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Donde manda el diablo

Western Un oficial de la armada es enviado a la localidad de Laramie. Allí tendrá que arreglárselas para averiguar por qué la construcción de las vías del tren está parada. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
16 de julio de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por supuesto que el título es exagerado e inexacto porque hay otros westerns anteriores que pudieran estar en esa categoría, como lo es, por ejemplo, una obra maestra como "Caravana de mujeres (Westward the women)" de William A. Wellman.
Pero en esta película del oeste ("Rails into Laramie") , de repente, un problema de cobardía de los distintos jurados formados por hombres y que absuelven a los caciques y criminales que dominan la ciudad, es resuelto por el primer jurado formado solo por mujeres en Estados Unidos. Las secuencias de la entrada de estas doce mujeres "sin piedad" son todo un muestrario del machismo y de la mentalidad de ese momento... Geniales y perturbadoras.

Pero la cinta, que tiene todo los componente para ser una más sobre un marshall al que le encargan "limpiar" de malhechores una ciudad, va in crescendo adquiriendo interés y tensión dramática según avanza su metraje...

Los elementos son clásicos, casi convencionales, con el marshall (John Payne) que recibe el encargo de limpiar una ciudad de hampones y conseguir que se reanuden los trabajos de construcción de la línea férrea que unirá costa con costa; o el hecho de que el marshall encargado de la tarea resulte ser amigo del matón del pueblo y pretendiente antiguo de su actual esposa. También el asunto de los obreros del ferrocarril alcoholizados como forma de soportar sus inhumanas condiciones de trabajo... (Algo más bien implícito que explícito). Los elementos son tópicos, pero el guion y el director Jesse Hibss, consiguen aumentar esa tensión narrativa según avanza la película, al introducir el asunto de ese primer jurado formado por mujeres que es capaz de condenar al matón jefe a la horca (Dan Duryea).

El elemento final, con una huida (no puedo desvelar más) y la posibilidad de un choque de trenes que circulan por vía única en sentido contrario, da lugar a grandes escenas de tensión, muy bien resultas técnica y narrativamente. Me recuerdan, salvando las distancias, el excelente telefilm "Santa Olaja de acero" de José Antonio Páramo, (versión del relato homónimo de Ignacio Aldecoa) sobre dos trenes circulando en sentido contrario por la misma vía.

Destacan por encima de todos (en mi opinión) los papeles y trabajos de de Dan Duryea (el matón jefe) y de un joven Lee Van Cleef. Y Mari Blanchard está perfecta y cautivadora en su papel de aparente mujer fatal que no lo es y que con su coraje hace posible condenar al cacique y consocio del saloon.

Muy recomendable, por tanto. Y es evidente que discrepo de las tres reseñas anteriores.
GonzaloyGracias
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25 de agosto de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por solicitud de las fuerzas vivas de Laramie, un oficial del ejército es enviado allí para que ponga orden a quienes están saboteando la construcción de la línea del ferrocarril que pasará por la ciudad… pero, cuando se enteran de que, el oficial enviado como nuevo sheriff, Jefferson Harder, es amigo de Jim Shanessy, el hombre que tiene intimidada a la ciudad, la gente de Laramie parece perder las esperanzas… pero, sin embargo, alentados por el juez, deciden darle su oportunidad. Como el conocimiento, y los principios, favorecen siempre la toma de partido, también Harder tendrá que tomarlo cuando, al fin, sepa quién es, ahora, su viejo amigo.

Un guion de, D.D. Beauchamp y Joseph Hoffman que, un poco nos recuerda a “Albuquerque” (Ray Enright, 1948), fue la base para este entretenido western del director, Jesse Hibbs, que, de nuevo, apunta a disponer al pueblo contra aquellos seres mezquinos que promueven el atraso y la violencia mientras, únicamente, se preocupan por sus intereses particulares.

La historia resulta atractiva desde sus diversos ángulos; está muy bien ambientada y goza de algunas bien planeadas escenas de acción -aunque otras no tanto-, y complementada con certeros diálogos y unas actuaciones bastante atinadas, mantiene nuestro constante interés pues, la edición es otro bien con el que la película cuenta.

La historia comienza en Cheyenne, la capital de Wyoming, y luego se traslada a las afueras del condado de Laramie, fundado en 1867 y el más habitado entre los 23 que posee ese Estado. El año, 1869, cobra especial importancia porque, el 10 de diciembre, el gobernador, John Allen Campbell, extendió el derecho de votar a las mujeres, siendo el primer territorio en brindar ese derecho en los Estados Unidos de Norteamérica. Wyoming, fue también el primer Estado en abrir espacios a las mujeres en la política, y como veremos en una atractiva secuencia de, <<LAS VÍAS DE LA TRAICIÓN>>, también conseguirán hacer de jurados en los estrados… ¡y que jurados!

