

El guión propone pues puntos de conexión que resultan muy jugosos, aunque en ocasiones peque de moralista. El diablo atormenta ya en la primera escena al personaje del congresista, un papel que interpreta Edward Arnold y que sin duda es el que lastra la película. Edward Arnold es un congresista honrado y justo, que trabaja únicamente para tener contento al electorado, especialmente a las clases más desfavorecidas. El demonio ya trata de ganárselo para su bando desde el primer minuto, pero nuestro santurrón congresista no caerá nunca ante las garras del diablo, sino que además ayudará a Stone a que su alma se quede en la tierra y no se vaya a manos de Scratch. Arnold es pues la parte más moralista de la película, y es donde Dieterle obliga a colocar concesiones para tener contento tanto al público como a los productores que produjeron el film. Suena bastante confuso además oír un discurso tan patriótico como el que suelta este personaje en la arenga final, donde además se enfrenta a un jurado compuesto por grandes traidores y figuras negras de la historia norteamericana, como el capitán Kidd o Benedicth Arnold. El patriotismo norteamericano es el vencedor final de la película.

La dirección es realmente sorprendente y arriesgada. Hay momentos de gran intensidad, en los que Dieterle emplea un montaje muy rápido al intentar recrear una festividad primitiva y con el efecto de confundir al espectador. Por ejemplo, cuando tiene lugar la fiesta de la cosecha, que es el mismo día en que la señora Stone está dando a luz, observamos como el diablo es el encargado de tocar el violín. James Craig, en vez de estar con su esposa, queda embelesado por el atractivo de la diablesa, y se queda embobado observándola. La música suena en un ambiente festivo y desenfrenado, mientras la diablesa va cambiando continuamente de pareja, pero escapándose siempre de Craig. El diablo sigue tocando cada vez con más fruición el violín, y el montaje va en comunión con esta sucesión rápida de imágenes, que van en aumento hasta que Craig consigue hacerse con su objetivo. Una escena similar sucede en el juicio, cuando durante una respuesta del juez sobrenatural que preside la escena, vemos rápidamente cuatro planos encadenados de los rostros de nuestros personajes, para que Dieterle nos muestre su respuesta ante el veredicto del juez. Es cierto que menos interesante resultan algunos trucos, como la utilización de gasas para tratar de imprimir una atmósfera surrealista a la película, que lo único que consiguen es tapar cierta parte de la imagen.



http://neokunst.wordpress.com/2014/03/07/el-hombre-que-vendio-su-alma-1941/
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Kyrios
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24 de julio de 2015
13 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
A ver, una cosa es la película. Su realización, sus méritos o defectos artísticos. Otra es el mensaje que se esté contando o transmitiendo. La película está bastante bien realizada. Lo único que no me dejó conforme es el actor principal (que en realidad queda bastante rezagado) James Craig. Sobreactúa constantemente y también es una interpretación muy "de la época", época en la cual solía utilizarse en Joligu ese histrionismo teatral tan exagerado y poco humano a mi gusto. No así Walter Huston, que la suya es lo que mantiene viva la película y acapara toda la atención, bien lograda.
Edward Arnold admito que hasta ahora no lo he visto en otra película (veo que varios lo admiran), pero supongo que no tiene la culpa de que le haya tocado el personaje mas insoportable.
Narrativamente está bien contada. Muy bellas imágenes e interesantes las partes mas surrealistas. Bien los secundarios como Simone Simon o el usurero del pueblo.

Ahora, los mensajes de la película son terriblemente discutibles. Está el mas obvio, magnificado por el discurso final, de ese patriotismo enfermito de viva eeuu, tierra de la libertad, tierra elegida de dios, los indios que se jodan, los extranjeros son vergüenza, etc...
Aún cuando en varias ocasiones quieren tirarle palazos al propio Estados Unidos, como que el diablo está en toda la política o que el "mas honesto" según la película, nunca podrá ser presidente, etc...

