Pretextos

Tras una dilatada carrera como actriz, Silvia Munt se lanza a la dirección a través de “Pretextos”, un filme intimista, muy personal y que puede parecer autobiográfico.

Nos presenta los miedos e inseguridades de varias personas. Ella misma, que además de dirigir, actúa, interpretando a una directora de teatro que no pasa por su mejor momento en lo personal. Su marido en la realidad y en la ficción Ramón Madaula, es un médico al que le trae sin cuidado la vida profesional de su pareja. Tienen un hijo, Álvaro Cervantes que observa de una forma muy peculiar todo lo que le rodea. Una enfermera insomne, a quien da vida Laia Marull, construye un personaje a base de silencios y miradas excelentemente. Francesc Garrido y Mercé Llorens, son una pareja de actores obligados a tener química sobre el escenario, pero la prepotencia de él y las inseguridades de ella hacen que choquen.

Es una de esas cintas, donde las miradas y los silencios roban importancia a las palabras, una historia densa, de las que te tienes que hacer el cuerpo para verlas, incluso la disfrutas más en posteriores visionados. Aún así la maestría de su directora y su experiencia dejan fé de un trabajo hecho con cabeza, donde las referencias al cine y al teatro son subliminares, pero constantes.

Además la presentación del producto es exquisita, desde un cartel que transmite lo que la película encierra, a una fotografía con muy buen gusto, no menos que la selección de temas de la banda sonora o la escenografía.

El año pasado empezó un interesante ciclo organizado por la Universidad de les Illes Balears sobre cine de autores nacidos en los llamados països catalanas (Cataluña, Comunidad Valenciana e Islas Baleares). El mayor atractivo de este ciclo es el coloquio que se organiza después del visionado de la película con su director. En este caso su directora Silvia Munt.

“Pretextos” es un atractivo cruce de desacuerdos, de rabia contenida muy bien expuesta. Silvia Munt ha debutado detrás de la cámara con una película que le es muy cercana. Su labor detrás de la cámara es impecable. La cámara, que en no pocas escena desgarra al personaje, lo desnuda con unos primeros planos cercanos al plano detalle. Notamos el aliento de sus personajes, y observamos esos ojos que nos miran. Notable también es la fotografía, que permite o ayuda a esa desnudez. La ausencia de maquillaje, siempre peligrosa en mujeres que ya han pasado los cuarenta, da una nota de palpable realidad a los personajes que como Viena (Silvia Munt) se muestra tambaleante en sus pasos.

A mi juicio se equivoca Munt a la hora de extrapolar la vida de sus personajes con el montaje teatral de Chéjov porque da un resultado algo artificioso. Y sigue equivocándose en la extrapolación de Viena con la Viena más famosa del celuloide; sí, la Viena de Nicholas Ray en “Johnny Guitar” y aunque la banda sonora de aquel western no deja de ser un claro homenaje que aquí sólo funciona a nivel nostálgico, las Vienas son quizá, polos opuestos.

Dialogando con su directora, Munt habla de la soledad que dice pertenecer a todos. Habla de la idea de la muerte, que también dice pertenecer a todos en algún momento de la vida. No es para menos que si tu vida está rodeada de Chéjov y de Nicholas Ray, de cómo resultado una soledad imposible de abandonar. “Pretextos” es interesante, al menos si lo sabemos vislumbrar como el camino de unos personajes intentando salir de la soledad.

Soledad, frustración, angustia, incompresión... Silvia Munt ahonda en las relaciones humanas de un modo pesimista, dejando patente la incapacidad del ser humano por satisfacer a sus congéneres. Una incapacidad que nos aisla cada vez más en rutinarias vidas, dedicadas únicamente a proseguir enriqueciendo nuestro propio ego como método de subsistencia moderno. Una moraleja devastadora que a más de uno hará reflexionar.

Tal vez haber sido actriz antes de aventurarse en la dirección ha sido clave para que Munt consiga sacar lo máximo de los actores que intervienen en la cinta, haciendo de Pretextos una historia creíble a través de sus personajes, que defienden los papeles con sobriedad, destacando por encima de todos el de Francesc Garrido, que inunda la pantalla con su fuerza interpretativa cada vez que aparece su personaje (Para mí el mejor construido de la cinta) El guión es bueno, muy interesante y sabe llevar a buen puerto la historia. Tal vez la trama principal decae en algunos momentos, pero siempre que lo hace aparece otra subtrama para mantener la tensión narrativa. También destaco la fotografía de esta película, la textura de las imágenes, tal vez la mejor arma de la película. Notable.