John Payne, encabeza el reparto como el sargento ascendido a capitán al momento de asignarle la tarea en Laramie… y lo hace muy bien, con suficiente carisma y equilibrio moral. Lo secunda, Dan Duryea, el hombre sin escrúpulos dispuesto a lo que sea para salirse con la suya y convencido como muchos otros prepotentes de que, “el dinero todo lo puede... y sino las armas se encargarán del que no lo acepte”. Entre ambos, dos guapas mujeres, Joyce Mackenzie (Helen), la esposa fiel a su “poderoso” marido; y Mari Blanchard quien, como Lou Carter, será el plato fuerte (¡y muy bello!) quien se debatirá entre los dos viejos amigos.

Título para Latinoamérica: DONDE MANDA EL DIABLO
Luis Guillermo Cardona
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27 de noviembre de 2014
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Las vías de la traición me faltan el 10 y el 9 de los fans de Jesse Hibbs igual que los que ponen 10 y 9 a Cimarron Kid. John Payne que era duro de pelar y buen actor de duro, demuestra que ser duro en el cine le va que ni pintado. Mención aparte es el villano por excelencia del cine y el que mejor encarnó el mal en el séptimo arte. Con el mayor villano del cine y un duro de pelar la película va en marcha y cuesta abajo en busca de nuevos horizontes y nuevos fans. Lo de nuevos fans lo dejaremos para mediocridades con director famoso.
Lloyd
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29 de junio de 2021
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De vez en cuando se encuentran algunas perlas entre el montón de westerns baratos producidos en los años 50 para consumo rápido. Y es que había entonces que aguzar el ingenio para presentar algo original que pudiera diferenciarlos del resto. "Las vías de la traición" es uno de ellos pese a la pésima elección del título hispano.
No son pocas las cintas que tratan de la construcción de los ferrocarriles que muestran a los enemigos de esta nueva forma de comunicación. Es lo que ocurre en Laramie, territorio de Cheyenne, 1869, con el astuto Jim Shanessy (Duryea) que, por motivos que no se explican, boicotea el tendido de las vías que lleva semanas paralizado.
Ante la situación las autoridades del pueblo reclaman la presencia del Ejército que se limita a enviar a un díscolo sargento, Jefferson Harder (Payne), más amigo de "Taberneros, tahúres y bailarinas" que de sus jefes. Es curiosa la afición de los americanos a emplear las fuerzas armadas en tareas de policía.
Además de la banda de música del pueblo, en Laramie esperan a Jeff unas autoridades que no se aclaran, unos ciudadanos egoístas y cobardes que, como de costumbre, esperan al forastero que les saque las castañas del fuego ... y su antiguo amigo Shanessy, que controla la ciudad con la ayuda de la bella Lou Carter (Blanchard) en la taberna y de los inevitables pistoleros. Jim ahora casado con Helen (Mackencie) pretendida en tiempos por Jeff.
La trama es bastante convencional. El guion tiene fallos como por ejemplo no explicar el beneficio que obtiene Jim por paralizar el ferrocarril, pero en lo relativo al análisis de los personajes tiene cosas buenas. Por ejemplo la descripción de las personalidades de Jeff y, sobre todo, de Jim (pocos "malos" pueden mostrar tanto cinismo en su sonrisa). Interesantes también las mujeres que, lejos de ser meras figuras decorativas, van a evolucionar en cuanto a la forma de afrontar la situación como explicamos en spoiler.
Notable asimismo el caso del sheriff, pusilánime cuñado del alcalde que duerme en la celda por padecer sonambulismo, servicial para sostener el espejo al malvado Jim mientras se afeita, pero que en un momento dado es capaz de hacer frente con gallardía a la situación.
Pese a los esfuerzos que despliega, Jeff fracasa en sus intentos de poner orden en Laramie. Lleva a la cárcel a los culpables pero los sucesivos jurados populares, cobardes o comprados, los ponen en libertad uno tras otro. No hay hombres justos en Laramie. Y ahí precisamente está la solución, si no hay ningún grupo de doce hombres justos habrá que nombrar un jurado con doce mujeres. Puesto que las mujeres pueden votar ya en el estado de Wyoming también pueden constituirse en jurado ... y ser justas. Sufrirán burlas y vejaciones, "Jurado de enaguas", "Con lo que hablan tardarán semanas en dar el veredicto", pero, conscientes de su responsabilidad, sabrán estar a la altura de las circunstancias.
Independientemente de la brillante descripción de los personajes, la cinta es bastante convencional, bien ambientada, correctamente interpretada, con ritmo vivo y toques policiacos.
Destacan escenas como los trenes avanzando veloces en dirección contraria o las del juicio que por momentos recuerda a "Doce hombres sin piedad" (1957).
En fin, película recomendable para todos, en especial para quienes vanamente se empeñan en sostener el papel de florero de la mujer en el western.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lafuente Estefanía
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16 de marzo de 2009
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hece como unos cuatro meses me aventuré a ver este Western y hoy por fin puedo agregar mi opinión sobre la que pienso que es una película normalita, del montón y que apenas destaca en casi nada. Es bastante convencional, sin nada destacable, salvo el trabajo de un buen número de actores "secundarios" que conocieron mejores tiempos. Película de gatillo fácil y de típicas luchas varoniles por imponer la voluntad, pero que no por ello aburre, pero si caerá en el olvido.
olimpo
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