Pero también los otros mensajes constantes que amargan un poco el disfrute de una historia tan interesante. Esta bien, las cosas que hace el protagonista que nos las muestran como malas, lo son. Pero una vez redimido, la idea de lo bueno tampoco es muy linda que digamos. Esa idea que con los años Joligu jamás dejó de deslizar. Que hay que tenerle miedo a dios, que eeuu es la tierra mas justa y libre que existe, que si sos un tipo que trabaja como buey todo el día y no tiene tiempo ni de pensar, sos un buen tipo, que el hombre es la cabeza del hogar y la mujer que cuide a los hijos y haga la cena, y un largo número de etcéteras de la american way of life.

Es cierto que esas cuestiones ideológicas nublan un poco el juicio pero como dije en otra crítica, ¿todo el que alaba "El nacimiento de una nación" es fanático racista entonces?. ¿todo el que le gusta "El hundimiento" simpatiza con Hitler?
Por lo menos no debería ser así. Separemos las cosas...
Nico
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29 de noviembre de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dieterle vuelve en esta película al mundo de la fantasía -como hiciese al adaptar en 1935 “A Midsummer Night's Dream” de Shakespeare en colaboración con Max Reinhardt- con esta faústica fábula moral sobre un campesino al que la mala suerte persigue y vende su alma al diablo. Producida por la RKO, hacedora de los grandes títulos de terror de los años 30 y 40, es un film enormemente original que os ofrece una cálida mezcolanza de géneros: comedia, suspense y unos ligeros toques entre surrealistas y góticos que permiten a William Dieterle llevar a cabo bellas sugerencias poéticas e inteligentes elipsis enmarcado todo ello en una parábola digna del mejor Frank Capra. Cuenta además con una atmosférica música de Bernard Herrmann, una destacada fotografía de luces y sombras de Joseph August y la chisposa actuación de Walter Huston como Mr. Scratch - el diablo- Jack Arnold como Daniel Webster y la fascinante Simone Simon como “diablesa”. Muy interesante.
Gould
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4 de mayo de 2014
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama con componentes de fantasía, de entrada se trata de una historia políticamente correcta y con mucha moralina americana, todo ese asunto del orgullo de pertenecer a Estados Unidos fue un pilar clave del cine de la década de los 40, respira mucho del mundo de Frank Capra, pero sin esa capacidad narrativa tan magistral del director que conmueve hasta las lágrimas, su guion tiene sus altibajos pero en general el argumento sabe llevar a los personajes hasta su clímax, sin embargo puedo decir que peca de exceso de metraje, no porque dure mucho sino porque durante su desarrollo hay escenas que siendo más cortas pudieron generar mejor aceptación.

Uno de sus puntos fuertes es su banda sonora, no he escuchado a todas las cien mil nominadas ese año, pero es que la música de Bernard Herrmann resuena y va muy bien implantada en cada escena, y en cada situación. Otro punto a destacar es su grandioso reparto, empezando por su mejor intérprete; Walter Huston (padre de John Huston), nominado a mejor actor principal aunque su papel queda mas como secundario (debido al tiempo que está en pantalla), es verdad que Mr Scratch es el móvil de toda la historia; y que "el político y el diablo" representan el título original de la misma “The Devil and Daniel Webster” (porque “el hombre que vendió su alma” hace referencia al verdadero protagonista: “James Craig” ); sin embargo es algo bastante discutible, generalmente los Oscar suelen nominar a principales como secundarios no al revés; pero volviendo a su papel: él está inmenso, soberbio, colosal; un diablo travieso, cómico, cínico, gracioso, sin duda el mejor de la película.

También tenemos a Mr. Webster, interpretado por un grandioso Edward Arnolds; a una maravillosa Jane Darewell, a una atrevida Simone Simon, a una y a una tierna y entrañable Annie Shirley (que por cierto en este film tiene un parecido físico asombroso a Olivia de Havilland).
Su fotografía es para destacar, al igual que su banda sonora como ya lo dije antes. Y su dirección artística y vestuario también son dignos todo elogio alguno.
Una película que pudo ser mejor pero aun así, es recomendable en algunos aspectos.
NOSTROM
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